lunes, 30 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Los órganos de la locomoción

LOS MUSCULOS Los músculos estriados o esqueléticos. cuyo número en el cuerpo es alrededor de 500, producen por su contracción movimientos cuya naturaleza dependerá de sus puntos de inserción. La mayoría de los músculos se insertan en sus dos extremos en huesos diferentes. Sin embargo, hay algunos que no tienen ninguna inserción ósea (músculos de los labios, esfínter anal, etc.), y otros que se insertan por un extremo en el hueso y por el otro en la piel (músculos de la mímica) o en bandas fibrosas.
He aquí los principales músculos posteriores del hombre: 1) Trapecio; 2) Deltoides; 3) Infraespinoso; 4) Romboides; 51 Redondo menor; 6) Tríceps braquial; 7) Dorsal ancho; 8) Glúteo mediano; 9) Anióneo; 10) Cubital posterior; 11) Glúteo mayor; 12) Extensos común de los dedos; 13) Semitendinoso; 14) Bíceps crural; 15) Recto interno; 16) Semimembranoso; 17) Sartorio; 18) Gemelo interno; 19) Gemelo externo; 20) Soleo; 21) Flexor largo del dedo gordo; 22) Flexor largo de los dedos; 23) Tendón de Aquiles. Los músculos que se representan son de los llamados estriados o esqueléticos de fibras alargadas.
Entre los músculos que mueven las articulaciones mencionaremos el bíceps y el tríceps, flexor y extensor del antebrazo respectivamente.
Articulación del codo y los músculos tríceps y bíceps. En negro, huesos y tendones; en blanco, los músculos.
Pero ha de tenerse en cuenta que casi nunca actúa un músculo aisladamente; siempre se contraen simultáneamente grupos de músculos. Cuando flexionamos el antebrazo no sólo se contrae el bíceps sino otros músculos sinergistas. También la contracción de los músculos que contribuyen a flexionar el antebrazo supone la relajación o inhibición de otros músculos que, de otra manera, se opondrían a ese movimiento: los antagonistas.

ANTROPOLOGIA - Los primeros hombres

EL HOMBRE DE CHANCELADE Este nuevo tipo humano fósil se fundamenta en los hallazgos que dos arqueólogos franceses de provincia, Féaux y Hardy, efectuaron en un abrigo bajo roca situado en la localidad de Raymonden, en la commune de Chancelade, en plena región de Périgord, en 1898. Este abrigo había ido rellenándose con materiales diferentes, hasta alcanzar un espesor de alrededor de 1,60 mts. Tres agrupamientos de cenizas, en niveles escalonados, indicaban la existencia de otros tantos hogares. Hallazgos de instrumental humano evidenciaban que tales hogares correspondían al período magdalenense. Por bajo de estos tres estratos, y de todo el espesor de guijarros y limos superpuestos y por bajo del último hogar, yacía un esqueleto humano, que es el que ha permitido documentar el nuevo tipo. Aunque no podía establecerse la existencia de una cámara o fosa sepulcral, la posición forzada del esqueleto, con brazos y piernas replegados, mostraba la existencia de un entierro intencional. Además, una circunstancia agregaba una prueba más a esta intencionalidad ya manifiesta: el esqueleto aparecía —como en el caso de Menton y en el de Brünn— salpicado de ocre, tan abundantemente esparcido que no solamente había pintado de rojo vivo gran parte de aquellos huesos, sino que también había teñido, de igual color, un buen trozo de la tierra vecina.
CORTE DEL ABRIGO DE CHANCELADE. R, techo rocoso; S, estalactitas; F, ubicación de los hogares primitivos; +, cráneo humano; R, piso rocoso.

domingo, 29 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Los órganos de la locomoción

HUESOS Los huesos pueden tener diversas formas generales: cortos, planos, largos. Los huesos largos tienen por lo general una cavidad central en la parte media angosta y larga (la diáfisis) y dos extremidades abultadas o epífisis de tejido esponjoso.
Esquema que representa un corte longitudinal de una tibia, hueso largo del cuerpo humano.
Entre la epífisis y la diáfisis se encuentra en los niños un disco de tejido cartilaginoso (cartílago de conjunción), lugar donde se forma hueso nuevo permitiendo el crecimiento. Cuando el crecimiento termina, el disco es reemplazado por tejido óseo. Esencialmente los huesos están dispuestos alrededor de un eje central, longitudinal, la columna, formada por 33 ó 34 vértebras, huesos compuestos de un cuerpo anterior y un arco que limitan un agujero grande, el agujero vertebral. La superposición de estos agujeros forma un conjunto que aloja a la medula espinal. La primera vértebra, el atlas, se articula con el cráneo constituido por huesos planos, algunos con prolongaciones, que delimitan una cavidad, la cavidad craneal, donde se aloja el sistema nervioso superior: cerebro, cerebelo y bulbo. Al cráneo se unen por delante y abajo los huesos de la cara. El atlas y las 6 vértebras que lo siguen hacia abajo constituyen las vértebras cervicales. Luego vienen 12 vértebras, llamadas dorsales, a las que se articulan de cada lado 12 huesos largos y curvos: las costillas, formando una especie de, jaula más angosta por arriba que por abajo, llamada tórax. Las costillas se vinculan por delante con el esternón. Las clavículas y los omóplatos son huesos vinculados al tórax que forman la cintura escapular. A ellos se unen los miembros superiores, constituidos por el húmero, hueso del brazo; el radio y el cúbito, huesos del antebrazo, y luego los huesos de la muñeca y de la mano. Unido a las últimas vértebras que forman un bloque rígido (el sacro) se halla a cada lado un hueso, el coxal o ilíaco, formando un arco que constituye la cintura pelviana; a ella se articulan miembros inferiores constituidos por el fémur, hueso del muslo; la tibia y el peroné, huesos de la pierna, y los huesos del tobillo y del pie.

ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE MONOS Y HOMBRES Debe observarse que el conjunto de todos estos caracteres corresponde tanto al hombre como a los simios, salvo diferencias de cantidad o de detalle anatómico. Este hecho, observado desde antiguo, ha dado lugar a grandes discusiones de algunos naturalistas que buscaban eliminar al hombre de una relación demasiado estrecha con los simios, aunque sólo fuera en las clasificaciones zoológicas Al unos de ellos, Isidoro Geoffroy SaintHilaire o De Quatrefages, se han fundado en la superioridad de la inteligencia humana o en la religiosidad del hombre para fundar con él un grupo aparte. Pero, como muchos otros naturalistas modernos lo hacen, notar, las clasificaciones zoológicas toman como base elementos puramente anatómicos y no caracteres intelectuales, de manera que resulta totalmente arbitraria esta innovación en cuanto a la base clasificatoria, que sólo se modifica al llegar al hombre y para servir a su orgullo de "rey de la creación". Por eso Darwin, con una ironía muy bien fundada, arguye que: "Si el hombre no hubiese sido su propio clasificador no hubiese pensado nunca en fundar un orden separado para colocarse en él". Voltaire y Anatole France han explotado esta misma línea de pensamientos en el campo de la literatura. Las diferenciaciones establecidas por Buffon (poniendo al hombre en el grupo de los bitnanos y a los simios en el de los cuadrumanos), y otras tentativas de diferenciación similares, sobre base anatómica, son tan accidentales y pequeñas que no alcanzan a dar base racional a la creación de un orden separado. De ahí que aunque nuestro orgullo se sienta lesionado por la gárrula e inquieta compañía de los monos, no hay manera de separarnos totalmente de ellos, como lo querían los autores antiguos. Las diferencias que, sin embargo, existen, aun entre los hombres y los simios antropomorfos (es decir, los más evolucionados) no dejan por ello de existir, y no debemos —dejándonos llevar por una corriente inversa a la que venimos criticando— despreciarlas ni subestimarlas. La primera de ellas es la que se refiere a circunstancias anatómicas vinculadas con la cabeza. Por un lado, el gran desarrollo alcanzado por la caja cerebral, el cerebro y el encéfalo humanos, que aun en los menos evolucionados de los hombres primitivos es mucho mayor que el más desarrollado de los simios antropomorfos. Una consecuencia de esta gran parte de la cabeza concedida al órgano del pensamiento y a su envoltura ósea protectora, es la correlativa disminución de la parte relativa al rostro (es decir a la parte estética, no pensante, de la cabeza), que en el hombre se observa. Todos los antropomorfos, en cambio, presentan un desarrollo de la cara, especialmente de la parte mandibular (órganos de sustentación animal), tan vasta que, naturalmente, se logra a expensas de la parte cerebral. Ya Cuvier expresaba esta regla de una manera insuperable: "el hombre es, entre todos los animales, el que tiene el cráneo más grande y la cara más pequeña; los animales se alejan tanto más de esas proporciones cuanto más estúpidos y más feroces se convierten". Pequeñas diferencias anatómicas, en la garganta, en la forma y manera de inserción de la lengua en la glotis, traen consigo la obtención, para el hombre, de un elemento de invalorable eficacia para su vida en común: el lenguaje articulado. Hay un abismo entre los chillidos y gruñidos de un antropoide —por mucho que pacientes y prolijos investigadores hayan podido reconocer la existencia de tonos y sonidos que traducen sus ansias, emociones o inhibiciones— y la clara y dulce facilidad de expresión del hombre. El más sabio de los monos y el menos ilustrado de los hombres presentarán, desde este punto de vista, una diferencia tan extraordinaria que constituye, por sí sola, una de las manifestaciones más vivas y perceptibles de la distancia que media entre simios y hombres. Pero, observemos que este asunto del lenguaje no es, meramente, dependiente de un problema de inserciones anátomomusculares. El desarrollo de la inteligencia (mostrado ya por la ampliación de la caja y de su contenido) es lo que gobierna, en realidad, el mecanismo del lenguaje. Podemos ver a cada paso buenos ejemplos, y el Pygmalion, de Bernard Shaw, es una prueba magistral de ello, en el terreno de la ficción teatral. El aparato dentario difiere, también. aunque más levemente que los otros elementos consignados, entre los monos y el hombre. Este carece de los caninos sobresalientes, así como sus cavidades pulparias son menores y el número y disposición de los dentículos coronarios también es diferente. Pasando al cuerpo —y sin seguir paso a paso variantes más pequeñas, como serían las referentes a la forma y disposición de algunas vértebras especiales, del mayor desarrollo de las inserciones musculares en los huesos, etc.—, son las curvaturas de la columna vertebral las que marcan las más grandes diferencias. En el hombre la columna vertebral se inserta en la base del cráneo —circunstancia que mantiene horizontal a la cabeza y que ha permitido a Blumenbach fijar su sistema de orientación, en tierra de los cráneos, para el estudio de la "norma superior"—, en tanto que en los simios la inserción se verifica en una posición mucho más posterior, de manera que la cabeza pende hacia delante. El grado de evolución de los diferentes simios puede ser valorado a través de este detalle anatómico: en los lemúridos (como entre todos los cuadrúpedos), el agujero occipital ocupa un lugar muy posterior en la base del occipital; en los otros monos inferiores el agujero occipital está colocado en algún punto intermedio, más hacia la base; entre los antropomorfos casi alcanza a la posición humana, aunque no llega a ella, y el gran desarrollo de la parte maxilar del resto acentúa la diferencia.
PERFILES COMPARATIVOS. Si superponemos los cráneos de un francés medio actual (I), de un hombre fósil de Neanderthal (2). de un Pithreanihropus (3) y de un chimpancé (4). observamos fácilmente sus volúmenes decrecientes.

sábado, 28 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Los órganos de la locomoción

Las funciones de respiración, di gestión, circulación, secreción interna y excreción tienen por finalidad conservar constante el medio interno. Veamos ahora qué dispositivos tiene el organismo para ajustarse como un todo al medio externo. En los capítulos que siguen describiremos el esqueleto, que es el armazón del ser viviente y tiende a mantener su forma y posición, al sistema muscular que mueve al cuerpo y a sus diferentes segmentos.
DESCRIPCION DEL ESQUELETO El esqueleto del hombre está construido por unos 200 huesos cuya enumeración escaparía a los fines de este tratado. Los huesos están constituidos por laminillas dispuestas en forma muy característica, y formadas por un tejido compacto y rico en sales de calcio. Si las laminillas se disponen apretadamente el tejido óseo es compacto, si son ralas, esponjoso. En los espacios del tejido esponjoso se encuentra una sustancia blanda, que interviene en la formación de los glóbulos rojos, la medula ósea.
PRINCIPALES HUESOS DEL ESQUELETO

ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres

LA MARCHA ERECTA
Pero la marcha erecta es lograda, en el hombre, especialmente por las curvaturas de su columna vertebral, que sufre una curiosa e interesante transformación durante el proceso de maduración del feto. En éste, como en los recién nacidos, no hay más que dos curvaturas. Sólo más tarde, por el ejercicio, la mar• cha que el niño aprende entre el primero y el segundo ario de su vida, y la permanencia de pie, la columna vertebral va sufriendo profundas modificaciones estructurales, de manera que logra las cuatro curvaturas que caracterizan al hombre: la cervical, la dorsal, la lumbar y la sacra. Estas curvaturas, cóncavas hacia delante o hacia atrás, se neutralizan entre sí, de manera que permiten la posición erecta que es otra de las conquistas propias del hombre. Ningún simio, por evolucionado que sea, logra la posición erecta, permanente y perfecta, que caracteriza a los humanos. Su marcha es pesadamente inclinada hacia delante, ya con la presteza y nerviosa agilidad de los pequeños monos, ya con el bamboleo penosamente inseguro de los grandes antropomorfos. El complemento de aquella estación erecta es, en el hombre, la forma que ha alcanzado su pie. En algunas tribus de primitivos actuales, africanos o americanos, el pie conserva, por obra de la vida en estado de naturaleza, algo de la función prensil que le fue propia: el cazador levanta sus flechas o sujeta su arco con los pies, por ejemplo. Pero en los centros en que rige la civilización occidental tales características se han perdido totalmente. El uso permanente del calzado ha deformado los pies, restándoles las últimas capacidades de juego prensil, aunque en otros sentidos haya quizá proporcionado al hombre una sustentación más firme y más alejada de peligros.
LA POSICION ERECTA Y LA INCLINADA. Los dos diseños, de un hombre y de un gorila, muestran la diferente manera de inserción de la cabeza en la extremidad superior de la columna vertebral y las distintas curvaturas que ésta presenta en el hombre y en el simio. Ambas circunstancias determinan, en el primero, la posibilidad de alcanzar la posición erecta normal, en tanto que en el gorila determinan una fuerte inclinación hacia delante.

viernes, 27 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Hipófisis

LA PARS INTERMEDIA Es la más pequeña de las 3 partes de la hipófisis, y por estar muy adherida al lóbulo posterior es dificilísimo separarla, y por ello en los extractos de este último suelen aparecer acciones agregadas debido a impurezas constituidas por la presencia de trozos del lóbulo intermedio. En los mamíferos, la pars intermedia no tiene función conocida; en los batracios regula el color de la piel. El mecanismo es el siguiente: en el animal normal, la luz impresiona la retina y por vía nerviosa regula la secreción de una hormona del lóbulo intermedio llamada intermedina, la que pasa a la sangre y llega a la piel, actuando sobre los cromatóforos, que son células que le dan color. Si se interrumpe el mecanismo en una de sus partes, por ejemplo extirpando la hipófisis a un sapo, se suprime la producción de intermedina, y su piel empalidece en pocas horas volviéndose de un color gris claro; si se le inyecta después intermedina, adquirirá en pocos minutos un tono carbón.
Representación esquemática del mecanismo que preside los cambios de coloración en la piel de los batracios. A la izquierda, en un sapo normal; a la derecha, en otro con extirpación de la hipófisis.
Se llaman cromatóforos unas células que existen en la epidermis de los peces y batracios, que contienen gran cantidad de gránulos de color negro, rojo, etc. Cuando los gránulos están dispersos en toda la célula forman una cortina que obstruye el paso de la luz y el animal aparece del color del gránulo; cuando los gránulos se concentran en un punto de la célula, los rayos luminosos pueden pasar y la piel del animal adquiere un tono claro. La intermedina, al llegar a la piel, dispersa los gránulos y la piel del animal se oscurece. Por el contrario, cuando falta, la piel se aclara.

ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres

EL CASO DEL PITHECANTHROPUS Desde que las teorías evolucionistas de Lamarck, Wallace y Darwin se abrieron camino, los investigadores de todos los países han estado buscando las pruebas materiales de la unión de simios y hombres en algún antepasado remoto común. Tentativa tras tentativa, hipótesis tras hipótesis, fracaso tras fracaso, no han entibiado el ardor de la búsqueda ni fatigado la potencia deductiva de los creadores de teorías. Pero la prueba material sigue, hasta el presente, difícil y distante. Sin embargo, allá por 1890, un médico militar holandés, Eugenio Dubois, en misión en Java, creyó haberla encontrado, y cuatro años después las sociedades científicas controvertían ardorosamente la memoria en que publicó su hallazgo. Según opinión del descubridor, el ser que presentaba era nada menos que "la forma intermediaria entre los Antropoides y el Hombre", es decir, el famoso "eslabón perdido". En efecto, su diagnosis lo mostraba como absolutamente intermediario entre los dos grandes grupos: "Cráneo mucho más voluminoso (en valor absoluto y relativamente a la masa del cuerpo) que en los grandes simios, menos voluminoso, sin embargo, que entre los hombres; capacidad cerebral igual a alrededor de los dos tercios de la del hombre. Inclinación del plano del occipital mucho más fuerte que entre los grandes simios. Dentición diferente de la de estos últimos, aunque de conformación arcaica. Fémur de dimensiones humanas y dispuesto para la marcha en posición cervical".
AQUI SE ENCONTRO EL PITHECANTHROPUS. Al pie de una barranca, en el sitio marcado con una P, fueron encontrados los restos del Pithecanthropus, cerca del borde del río Solo (R). Las capas son: 1, tierra vegetal; 2, toba volcánica arenosa; 3, toba volcánica silicosa; 4, toba gris con conchillas de agua dulce; 5, toba dura, rayada de blanco; 6, arcilla con vegetales; 7, capa osífera; 8, conglomerados llamados de Lahar, con elementos volcánicos; 9, capas marinas con blancos corales. Trazado de acuerdo con un diseño de Boule.
El lugar del yacimiento era al pie de un volcán, en la pequeña población de Trinil. Una capa osífera contenía al yacimiento del Pithecanthropus. En cuanto a los restos mismos, no fueron encontrados de una sola vez: en septiembre de 1891 fue hallado uno de los dientes; un mes después, y a un metro de distancia, se descubrió la calota craneana; en agosto de 1892 el fémur, a quince metros del cráneo, y días después un segundo diente a tres metros del mismo. La pieza más interesante es, sin duda, la calota craneana, dolicocéfala, y cuyo aspecto simiesco proviene, en gran parte, de su achatamiento, pequeña capacidad (pues sólo es de ochocientos cincuenta centímetros cúbicos), frente huidiza, terminada en una visera ósea continua como la de los jibones y chimpancés y de otros detalles, de menor valor demostrativo, pero significantes, en su conjunto, del lugar intermedio que quería dársele. Ciertamente, si a algo se parecía esta calota extraordinaria era a la de los chimpancés y gibones, aunque difería de las de ellos en algunas características anatómicas, humanoides, desconcertantes. Dubois la comparaba con el cráneo de un gibón, aumentado dos veces. Boule, a pesar de toda su circunspección, admite que "es realmente intermediaria entre la de un simio, como el chimpancé y la de un hombre de calidad verdaderamente inferior, como el hombre de Neanderthal". Los dientes eran igualmente extraños. Más robustos que las más voluminosas denticiones humanas, dotados de fuertes raíces, muy divergentes, como las de los simios, tenían coronas de un desarrollo transversal mayor que el longitudinal, como entre los hombres. Gregory los ha encontrado muy parecidos a los del Dryopithecus. Otros autores los encuentran similares a los del orangután. Y ¿qué decir del fémur? Tiene la ventaja de ser una pieza completa. Más aun que completa, pues una exostosis voluminosa e irregular, al nivel de las líneas de bifurcación de la línea áspera, agrega un callo óseo a esa pieza ya de por sí robusta. Dubois, haciendo hincapié en la manera de inserción de los músculos (fuertemente marcada), y especialmente del gran aductor, considera que este ser tenía el hábito de trepar a los árboles. Este régimen de vida arborícola estaría dentro de la línea de su prehumana condición. Lo notable es que, pese a su robustez, morfológicamente considerado este hueso es netamente humano, al extremo de que, en opinión de numerosos autores, y especialmente de Boule, "si hubiese sido encontrado solo no se habría dudado en atribuirlo a un hombre plioceno". Si extremamos la consideración de los detalles del hallazgo, veremos, sin embargo, que bien puede argüirse que el fémur fue encontrado solo (cosa que parece habérseles escapado a buena parte de los comentaristas), puesto que, como se recordará, se lo encontró a quince metros de la calota craneana, distancia más que suficiente para que pudiera pertenecer a dos seres diferentes: un simio y un hombre.
COMPARACION DEL PERFIL DE VARIOS CRANEOS. Los más pequeños corresponden a los gibones, recubiertos por varios que corresponden a los diversos tipos de chimpancés. La línea negra, gruesa, corresponde al Pithecanthropus y la última (superior) a los hombres de Neanderthal. Tales perfiles tienen relación directa con el crecimiento del cerebro y cerebelo.
En la época en que Dubois lanzaba a la circulación sus extraordinarios descubrimientos, la moda imperante era la de los philums, más o menos hipotéticos. No es extraño, pues, que él — adoptando la clásica figura del arbolito genealógico—, tratara de explicarnos, gráficamente, la ubicación del ser que había descubierto en sus relaciones con los monos antropomorfos. los cinomorfos y el hombre. Este cuadrito genealógico —que comparado al que nos podría ofrecer nuestra experiencia de hoy tiene la simplicidad de un dibujo de niño— fue imitado por Keith, Gregory y Osborn y, finalmente, por otros, tales como Volz y el propio Route. Era la época en que, al conjuro del evolucionismo, todos los naturalistas practicaban este género de philums, inocentes e intrascendentes. Gráficos filogenéticos en forma de árbol genealógico hicieron Haeckel y Zittel, en la estudiosa Europa. y Crone y Marsh en Estados Unidos, así como
Ameghino en la Argentina. El mismo Boule, sin embargo, a pesar de su gráfico, de buscada simplicidad docente, nos advierte que así como hay ciertas formas fósiles que marcan la tendencia de algunos primates inferiores a elevarse hacia formas simiescas superiores, de la misma manera el Pithecanthropus mostraría la tendencia de una forma de simioantropoide a elevarse a una forma superior, análoga y paralela a la forma humana. Sería un brote de la rama gibón, más evolucionado, más especializado que los brotes vecinos, y que se habría agotado desde el comienzo, quizás a causa de esa misma especialización. Por lo tanto, para Boule, el Pithecanthropus no pertenecería a la línea ancestral del género Homo. Los caracteres más o menos "humanos", que presenta, serían de convergencia y no de filiación. Esto se vincula con la concepción que el mismo autor presenta de una visión dinámica y moderna de la paleontología, mostrándonos las ramas filéticas cada vez más tupidas, ricas en variaciones e independientes entre sí. Estas consideraciones son, pues, una ventana abierta hacia los nuevos hallazgos, tan llenos de contenido y tan expresivos de esa diversidad esencial de las formas que la naturaleza nos presenta y que, al complicar gradualmente los problemas, a medida que avanzamos en el conocimiento de los hechos, nos muestra que la realidad es mucho más varia, generosa y genial, que nuestras propias y pobres adivinaciones de hombres.
POSICION DEL PITHECANTHROPUS. Los tres árboles genealógicos muestran las diversas opiniones de los autores respecto al philum del ser hallado en Java.

jueves, 26 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Hipófisis

EL LOBULO ANTERIOR REGULACION. El lóbulo anterior recibe estímulos que regulan su funcionamiento por dos vías diferentes: nerviosa y sanguínea. Hay varias pruebas de que el sistema nervioso 'modifica el funcionamiento de esta parte de la hipófisis. Mencionaremos que en algunas aves de los países muy fríos y en los hurones, se produce durante el invierno una atrofia marcada de sus testículos, y que al llegar la primavera, estos órganos aumentan 1.000 o más veces su tamaño. Esto se explica porque la mayor iluminación que acompaña a la primavera estimula los ojos y origina un reflejo que, por los nervios ópticos, llega al cerebro, y de aquí a la hipófisis anterior, donde provoca la secreción de la hormona estimulante que agranda al testículo. Basta interrumpir el camino de estos estímulos en cualquier parte de su trayecto, por ejemplo ceguera a causa de una lesión ocular, para que se observe la desaparición de dicho mecanismo. Una explicación análoga la brinda el hecho, conocido por los granjeros, de que las gallinas ponen más huevos si se ilumina día y noche el gallinero. En el hombre se sabe que lesiones de ciertas partes del hipotálamo (por proyectil, etc.) dan adiposidad y atrofia sexual. Basten los ejemplos enumerados para demostrar que el sistema nervioso modifica la actividad del lóbulo anterior. Lo curioso es que, hasta el presente, no se han podido observar al microscopio los nervios que desde el cerebro penetran en este lóbulo. Por vía sanguínea llegan a la antero hipófisis hormonas fabricadas en distintas glándulas endocrinas, que moderan su funcionamiento. Las bien conocidas nacen en las glándulas sexuales, las suprarrenales y la tiroides. Al tratar cada una de estas glándulas se insistirá en particular.
Enanismo por extirpación de la hipófisis. Arriba, cachorros hermanos a los 8 días de operar a dos de ellos; abajo, a los 124 días de la operación. El mayor, sin operar, sirve de testigo para la prueba

ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres

APARICION DE LOS ANTROPOMORFOS Para hallarnos en presencia de cinomorfos y antropomorfos tenemos que excavar en los terrenos del mioceno, en donde ambos tipos aparecen casi en el mismo nivel. Es curioso notar, como lo hace Boule, que los primeros antropoides fósiles —a estar al estado actual de nuestros conocimientos en la materia— eran más antiguos que los simios con cola. Esta aparente lesión de los principios generales puede interpretarse más bien como una carencia de datos, en una disciplina naciente, que como una conclusión definitiva. A este respecto los hallazgos verificados en el eoceno y oligoceno de Fayoum (Egipto) son especialmente interesantes, por la presencia de diversos restos de primates que han sido hallados por Schlosser, en 1910. Tales primates —Parapithecus y Apidium, por ejemplo— eran pequeños en talla. Ello no debe extrañarnos, puesto que esa pequeñez está de acuerdo con una regla biológica, fácilmente observable en muchos géneros y especies zoológicos, que van creciendo conforme avance el tiempo (el desarrollo de los grandes' gliptodontes y saurios terciarios es un magnífico ejemplo). Otro de los hallazgos de Schlosser, el Propliopithecus, ha sido considerado, aun por autores tan exigentes como el propio Boule, como un tipo primitivo de antropoide. En realidad, tales hallazgos aumentan, naturalmente, en importancia y variedad, en terrenos más jóvenes. Los simios miocenos son conocidos desde 1837, gracias a los hallazgos verificados por Lartet en Sansan. Este primer simio, bastante semejante a un gibón, y al cual Lartet bautizó con el nombre de Pliopithecus antiquus, fue seguido, bastantes años después, en 1856, por otro hallazgo del mismo autor, quien, en un lugarejo muy próximo al anterior, encontró una mandíbula que le permitió fundamentar la existencia del Dryopithecus. Como este ser fue proclamado —tanto por Lartet como por Gaudry, quienes a la sazón eran de los más altos valores científicos franceses— el simio más semejante al hombre, tal hallazgo causó una viva impresión en las sociedades de estudios europeas. Sin embargo —y ello podría constituir una buena lección de humildad para ciertos autores que todo lo presentan a grande orquesta—, el propio Gaudry tuvo oportunidad, en 1890, de describir una nueva mandíbula más completa y en mejores condiciones de conservación que la que había sido precedentemente estudiada y ese hallazgo le permitió establecer, por el contrario, la indudable inferioridad que se observa en el Dryopithecus con respecto a los grandes antropomorfos actuales. El propio Schlosser, Abel y Gaudry han estudiado nuevos restos de diferentes simios encontrados, respectivamente, en Suabia, Hungría y Grecia. Estos últimos restos son, en mucho, los más numerosos, pues se ha podido reunir casi los de veinticinco individuos incompletos, con los cuales se ha reconstituido el primer esqueleto completo conocido de un mono fósil. Para gran satisfacción de los evolucionistas, ésta es una forma de transición: es un macaco por sus miembros y un semnopiteco por sus dientes. Pero es en la India septentrional, en la región del Himalaya, donde se han encontrado los simios más variados e interesantes del mioceno medio y del plioceno superior. Lydekker y Pilgrim los han estudiado. El Dryopithecus aparece allí representado por tres especies. una de las cuales es gigante. Este grupo de hallazgos es sumamente importante porque muestra que el género Dryopithecus tiene un área de expansión singularmente extendida y, a pesar de sus múltiples variantes —que representan condiciones de adaptabilidad sobresalientes— no ha llegado a superar las nuevas y cambiantes condiciones del medio ambiente y, a una cierta altura de su evolución, se ha extinguido. Con todo, es posible que el chimpancé y los gorilas actuales no sean otra cosa que descendientes remotos del Dryopithecus, que vendría a conectarse con ellos como una Forma ancestral y sintética. Esta característica de síntesis de formas simiescas actuales reduplica su importancia, ya por ello excepcional. Se advierte que, en opinión de Gregory y Sera, algunas de las características de la dentición de este ser se relacionan con la humana. Tal hecho daría una esperada fuerza a las viejas teorías que al respecto emitían, a mediados del siglo pasado. Lartet y Gaudry. El último descubrimiento importante de Pilgrim es el del Sivapithecus. sólo conocido por dientes aislados y fragmentos de mandíbulas: con tan escasos materiales ha intentado Pilgrim la restauración de la mandíbula inferior. Los resultados han sido sorprendentes. Como Boule lo dice, con palabras que traducen adecuadamente su asombro: "La forma general de ella se acercaría mucho más a la disposición humana que cualquiera otra mandíbula de simio antropoide, vivo o fósil". Valido de esta impresionante similitud, Pilgrim ha sostenido rotundamente que el Sivapithecus es el antecesor directo de los hominidios, lo cual conferiría a tan menudos restos un valor realmente excepcional. Tal opinión, sin embargo, no ha sido aceptada por su colaborador en las investigaciones en la India. anteriormente recordadas. En efecto, Lydekker postula que el nuevo género Sivapithecus no existe y supone que los fragmentos encontrarlos por Pilgrim corresponden a la dentición inferior del Pnlaeopithecus, del cual sólo se conocía la dentición superior. A su vez, Boule, con la prudencia del paleontólogo experimentado, propone esperar que nuevos elementos osteológiros arrojen más clara luz sobre el particular, recordando que las partes del esqueleto que actualmente son conocidas del supuesto Sivapithecus son tan extremadamente fragmentarias y tan similares en los simios y en los hominidios, que no pueden constituir, en la actualidad, prueba suficiente. Sólo la presencia de restos pertenecientes a regiones en que la diferenciación sea más neta podrá decidir la cuestión. Gregory —con otros fundamentos— discute también la tesis de Pilgrim y, habiendo restaurado, a su manera, la mandíbula fósil, la encuentra más próxima a la de una hembra de orangután que a la más primitiva de las mandíbulas humanas posibles. Como se ve, la discusión del Sivapithecus está lejos de encontrarse concluida.
EL MESOPITHECUS. Esqueleto de este simio fósil, hallado en el mioceno superior de Pikerrn (Grecia).

miércoles, 25 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Hipófisis

EL LOBULO ANTERIOR FUNCIONES. Para su mejor comprensión se pueden clasificar, siguiendo a Houssay, en los siguientes grupos: a) de crecimiento; b) metabólicas; c) de regulación de otras endocrinas, y, separadas de éstas por su importancia, d) las sexuales. a) Crecimiento. La antero hipófisis regula el crecimiento por intermedio de una hormona que vierte en la sangre y que Evans, en los Estados Unidos, acaba de obtener en estado de pureza, bajo la forma de polvo. Si a un animal en crecimiento se le extirpa la hipófisis, deja de crecer. Se obtienen así animales enanos que tienden a engordar, si son perros, o a enflaquecer notablemente, si son ratas, y que resultan muy sensibles al ayuno o a las infecciones. Basta inyectarles la hormona para que reinicien su crecimiento, o lo sobrepasen, pudiéndose obtener por este camino verdaderos gigantes de esa especie. Igual resultado se observa en animales normales. En el hombre es dado observar enanos por causa hipofisaria, semejantes a niños por su aspecto, y gigantes como se acostumbra a ver en los circos, cuando por tumores funciona en exceso. Si la hiperfunción del lóbulo anterior se produce en un hombre adulto, el crecimiento óseo ya no es posible sino en la cabeza, las manos y los pies, que adquieren proporciones exageradas; pero la talla no se altera, constituyendo la enfermedad llamada acromegalia. b) Metabólicas. Interviene la antero hipófisis en la regulación del consumo de sustancias nutritivas y en el desprendimiento de calor por las mismas durante sus procesos de degradación. Pero el mecanismo íntimo por el cual lo hace, se conoce muy imperfectamente y no se han aislado puras las hormonas que intervienen. El consumo de las grasas, las proteínas y los hidratos de carbono, es regulado por esta glándula. Los brillantes estudios de Houssay, en la Argentina, han permitido conocer muchos de estos puntos, y particularmente el importante papel que la antero hipófisis desempeña con respecto a los glúcidos, sobre lo que volveremos a propósito del páncreas. Este investigador ha preparado un extracto de lóbulo anterior, llamado diabetógeno, que inyectado a perros les provoca una diabetes típica. Esta diabetes hipofisaria es análoga a la que presentan en el 33% de los casos los enfermos de acromegalia, los cuales padecen o han padecido de hiperfunción hipofisaria. Houssay, Smyth y Foglia han podido comprobar que las hipófisis de cadáveres humanos tienen más sustancia diabetógena que las de otras especies animales. Por el contrario, la falta del lóbulo anterior disminuye la producción y el consumo de glúcidos; así se explica el extraordinario hecho, observado por Houssay en 1930, de que la extirpación del lóbulo anterior mejora la diabetes, enfermedad en la que se hallan aumentados la producción y el consumo de estas sustancias. c) Regulación endocrina. El lóbulo anterior de la hipófisis estimula continuamente la corteza suprarrenal, la tiroides y las gonas (testículo y ovario), y permite que todas estas glándulas tengan estructura y función normales. Esto lo realiza por hormonas específicas para cada glándula, que vuelca en la sangre. Estas son: la córticotrofina, la tirotrofina y las gonadotrofinas. Ya se ha dicho que éstas, por secreciones propias, moderan la hipófisis.
Esquema de las relaciones hormonales entre el lóbulo anterior de la hipófisis y otras glándulas endocrinas. El signo + indica estimulación, y el signo — inhibición.
En los casos de tumores que destruyen este lóbulo hipofisario, o de extirpaciones quirúrgicas, faltan las hormonas, y las glándulas correspondientes disminuyen de tamaño rápidamente. Como dato ilustrativo se puede señalar, que en la rata hipofisopriva hemos observado, a los 15 días de la operación, reducción de los testículos al 10% de su peso inicial, y en las demás glándulas atrofias tan marcadas, que son perceptibles a simple vista. Además de estos trastornos anatómicos, se puede demostrar que funcionan menos que antes. La insuficiencia del lóbulo anterior de hipófisis es restaurada por inyección de extractos del mismo origen, que corrigen todas las deficiencias. Se obtiene igual resultado por inyección de una u otra de sus hormonas, pero en este caso el restablecimiento queda limitado a las propiedades de la sustancia usada. Por inyección de una cantidad excesiva de una hormona, se puede provocar enorme tamaño e hiperfunción de la glándula por ella estimulada.

ANTROPOLOGIA - El hombre paleolítico

LAS INVESTIGACIONES ANTROPOLOGICAS RESPECTO AL PALEOLITICO SUPERIOR Para el Paleolítico superior podemos citar una serie de hallazgos correspondientes a un tipo mucho más evolucionado de Homo Sapiens. Además, podemos consignar la existencia, mucho más frecuente, de esqueletos completos, a veces en hallazgos no aislados. Los restos se encuentran, por lo general, en mejor estado de conservación. Una rápida enumeración nos permite señalar, para el periodo auriñaciense, los cuatro esqueletos de Cromagnon, el de Combe Capelle, los varios de Solutré, la famosísima Red Lady, de Paviland (Inglaterra). el cráneo y la mandíbula de Camargo y Castillo (España) , la serie de sepulturas de Menton (Francia) y otros restos de menor importancia, tales como el fragmento de una bóveda de cráneo, cuyo hallazgo realizó Czarnowski en la Cueva Negra, en las cercanías de Ojców (Polonia). Para el período solutrense, los esqueletos de Laugerie Haute (Francia), de Neu Essing, en la Baja Baviera (Alemania), encontrados en una sepultura en ocre, en una cueva, y de Brünn (Moravia), resto demasiado pequeño y aislado (y además del tipo de Cromagnon) para formar, por sí solo, la presunta "raza de Brünn", que algunos prehistoriadores centroeuropeos proclaman. Por último, para cerrar el solutrense recordemos la serie de catorce esqueletos y otros numerosos restos aislados que fueron hallados en Predmost (Moravia). Aunque estos restos no han merecido la monografía exhaustiva que les corresponde, los estudios preliminares de Toldt y de otros autores demuestran que se apartan .netamente de la raza de CroMagnon para aproximarse, de una manera muy definida, a la de Neanderthal, a la que se asemejan más netamente que los otros grupos del Paleolítico superior, aun cuando un mayor desenvolvimiento de la forma del mentón y un menor desarrollo de la visera supraorbital permite reconocerle como Homo Sapiens. Como en el caso anterior, ciertos autores han querido crear con el conjunto de estos hallazgos la llamada "raza de Predmost". Estas supuestas razas no son, en verdad. más que pequeñas diferenciaciones locales de los tipos fundamentales de hombre fósil que después vamos a recapitular.
CORTE DEL ABRIGO DE CROMAGNON. Las letras indican los lugares principales que pone en evidencia el corte: r, roca de calcáreo cretácico que forma el abrigo; t, antiguo talud; a, depósito de relleno del abrigo; p, piso en el que hay hogares de la Edad del reno; +, lugar de entierro del anciano.

martes, 24 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Hipófisis

La hipófisis es considerada como la glándula de secreción interna de mayor valor, tanto para el individuo como para la especie animal a que pertenece. En efecto, sus trastornos perturban de manera grave casi todas las funciones orgánicas (crecimiento, urinaria, nutritivas, etc.) y las de reproducción. Con respecto a las restantes glándulas endocrinas tiene una posición central, de comando, expresada en diversas formas literarias como cuando se la designa "centro de la constelación endocrina", "director de la orquesta endocrina", etc. En el hombre tiene la forma de una judía de tamaño mediano, acostada transversalmente en el medio y dentro de la base del cráneo, en un receptáculo óseo llamado "silla turca"; su peso es de 0,5 a 0,7 gramos. Por encima de ella, y en comunicación directa por un corto tallo, se halla el hipotálamo, que es una importante región del cerebro situada en la parte inferior y media del mismo.
Esquema que representa un corte vertical antero posterior y una vista superior de la hipófisis, así como su ubicación en la silla turca, en la base del cráneo
El estudio cuidadoso revela que la hipófisis se compone de 3 partes, que son, yendo de adelante atrás: el lóbulo anterior o pars glandularis; la parte intermedia; y el lóbulo posterior o pars nervosa. Al examen microscópico cada una de las tres partes muestra una estructura característica. El lóbulo anterior está formado por cordones celulares enrollados como una madeja de hilo, entre los cuales corren capilares sanguíneos. Las células son de 3 tipos en su aspecto y en su función: sin gránulos en el protoplasma (cromófobas); con gránulos que se tiñen con colorantes ácidos (acidófilas), o con colorantes básicos (basófilas). Las proporciones son las siguientes:
Células cromófobas (sin gránulos) 50% Células acidófilas (con gránulos acidófilos) 40% Células basófilas (con gránulos basófilos) 10%
La parte intermedia está compuesta por células sin gránulos. Al lóbulo posterior lo forman células nerviosas y gran cantidad de fibras nerviosas. Las fibras se prolongan dentro del tallo hasta alcanzar el hipotálamo, con el que establecen amplia comunicación. Completa la estructura de la hipófisis, un rico sistema de vasos sanguíneos. Por razones didácticas se comenzará el estudio de la hipófisis por el lóbulo posterior, invirtiendo así el orden clásico de los textos de anatomía y fisiología.

ANTROPOLOGIA - El hombre paleolítico

LAS INVESTIGACIONES ANTROPOLOGICAS RESPECTO AL PALEOLITICO INFERIOR Desde la época, que hoy nos parece tan asombrosamente remota, en que Boucher de Perales exhibía ante sus incrédulos auditorios la famosa mandíbula de Moulin Quignon, muchos son los restos humanos, pertenecientes a hombres del Paleolítico, que han sido excavados por los prehistoriadores europeos. La paleoantropología o, si se prefiere, la Paleontología humana — como gusta denominar a esta disciplina el profesor Boule—, ha sido preferentemente ejercitada en Francia, en donde no es extraño, por ello, que sea el país de Europa del cual se han extraído más restos humanos fósiles. El esqueleto más antiguo quizá sea el hallado en el ya conocido yacimiento de Le Moustier, en la Dordoña, encontrado en 1908 y que se hallaba depositado en el Museo de Etnología de Berlín. Aunque no todas las opiniones estén totalmente de acuerdo, pues mientras Hauser y otros suponen que pertenece al período musteriense inferior, algunas otras autoridades lo atribuyen a uno de los niveles del musteriense superior, lo cual rejuvenecería considerablemente su edad. El individuo enterrado allí era un adolescente, de unos dieciséis años de edad. El conjunto de los restos demostraba la existencia de un verdadero enterratorio, así como la colocación misma del cuerpo lo revelaba: la mejilla derecha descansaba sobre el codo del brazo derecho, el brazo replegado permitía que la mano tocara la cabeza y ésta se apoyaba sobre un montoncillo de fragmentos de sílex. Junto al brazo izquierdo, extendido a lo largo del cuerpo, se hallaron un hacha de mano y una raedera, ambos de tipo netamente musteriense. La posición de este hallazgo, así como el acompañamiento de un pequeño ajuar funerario se ratifican en otros hallazgos, hechos también en 1908 y años posteriores, pertenecientes al musteriense medio. Los abates Bouyssonie y Bardon, en una pequeña gruta de La Chapelle aux Saints (Corréze), hicieron el primer hallazgo; Peyrony, en los años 1909-1911, lo ratificó reiteradamente. En todos los casos se trataba de verdaderas sepulturas, en donde los muertos yacían extendidos o bien con los miembros flexionados. El brazo derecho se presentaba en algunas ocasiones, replegado como para apoyar o tocar la cabeza. En otras, las piernas, encogidas hacia el tronco, parecían indicar que el cadáver hubiese sido, originariamente, mantenido en esa postura por medio de ligaduras. Hasta niños aparecían sepultados en pequeñas fosas individuales. Estos hallazgos de Peyrony, en La Ferrassie (Dordoña), son, a su vez, confirmatorios de los que Puydt y Lohest habían ya efectuado en 1886, en la localidad de Spy, en Bélgica. Todos ellos pueden atribuirse al musteriense, ya medio (en el primer caso), ya final (en el segundo). Es también a este período al que pertenece otro hallazgo, el de La Quina (Charente), en donde fue hallado un cadáver, en un nivel tan fangoso que hacía suponer se tratase de un ahogado. Algunos autores han supuesto la tesis que de tales circunstancias del yacimiento, podría inferirse la existencia de un rito funerario consistente en la exposición de los muertos en el agua. Esta opinión es por demás atrevida y sería necesario un hallazgo de nuevos restos en tales condiciones para que pudiera ser sostenida con mayor verosimilitud. Un conjunto de por lo menos once esqueletos rotos, y en parte calcinados, de la misma edad musteriense, permiten a algunos prehistoriadores suponer que son demostrativos de la existencia de la antropofagia. También para ellos cabría solicitar una espera hasta el hallazgo de pruebas ratificatorias. Estos restos son los que fueron encontrados en Krapina (Croacia) por Gorjanovic Kramberger. Esta abundancia extraordinaria de restos contrasta vivamente con el solitario hallazgo, también musteriense, de un fragmento de mandíbula, que Maska encontró, en uno de los últimos rincones de la cueva Sipka (Moravia), a casi 1,50 mts. de profundidad, bajo un espeso estrato de cenizas. Para cerrar esta enumeración —que no aspira a ser completa— de restos antropológicos pertenecientes al Paleolítico inferior, convendría señalar algunos más cuya edad no es posible determinar exactamente, por deficiencias del hallazgo o de extracción, pero que podemos datar, de una manera general, dentro de aquella vasta época. Las mandíbulas de Malarnaud, Arcy sur Cure, La Haulette, así como el fragmento de mandíbula de Gourdau, son otros tantos hallazgos franceses ratificatorios de la amplia obra realizada por los prehistoriadores de esa nación. Fuera de Francia, sin embargo, podemos señalar para ese período musteriense algunos hallazgos de interés: el cráneo de Gibraltar, sin duda el resto más completo, representativo del cuaternario español, que fue encontrado en 1848 (lo cual explica sus defectuosas condiciones de hallazgo, sin estatigrafía bien definida ni indicación de la fauna fósil que le acompañaba) y (pie no fue dado a conocer hasta 1864. Su remota antigüedad, sin embargo, puede inferirse por las propias condiciones antropológicas, pues Boule, que lo ha examinado, le encuentra rasgos de tan alta primitividad, que lo incorpora al tipo de Neanderthal. También español es el hallazgo verificado por Alsius en Bañolas (Gerona), en 1887. Se trata de una mandíbula, incrustada en un bloque de travertino muy duro. Su gran arcaísmo se muestra en su rusticidad, el espesor de su rama transversal y las características dentarias. Alemania nos ha permitido hallar, en 1856, en el valle de Neanderthal (cerca de Düsseldorf), en una gruta, varios fragmentos de bóvedas craneanas y porciones de huesos largos y de otros restos humanos, pertenecientes todos a un solo individuo. La forma grosera e inexperta en que se verificó la extracción redujo notablemente las posibilidades de estudio de tales restos. Finalmente llegaron a manos de Fuhlrott, quien los estudió. Como en el caso anterior, estos restos han tenido que hablar por sí mismos. Su estado de fosilización era muy grande y, aunque ello no sea siempre una regla absoluta, hace presumir notable antigüedad. Obermaier hace notar, con bastante gracia, que "de haber hecho esta observación en un principio (su investigador), se hubiera evitado el atribuir estos restos a un eremita de los tiempos medievales o a un cosaco ruso del año 1814". Para concluir, recordemos el hallazgo de la mandíbula incompleta de Ochoa, encontrada en la gruta de Schwedentisch (Moravia), hallada en compañía de una fauna cuaternaria de clima frío, entre restos de cenizas y carbones, que parecían indicadores de la existencia de hogares cuaternarios.
EL HOMBRE DE NEANDERTHAL. De entre los cráneos de este tipo de hombre fósil, éste es uno de los mejor conservados. Se trata de un ser joven. Sus características de primitividad — robustez ósea, especialmente mandibular, frente huidiza, órbitas muy grandes, ausencia de mentón— son las acostumbradas.
EL HALLAZGO DE NEANDERTHAL. El primer hallazgo de restos de hombre fósil de tipo de Neanderthal fue hecho en dicha localidad, en 1856. He aquí dichos restos, vistos de costado.

lunes, 23 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Gestación

MODIFICACIONES FISIOLOGICAS MATERNAS Desde la fecundación, y acentuándose a medida que progresa el embarazo, van apareciendo modificaciones en los órganos genitales y también fuera de ellos. A) MODIFICACIONES GENITALES. Todo el aparato sexual fememino sufre modificaciones a medida que progresa el embarazo: la vagina, las trompas, las mamas, pero donde adquieren un carácter de particular intensidad es en el útero. a) Uterinas. Durante la gravidez en la mujer el útero crece tanto que su peso, de 50 g al comienzo del embarazo, alcanza, al final, 1.000 g sin su contenido, y su capacidad interior aumenta en igual período de sus 2 a 5 cm3 hasta 5.000 ó 7.000 cm3. Este cambio extraordinario se debe en primer lugar al desarrollo de la capa muscular, cuyas fibras aumentan en largo unas 10 veces y también en número, y accesoriamente al endometrio que aumenta de espesor y vascularización.b) Placenta. En la parte del endometrio donde anida el huevo se producen modificaciones muy especiales que llevan a la constitución de un órgano perfectamente individualizado, la placenta. En la mujer la placenta está situada en la cara interna de la pared del útero, tiene la forma de una torta y su tamaño, al fin del embarazo, es de unos 20 cm de largo por 2 cm de ancho y su peso de 500 gramos. De sus dos caras, una se apoya sobre la pared del útero y la otra mira al feto; de esta última parte el cordón umbilical, con una longitud aproximada de 50 a 60 cm de largo y un espesor de 1 a 2 cm, que es el encargado, por venas y arterias que corren por su interior, de llevar y traer sangre al feto. La placenta, órgano intermediario entre la madre y el hijo, es la encargada de realizar los intercambios de nutrición y respiratorios entre ambos, y en su constitución intervienen partes maternas y fetales. El huevo, desde que se implanta en el endometrio, emite un sinnúmero de vellosidades en forma de dedo de guante, que penetran en los anchos lagos sanguíneos que forman los vasos maternos y flotan en ellos. En el interior de esas vellosidades se desarrollan, poco a poco, arterias y venas que se comunican con las fetales, de tal manera que la sangre de la madre y la del hijo, aunque vecinas al nivel de las vellosidades, se hallan separadas por la pared de las mismas como por un filtro, y nunca se comunican directamente. La disposición señalada corresponde a la mujer, pues en otras especies animales es distinta. A través de la pared de las vellosidades pasan, de la madre al hijo, el agua y las sales disueltas, oxígeno, vitaminas, hormonas, etc., y vuelven en sentido contrario los residuos fetales. La pared sirve para interceptar el paso a microbios y partículas de cierto tamaño, y desempeña así un papel de protección. La placenta es también un importante órgano de secreción interna; sobre este papel se insistirá más adelante. B) MODIFICACIONES EXTRAGENITALES. El organismo materno presenta numerosas modificaciones como consecuencia del embarazo, las que alcanzan a casi todas sus funciones. Su mención detallada llevaría mucho espacio. En la piel aparecen manchas, las que se acentúan al nivel de los pezones y en la cara, donde en algunas mujeres constituyen la llamada máscara del embarazo. Además aumenta la retención de muchas sustancias que deben ser utilizadas para la nutrición del feto, como las proteínas, el calcio, el fósforo, el hierro, el yodo, etc. El agua es retenida en gran cantidad y es uno de los factores de aumento del volumen sanguíneo. Las combustiones son mayores en los últimos meses del embarazo por la suma de las fetales a las maternas, aumentando así el desprendimiento de calor por la superficie de la madre.

ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles del Neolítico

La dolicocefalia (cabeza alargada) es una de las más notables características del Paleolítico. Sólci al final, en el aziliense —verdadera transición entre este período y el Neolítico— aparecen los primeros braquicéfalos, así como formas intermediarias, reveladoras de mestizajes entre los nuevos pobladores y la masa poblativa antigua. Esto puede notarse muy bien en los hallazgos realizados por Schmidt, en Ofnet (Baviera) . Dos fosas, en el interior de una gruta, contenían sendas sepulturas colectivas. La más grande, 27 cráneos; la más pequeña, 6. Todos ellos estaban colocados concéntricamente, muy cerca los unos de los otros, con las caras vueltas hacia el Poniente. Todos conservaban sus mandíbulas y muchos de ellos estaban adornados con conchillas agujereadas y caninos de ciervos. En algunos casos esos cráneos conservaban adheridas algunas vértebras cervicales, pero no se hallaron, en ningún caso, muestras de las vértebras inferiores ni de otros restos esqueletarios. Schmidt interpretó esta ausencia como consecuencia de ritos funerarios. Lo más extraordinario de estas extrañas sepulturas era la mezcla de formas dolicocéfalas, intermedias y braquicéfalas a que antes se ha aludido. Los índices cefálicos variaban de 70 a 89, lo que da la medida exacta de la diversidad profunda existente.
SEPULTURA FEMENINA, En una cámara sepulcral del tipo común en los Altos Alpes se encontró esta dama del segundo período del hierro, adornada con collares de cuentas vítreas o de ámbar, fíbulas, pulseras y objetos de uso diario.
LOS DOLICOCEFALOS Los dolicocéfalos son de cara alargada, de cráneo armónico, muy superiores, morfológicamente, a los hombres de CroMagnon. Para algunos autores son representativos del que luego se llamara Homo mediterraneus; los braquicéfalos representarían a los más antiguos individuos conocidos del grupo del Homo alpinus. Los hallazgos realizados en los "kjokkenmoddings" dinamarqueses, nos dan, a su vez, los elementos representativos del último gran grupo europeo, el del Homo nórdicas. En efecto, las poblaciones europeas actuales descienden, en su casi total integridad, de los tres tipos señalados: el mediterráneo, el alpino y el nórdico. Dentro de ellos existen algunas diferencias locales. Tal es el caso de lo evidenciado por los hallazgos antropológicos verificados en los basureros de Muge, en Portugal, estudiados
por de Paula y Mendes Corréa. En este yacimiento han sido señalados dos tipos antropológicos bien diferenciables. Uno, dolicocéfalo, de calota elevada y de cabeza pequeña. Su talla de 1,60 mts. lo coloca entre los pueblos más bien bajos. Otras características lo vinculan con prenegroides, con preetíopes y preaustraloides. El otro tipo es braquicéfalo, con alguna influencia mogoloide. De ambos, el primero es el más numeroso, revelando ser el antiguo poblador. El segundo constituye el invasor nuevo. Tanto el hallazgo de Ofnet como el de Muge demuestran la existencia de una masa poblativa originaria de dolicocéfalos y la aparición de un factor poblativo nuevo, intrusivo y menor en número, de braquicéfalos. La distancia territorial enorme entre ambos yacimientos, situados respectivamente en Baviera y en Portugal, demuestra que este fenómeno ha debido repetirse en toda Europa, con variantes naturales de detalle, ya en las circunstancias de la invasión, ya en la época en que ésta se ha verificado. Debernos esperar, pues, nuevos hallazgos ratificatorios, que permitan establecer los nexos necesarios para poder estudiar el problema más detalladamente y valorar, con más exactitud, su importancia de conjunto.
LOS BRAQUICEFALOS En Francia, en el Hérault, la mestización de hombres de CroMagnon con braquicéfalos ha sido estudiada por Mayet; en el Marne, por de Baye; en Landes por Lartet, ChaplainDuparc y Hamy; en Mónaco, por Verneau. En Bélgica los hallazgos de Prunieres, de Houzé y Fraipont, han dado los mismos resultados. En España, Siret y Jacques han distinguido el mismo fenómeno en el sudeste español, en donde se advierte la presencia de cuatro tipos: el de CroMagnon, el de los vascos españoles, cuya antigüedad parece muy grande, y dos braquicéfalos, uno de carácter local y el otro igual al tipo portugués de Muge. En Italia hay localidades en que hasta llega a notarse un marcado predominio de los invasores braquicéfalos. Otro tanto ocurre en la Europa central. En Suiza la invasión parece haberse producido desde muy antiguo, pues en los pisos neolíticos más arcaicos hay un predominio casi exclusivo de los braquicéfalos. Es muy curioso notar que este predominio disminuye —a la inversa de lo que ocurre en toda Europa— cuanto más nos acercamos a la Edad del bronce, para lograr un predominio de los dolicocéfalos al entrar en ella. En Alemania se vuelve a encontrar una mayor frecuencia de poblaciones dolicocéfalas. Hungría y Checoeslovaquia muestran el cuadro más frecuente: poblaciones dolicocéfalas al comienzo del neolítico, con tendencia progresiva a su desaparición ante el avance de braquicéfalos, que realizan una invasión bien marcada de las regiones montañosas hacia las llanuras. Si continuamos el examen por la Europa oriental llegamos a otras conclusiones. En Polonia y Ucrania hay marcado predominio de dolicocéfalos muy altos. Cuanto más se marcha hacia el Norte y el Este mayor es el índice de frecuencia de las poblaciones de este tipo. Los estudios de Bogdanov demuestran que el substractum poblativo de Rusia está formado por dolicocéfalos tan pronunciados como los suecos, noruegos y dinamarqueses, constitutivos del tipo ideal del Homo nordicus. Como en muchas otras cosas, Inglaterra, por su condición insular, constituye una excepción. Durante todo el período neolítico no existen allí más que poblaciones dolicocéfalas, de talla pequeña y cara larga, probablemente vinculadas al tipo general de Homo mediterraneus. Hay que esperar hasta la aparición de la Edad del bronce para que aparezcan, en las Islas Británicas, hombres braquicéfalos. Se advierte claramente que la condición insular ha retardado la invasión de estos últimos, preservando la pureza del viejo tipo poblativo, así como, probablemente, la de sus usos y costumbres.
HOMBRE NORDICO TRABAJANDO LA TIERRA. La agricultura nace en el Neolítico. Esta representación primitiva sueca muestra la faena de arar.
CARACTERIZACION DE LOS TRES TIPOS HUMANOS NEOLITICOS EUROPEOS El hombre blanco forma en Europa, desde el período Neolítico, tres grandes tipos, según se ha visto: el nórdico, el mediterráneo y el alpino. Los dos primeros son dolicocéfalos; el último es braquicéfalo. Los tres, en su conjunto, constituyen el Homo sapiens albus. La distinción de los tres grupos ya citados es debida al antropólogo sueco Retzius. En la actualidad el tipo nórdico —de cráneo dolicocéfalo, cara larga y estrecha, nariz pequeña y aquilina, ojos azules, cabellos rubios, piel rosada y alta talla—está expandido por el norte de Europa, costas del Mar del Norte, del Báltico, Escocia, norte y este de Inglaterra, este de Irlanda, Holanda, y en islotes en Bélgica, la cuenca del Sena y Normandía. Partes de este gran núcleo racial han recibido distintas denominaciones, según los autores: raza teutónica o germánica, raza kymrica, etc. El segundo tipo dolicocéfalo, de cara larga y estrecha, nariz larga, ojos y cabellos oscuros, se encuentra extendido en la actualidad por Portugal, España, sur de Francia, Córcega, Cerdeña, Sicilia, Italia central y del sur, Grecia y costa norte del Africa. Pequeños islotes de esta gran familia se hallan en la costa oeste de Inglaterra, especialmente en el país de Gales, y en la costa oceánica de Francia. También partes de este tipo racial, recibieron denominaciones especiales: rama mediterránea, hombre meridional, raza iberoinsular. El tipo correspondiente a la raza alpina —caracterizado por su braquicefalia, su rostro ancho y redondeado, nariz más bien ancha, ojos castaños y cabellos negros o castaños, de pequeña talla— tiene un área de distribución que lo muestra penetrando como una cuña entre las masas poblativas de los otros dos. En efecto, ocupa actualmente la mayor parte de Rusia, de los Balcanes, de Bohemia, Suiza, los Alpes, la Italia del norte, el centro de Francia, la Bretaña, y la costa vasca. Los antropólogos han dividido a estas poblaciones, adjudicándoles nombres diversos: razas occidental, céltica, celtoeslava, armenoide, laponoide, etc. Un antropólogo napolitano, GiuffridaRuggieri, ha dado denominaciones especiales a las tres grandes razas: nórdica, mediterránea y alpina, de que estamos tratando. Según su nomenclatura, un tanto solemne, ellas pertenecen a tres conjuntos de hombres: Homo Indoeuropaeus dolichomorphus nordicus, Homo Indoeuropaeus dolichomorphus mediterraneus, Homo Indoeuropaeus brachymorphus alpinus. Como se ve, la única modificación de GiuffridaRuggieri consiste en la incorporación al nombre de la condición de dolicocefalia o de braquicefalia, distintas. El resto no es más que una presuntuosa traslación al latín de los términos comunes y habituales de las lenguas romances. En contra de ciertos prejuicios raciales, que han tenido una nefanda y deletérea acción en la política y en la vida del mundo, basta la somera indicación anterior, respecto de las áreas de distribución de las tres grandes ramas del hombre blanco, para que se advierta hasta qué punto ciertas doctrinas raciales implicaban una evidente ignorancia antropológica o una perversa deformación política de los datos de la ciencia. La distribución racial (que, desde luego, no revela predominio ni ventaja de ninguno de los tres grandes grupos) , ignora —como no podía ser menos— las actuales fronteras políticas, hijas de problemas actuales, que nada tienen que hacer con las remotas épocas en que estas tres grandes ramas se expanden por Europa. Además, lo anteriormente dicho demuestra, en forma indiscutible, que no hay razas
puras y que las aculturaciones (o mezclas raciales) comienzan a producirse en tiempos prehistóricos.

domingo, 22 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - Los hombres Fósiles de Australia

Al examinar las características arqueológicas de Australia, señalaremos las especiales condiciones de gran primitividad y rudeza en que se debatía su vida a la llegada de los primeros navegantes europeos, condiciones que persistieron hasta la época de los viajeros y etnógrafos modernos y constituyeron para sociólogos como Spencer y otros un campo de investigación fascinador y absolutamente inigualable. Por otra parte, sin embargo, el problema planteado por tales poblaciones no era simple sino excesivamente complejo, pues no podía ser resuelto con el único apoyo de la Arqueología, ya que el material presuntivamente arqueológico no difiere esencialmente del usado por los aborígenes australianos hasta el momento de su ya moderna extinción. En tales circunstancias, pues, no es posible establecer épocas, diferenciar lo más antiguo de lo realmente moderno y todo ensayo de cronología se esfuma ante ese panorama cultural sin cambios ni relieves. De esta manera, parecía harto difícil arrojar luces sobre la antigüedad del hombre en Australia ni acerca de su historia primitiva.
EL CRANEO DE TALGAI. Vista de frente de ese resto óseo. Puede advertirse su primitividad y su pésimo estado de conservación. El canino superior muestra características igualmente primitivas.
DESCUBRIMIENTOS ANTROPOLOGICOS EN AUSTRALIA Y MUNDO INSULAR PACIFICO Felizmente, quedaba otro camino, el de la Antropología. El problema pareció resuelto, en 1898, con el descubrimiento de huellas de pasos humanos sobre placas de arenisca, de origen marino, en Varnambool (Victoria) , que fueron encontradas en una vieja playa, removida, a una profundidad de veinte a sesenta metros. El paso de los canguros y de otros animales habían dejado huellas muy patentes sobre la arenisca húmeda. Pero, entre ellas, aparecían otras que parecían de pies y glúteos humanos. Desgraciadamente para los que creyeron demasiado pronto en esa pretendida prueba de la gran antigüedad del hombre australiano, Neotling, durante el transcurso de una exploración por Tasmania, localizó huellas exactamente similares a las de Varnambool, que eran, sin embargo, de canguros. Algunos huesos de ciertos marsupiales fósiles gigantes del período pleistoceno, suelen presentarse, de tarde en tarde, con raspaduras o hendiduras que parecen haber sido verificadas por la acción de algún hombre contemporáneo de aquellas especies antiguas. Sin embargo, este hecho —señalado por De Vis— no es muy concluyente. Primero, por la escasa cantidad de observaciones anotadas; segundo, por la absoluta imposibilidad de hallar, hasta el presente, ni un solo objeto de piedra asociado a tales restos. No obstante, Etheridger, en 1916, ha hecho notar el encuentro de un diente humano en una caverna de Wellington. Un solo documento osteológico humano tiene posibilidades de ser considerado como una prueba formal de la existencia del hombre fósil en Australia. Es el cráneo de Talgai (en Queensland) . Su hallazgo fue verificado por un obrero, en 1884, a una profundidad de alrededor de 2.50 mts. en un depósito aluvional formado por un arroyuelo. Este depósito se componía de una capa inferior de arcilla marrónrojiza y de una superior de tierra vegetal. En el nivel intermedio entre ambos yacía el cráneo. Se encontraba en un avanzado estado de fosilización y cubierto, tanto en el interior como en el exterior, de incrustaciones calcáreas ferruginosas, del mismo tipo que los nódulos calcáreos que constituían parte de la segunda capa del terreno. La extracción, realizada sin mayores recaudos, contribuyó a la fractura reiterada de la calota craneana que, por ello, conserva después de restaurada un aspecto particular. El conjunto de estos restos —que han pertenecido a un adolescente de unos 14 a 16 arios— es de semejanza absoluta con un cráneo de australiano moderno, especialmente en lo que se refiere a la forma y disposición de su calota, en tanto que el rostro manifiesta caracteres aun más primitivos que los de éste. Tales manifestaciones se muestran por la presencia de una frente muy fuyente, un prognatismo enorme, grandes órbitas cuadrangulares, forma palatal muy primitiva y caninos de dimensión extraordinaria, sobresaliendo en forma inusual de la línea coronaria del resto de la dentadura. Esta particular disposición del canino ha provocado superficies de desgaste especiales, que no se observan en la dentadura de los hombres normales pero que, en cambio, se advierten en la de los orangutanes y gorilas. Todo este conjunto de características primitivas —y especialmente la dentaria, que es ya pitecoide— muestran que este cráneo es demostrativo de la existencia de un tipo humano protoaustraliano, que —como dice Boule— ha "adquirido desde antiguo un cerebro humano, pero que ha conservado, en su rostro, un recuerdo más brutal de sus orígenes". El autor citado acepta la edad pleistocena de este hallazgo, basado en su estado de profunda mineralización, aunque reconoce que las condiciones de extracción ya señaladas hacen difícil precisar exactamente su edad geológica. En cuanto a hallazgos en. el mundo insular pacífico, sólo cabe recordar aquí los que Dubois hiciera, en 1890, en Wadjak, en la isla de Java, y de los cuales hablamos al referirnos al hombre paleolítico asiático. Es de esperar que nuevas y sistemáticas investigaciones que se hagan, en el futuro, en Australia y las grandes islas más o menos vecinas, permitan lograr documentos osteológicos ratificatorios, reveladores de las características de los primeros pasos del hombre en esas regiones de la tierra.
EL PRIMER CRANEO DE WADJAK. 1, visto de frente; 2, visto de lo alto. Ambos diseños muestran la primitividad de ciertos rasgos que este resto óseo denota.

sábado, 21 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Función sexual masculina. El testículo

HORMONAS MASCULINAS El testículo fabrica una hormona, la testosterona, cuya acción es mantener los caracteres sexuales masculinos, genitales y extragenitales. Si se la inyecta a un gallo castrado, rápidamente le crecerá la cresta, volverá a cantar y perseguirá a las gallinas, y es éste el procedimiento que habitualmente se sigue para investigar si existe testosterona o una sustancia de acción masculina en un extracto. La testosterona sufre transformaciones en el organismo y es eliminada por la orina. Se ha podido establecer su fórmula química que, repetimos, es parecida a la de las hormonas fabricadas por el ovario, la corteza suprarrenal, etc. La corteza suprarrenal normalmente produce un poco de testosterona, y un exceso de la misma en el caso de algunos tumores que atacan a la mujer.
REGULACION DE LA FUNCION TESTICULAR. LA HIPOFISIS Al estudiar los caracteres sexuales se señaló la estrecha interdependencia hormonal entre el testículo y el lóbulo anterior de la hipófisis, que en realidad constituyen una sola unidad funcional. El lóbulo anterior hipofisario segrega dos sustancias, las gonadotrofinas, que estimulan selectivamente; una, la función generadora de espermatozoides, y otra, la endocrina. Estas gonadotrofinas aumentan en el momento de la pubertad y a ellas se deben originariamente los cambios que sufre el aparato sexual. A su vez, el testículo por intermedio de la testosterona modera la hipófisis. Debe recordarse que la hipófisis modifica su secreción de gonadotrofinas según estímulos que le llegan no sólo del testículo, sino de la suprarrenal, de la tiroides y del sistema nervioso.
Esquema del sistema endocrino que regula la función sexual.

ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles de América del Sur

EL HOMBRE DE LAGOA SANTA Un naturalista danés, Pieter Wilhelm Lund, fue el autor de uno de los más importantes hallazgos antropológicos de la América del Sur. Este hallazgo es el de una serie de esqueletos humanos encontrados en las márgenes del lago Somidouro, cerca de la población de Lagoa Santa (Brasil) . Hay allí seis cavernas, tan cercanas al borde del lago, que las crecientes periódicas penetran en su interior. Estas producen, desgraciadamente, traslaciones y alteraciones de los restos de las capas, en el material de residuos que constituyen el relleno de aquellas cavidades naturales, lo cual, naturalmente, dificulta la determinación del valor positivo de ciertas asociaciones de fauna y hombres fósiles. Lund revisó esas cavernas (entre muchas otras), en busca de restos de fauna fósil e inopinadamente encontró, junto a éstos, los de seres humanos. Tales restos fueron recogidos por él de 1834 a 1844. Al comienzo no les concedió mayor importancia, sospechando se tratase de entena torios modernos. Pero, en 1844, escribió a su amigo Rafn, secretario de la Sociedad de Anticuarios del Norte, en Suecia, afirmando que la presencia del hombre en esta parte de América "remonta probablemente a los tiempos geológicos". Esos restos (a excepción de un cráneo que quedó en Río de Janeiro, en el Instituto de Historia y Geografía) , fueron depositados en el Museo de Copenhague, donde fueron estudiados por diversos antropólogos. De Quatrefages los bautizó con el nombre de "raza de Lagoa Santa". Sóren Hansen los describió minuciosamente. Lacerda y Peixoto estudiaron el cráneo que quedó en Brasil y Rivet nos ha dado su diagnosis. Según ella sabernos que se trata de un hombre de cráneo pequeño, dolicocéfalo, sobreelevado; cara corta, frente ancha, nariz y órbitas medianas y gran desarrollo de la bóveda palatina. La gran separación de las arcadas zigomáticas le da un aspecto piramidal característico, visto de frente. En opinión de estos autores se trata de restos antiguos, de gran valor tipo lógico. Por su parte Hrdlicka ha insistido en la remoción continua del terreno por las aguas, en la similitud morfológica de estos cráneos con las poblaciones modernas americanas y en la diferente coloración que presentan algunos de ellos, lo que probaría, en su opinión, que pertenecen a diversas épocas y no pueden, por tanto, ser considerados como totalmente antiguos. Sin embargo, ha prevalecido la opinión de la mayor parte de los estudiosos que les asigna una gran antigüedad. Ella se aumenta en importancia por la comprobación, que estudios modernos han logrado, de la enorme área de difusión alcanzada por este tipo humano en nuestro continente. En efecto, los antropólogos brasileños mencionados, así como de Quatrefages, han mostrado que este tipo hypsidolicocéfalo constituye no sólo el substractum de poblaciones del Brasil (como los botokudos y los "hombres de los sambaquis") sino que, también, se le encuentra mezclado en las poblaciones primitivas andoperuanas; Rivet lo ha demostrado así para las del Ecuador; Ten Kate lo ha hallado en las sepulturas antiguas de la baja California, territorio que por su condición peninsular fue el refugio de poblaciones primitivas ante avances de otros grupos humanos más evolucionados; y, por último, Verneau lo encuentra entre los pobladores primitivos de la Patagonia. Tenemos, pues, que un tipo de hombre hypsidolicocéfalo ha poblado América desde California a la Patagonia, y desde el Ecuador a la costa atlántica del Brasil, en épocas remotas. Este hecho es suficiente como para concederle la importancia que se merece como factor poblativo originario.
EL HOMBRE DE LAGOA SANTA. He aquí dos vistas de uno de los cráneos correspondientes a este tipo humano.

viernes, 20 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Función sexual masculina. El testículo

El testículo, como el ovario, es una glándula mixta con una función generativa, productora de espermatozoides o gameto masculino, y una función endocrina, que consiste en la producción y entrega a la sangre de hormonas que mantienen los caracteres sexuales secundarios masculinos, genitales y extragenitales. Aquí sólo se tratará la función endocrina.
ANATOMIA E HISTOLOGIA El aparato genital masculino está constituido por el testículo, órgano donde nacen los espermatozoides, y un sistema de tubos que conducen a éstos al exterior. Como anexos a este sistema se hallan varias glándulas cuyas secreciones se suman a la testicular. El aparato genital masculino guarda íntimas relaciones anatómicas con el urinario y la parte final de sus vías es común.
Arriba, esquema general del aparato sexual masculino; abajo, corte de un testículo en el cual se pueden apreciar los lóbulos, los tubos seminíferos, el epidídimo y el conducto deferente.
Los testículos son dos órganos glandulares contenidos en las bolsas, fuera de las grandes cavidades del cuerpo, lo que hace de ellos los órganos de más baja temperatura del organismo. En el adulto tienen la forma y tamaño de un huevo de paloma y sus dimensiones son de 40 a 45 mm de largo; 25 mm de ancho y 30 mm de alto y cada uno pesa aproximadamente 20 gramos. Una fuerte membrana, la albugínea, envuelve a cada testículo; de ésta parten tabiques que lo dividen en unos 250 compartimientos cónicos, cuyos vértices confluyen en la parte posterior. En cada compartimiento existen de 1 a 3 tubos, de 30 a 70 cm de largo por 150 a 250 micrones de ancho, de curso muy tortuoso, llamados tubos seminíferos, los que sumados a los de los demás compartimientos miden unos 250 metros. En las paredes de los tubos seminíferos hay células que sufren un particular proceso de maduración que termina en la producción de espermatozoides, que luego son vertidos en la luz del tubo seminífero. Esta maduración solamente es completada a partir de los 14 años, edad que marca la pubertad en el varón, o sea la iniciación de su vida sexual fértil y que continuará hasta los 50 ó 70 años. El examen microscópico revela entre los tubos la existencia de vasos, nervios y células reunidas en grupos, llamadas células intersticiales, a las que se cree productoras de la secreción interna testicular. Un largo y complejo sistema de tubos excretores conduce los espermatozoides desde los tubos seminíferos hasta el exterior. Todos los tubos seminíferos convergen en el epidídimo, que es una porción superpuesta al testículo como un casquete y dentro de la cual una serie de tubos tortuosos dan origen al conducto deferente. Este tiene un espesor de 1 a 2 mm y un largo de unos 40 cm. Penetra en el abdomen y desemboca en la uretra, cerca de su origen en la vejiga; sin embargo, antes atraviesa la glándula prostática y da origen también a una dilatación en forma de ampolla, la vesícula seminal. La uretra es un conducto mixto, génitourinario, por el cual pasa la orina y la esperma; nace en la vejiga y se dirige hacia el pene, al que recorre en toda su longitud, para abrirse al exterior en su extremidad libre. Hay varias glándulas anexas al aparato genital que producen secrecionesque se vuelcan en éste. La principal esla próstata, situada en la pelvis, dondees perforada por la uretra a su salida de la vejiga, como un tubo que perforara un tapón. La hormona sexual masculina mantiene el tamaño y función normales de la próstata, la castración reduce notablemente su tamaño. Después de los 40 ó 50 años de edad suele agrandarse en muchos sujetos, hasta alcanzar a veces el tamaño de una naranja, y entonces ocasiona dificultades en la micción por compresión de la uretra y otros serios trastornos que mejoran o curan con su extirpación.

ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles de América del Sur

LOS HALLAZGOS EN LA ARGENTINA Y SU TEORIZACION POR AMEGHINO También la República Argentina ha dado a la Antropología una contribución esencial con una serie de hallazgos curiosos cuya teorización y ensamblamiento estuvieron a cargo del notable paleontólogo Florentino Ameghino. Desde su juventud, éste realizó investigaciones copiosas destinadas a dilucidar la difusión de los mamíferos fósiles y (como un caso particular de ellos) del hombre. Evolucionista convencido, discípulo de Lyell, de Lamarck y de Darwin, Ameghino estableció una cadena filogenética hipotética, con respecto a los antepasados del Homo Sapiens, cuya cuna creía encontrar en las llanuras bonaerenses y el norte de la Patagonia argentina. Esta cadena filogenética comprende cuatro eslabones: el tetraprothomo, el triprotHomo, el diprothomo y el prothomo, a cuya búsqueda y atribución de los restos encontrados se dedicó ardorosa. mente. Para fundar la existencia del te. traprothomo, apeló a un fémur y un atlas encontrados en la localidad de Monte Hermoso, situada al este de la ciudad marítima de Bahía Blanca. Allí, en unas barrancas de gran altura que miran al mar, y que ya habían mostrado con anterioridad su riqueza en fauna fósil, fueron aquellos restos encontrados. Ameghino los describe con detalle en 1908. El fémur mediría apenas 0,18 mts.; la pérdida de una de las apófisis reducía esa dimensión a 0,16. Según ello, la talla de su poseedor no alcanzaría a un metro. Ameghino estimó q ue el resto era humano. Tal atribución fue negada por Lehmann Nistche, quien supuso pertenecía a un gran felino. Bordas, en nuestros días, lo cree atribuible a un oso de las cavernas. En cuanto al atlas, su pequeñez y otros detalles morfológicos hicieron que Lehmann Nistche lo aceptara como humano, creando con él lo que denominó el Homo neogeus, nombre que ha parecido demasiado ambicioso a los demás antropólogos, ya que el hueso, en sí mismo, no revela la gran antigüedad que Ameghino le atribuye. No hay ni' un solo vestigio óseo que pueda ser representativo del triprothomo. De manera que es necesario renunciar a la posesión de elementos comprobatorios de su existencia, al menos hasta la fecha. En cuanto al diprothomo, toda su existencia se basa en un trozo de calota hallado al realizarse la construcción del dique de carena del actual puerto viejo de Buenos Aires. Allí, a unos 40 mts. de profundidad, en un terreno perteneciente, según Ameghino, al plioceno inferior, es decir, a la base del pampeano, apareció ese fragmentario vestigio. Todo el problema se reduce a aceptar, o no, por una parte la determinación estratigráfica del terreno, por otra la orientación que Ameghino da a ese resto. Acerca de lo primero, debemos decir que todo el sistema estratigráfico que creó Ameghino debe ser rejuvenecido, de acuerdo con las investigaciones modernas. En cuanto a lo segundo, como la calota presenta adherido un trozo de frontal, la orientación es fundamental para determinar la posición más o menos fuyente de la frente (que, como ya sabemos, es signo de gran primitividad). Actualmente se entiende que Ameghino orientó equivocadamente aquel resto. Esta es, por lo menos, la opinión de la mayoría de los autores. En cuanto al prothomo, es posible quizá vincular a ese antecesor hipotético el cráneo del arroyo La Tigra (cerca de Miramar) y los tres de Necochea. Ameghino los consideraba como pliocenos; pero las condiciones del hallazgo, en cuanto al primero, no son claras ni bien establecidas, y en cuanto a los de Necochea fueron encontrados a una profundidad tan pequeña, que se está tentado de negarles tan grande antigüedad. De cualquier manera, ninguno de ellos —como la propia calota del supuesto diprothomo— difiere de los indígenas bonaerenses de la época de la colonización de esa parte del país. Además de los restos citados hay un vasto conjunto en materiales antropológicos que han sido estudiados y que, de una manera u otra, demuestran la existencia de numerosos vestigios correspondientes a un piso bonaerense, es decir, mucho más moderno que la antigüedad generalmente atribuida a los restos anteriores. Así, los cuatro esqueletos encontrados a orillas del río Carcarañá (1864); los que Ameghino descubrió, asociados a fauna fósil, en el arroyo Frías, cerca de la población de Mercedes (1870 73) ; el esqueleto de Saladero, cerca de Pergamino (1876) ; el de Arrecifes (o Fontezuelas o Pontimelo, según los diferentes autores) que, como el anterior fue encontrado por Roth (1881) ; los cráneos o esqueletos que Ameghino halló o describió, encontrados en Arrecifes y en las márgenes del arroyo Samborombón (1889) ; el esqueleto de Chocorí, descrito por LehmannNistche (1907) ; el que Carlos Ameghino encontró en una barranca del arroyo Siasgo (1910) ; los dos esqueletos encontrados al oeste de Miramar, cerca del arroyo del Moro (1910), etc. Muchos de ellos, como los hallazgos de 187073, 1881, 1889 y 1910 estaban asociados a fauna fósil. También lo estaban —según se cree— los que Roth encontró en 1887, en las proximidades de Baradero, y que actualmente están depositados en la Escuela Politécnica Federal de Zurich. Todo ello, pues, permite advertir, por una parte, la amplitud del panorama antropológico, asociado al problema del hombre fósil, en la Argentina; por otra, la reiteración e insistencia con que aparecen testimonios óseos destinados a probar una existencia de poblaciones primitivas bastante antiguas en esta parte de América. Sobre los últimos hallazgos mencionados, Ameghino fundamentó la existencia de dos supuestos nuevos tipos humanos: el Homo caput inclinatus y el Homo sine mento. El primero, de acuerdo con los restos del arroyo Siasgo, era denominado así porque suponía Ameghino que este ser no había logrado la posición totalmente erecta de su cabeza y debía de llevarla perpetuamente inclinada hacia abajo. En cuanto al Homo sine mento, su nombre respondía a la ausencia de mentón que Ameghino creía observar. Ambas determinaciones han sido discutidas. La del caput inclinatus por Mochi y Hrdlicka, que no ven en este cráneo sino una de las tantas deformaciones artificiales frecuentes en América. El sine mento lo fue por Hrdlicka y otros antropólogos, que han entendido se trata de un cráneo femenino, con mentón poco pronunciado pero existente.
FEMUR DE MONTE HERMOSO. Este fémur, que motivó muchas interpretaciones, es un hallazgo capital para la doctrina sustentada por Ameghino.
CRANEO DE LA TIGRA. Este cráneo ilustra uno de los ejemplares de lo que Ameghino llamó el Homo pampaeus. El lo describió en 1898, pero hasta 1906 no le concedió gran importancia. Finalmente, en 1909 volvió a ocuparse por extenso de él. En torno del mismo y de otros hallazgos similares se han hecho extensas discusiones.