LA RESPIRACION DE LOS ANFIBIOS. Inspiración del aire. Como ya se dijo anteriormente, casi todos los anfibios respiran por branquias en su fase larval, por lo menos. Algunos respiran parcialmente por branquias en el estado adulto (perennibranquios), pero con muy raras excepciones no dejan nunca de respirar por pulmones. En los anfibios que llevan una vida en parte acuática, sin embargo, la respiración cutánea llega a ser tan importante como la pulmonar, o más, y ésta es la única que existe en una familia de salamandras americanas que jamás tienen branquias ni pulmones. El aire penetra en los pulmones de los anfibios de un modo interesante, diferente del que se observa en los demás vertebrados. Mientras que, en éstos, diferentes músculos dilatan la caja torácica obligando al aire a entrar y llegar hasta los pulmones, en los anfibios, la ausencia de una verdadera caja torácica obliga a inspirar el aire del siguiente modo: el aire entra por los orificios nasales y llena la cavidad bucal; entonces, ciérranse las narices mediante ciertas válvulas, y los músculos del fondo de la boca (de la garganta) se contraen y envían el aire hacia los pulmones. La espiración se hace en virtud de la contracción de los músculos del cuerpo. Por eso la garganta de un sapo o de una rana está siempre dilatándose y contrayéndose.
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