LA SEGUNDA GUERRA PUNICA: INVASION DE ITALIA Y CAMPAÑAS DE ANIBAL Aníbal había concebido un vasto y atrevido plan de operaciones. En los últimos años Roma había sometido toda la región del Po hasta los Alpes, y Aníbal estaba seguro de que, si conseguía llegar hasta allí, contaría con la ayuda de esas poblaciones belicosas que, seguramente, aspirarían a sacudir el pesado yugo romano. Resolvió entonces marchar por tierra y cruzar los Alpes para invadir Italia por el Norte, proyecto lleno de dificultades que puso en ejecución en 218. Con cerca de cien mil hombres, con una pesada impedimenta de la que formaban parte cuarenta elefantes de combate, Aníbal inició la marcha desde Cartagena; cruzó el Ebro, los Pirineos, el Ródano y llegó a los Alpes; entonces emprendió el paso de la cordillera y, pese a las pérdidas sufridas en hombres, animales y material de guerra, logró descender a la llanura del norte de Italia con fuerzas suficientes para marchar al encuentro de un ejército romano que pretendía cerrarle el paso. En las orillas del río Tesino, el ejército invasor logró su primera victoria abatiendo al ejército romano que mandaba el cónsul P. Cornelio Escipión. Poco después —el mismo año 218— Aníbal logró un nuevo triunfo frente a otro ejército romano mandado por el otro cónsul, Tito Sempronio, en las riberas del Trebia. Con estos éxitos Aníbal consiguió no sólo desbaratar la resistencia al norte de los Apeninos sino también atraerse a las poblaciones galas recientemente sometidas por Roma, cuyos guerreros engrosaron las filas del ejército invasor. Con este refuerzo, el general cartaginés decidió cruzar los Apeninos y entrar en la Italia central, donde los romanos contaban con nuevas fuerzas para oponerle. La fortuna siguió acompañando al invasor. El cónsul Flaminio fue abatido en la batalla del lago Trasimeno en 217 y Roma parecía quedar a merced de los enemigos. Pero Aníbal decidió marchar hacia el Sur sin ocupar la capital, fuera porque quería sublevar las ciudades griegas, fuera porque le apremiaba el restablecer sus comunicaciones marítimas con Cartago. Los romanos, aconsejados y dirigidos por el dictador Fabio Cunctator, evitaron por entonces la batalla campal y se limitaron a hostilizar la retaguardia de Aníbal. Pero al año siguiente, los cónsules Terencio Varrón y Paulo Emilio cambiaron de táctica y enfrentaron al cartaginés en Cannas, donde sufrieron una sangrienta derrota que dejó a Roma sin ejércitos. Durante los diez años que siguieron, Roma afrontó con ejemplar energía la guerra en todos los frentes. Se luchó en España, en Iliria, y, sobre todo, en Sicilia, donde Siracusa se había decidido por Aníbal. Una diplomacia hábil permitió a los romanos atraerse algunos aliados y pudieron rehacerse poco a poco, mientras Aníbal esperaba un momento favorable para dar un golpe decisivo. Pero el momento no llegó. En 212, el cónsul Marcelo se apoderó de Siracusa; en 211, Publio Cornelio Escipión conquistó la España cartaginesa; y en 208, un poderoso ejército que venía en socorro de Aníbal a las órdenes de su hermano Asdrúbal cayó vencido en el Metauro por los cónsules Livio Salinator y Claudio Nerón. Aníbal comenzó a temer por su suerte, viendo cómo se cerraban sus vías de comunicación y cómo volvían a dominio romano las ciudades del sur de Italia que antes se habían adherido a su causa; ante tal situación, pasó a la defensiva y procuró de todos modos robustecer sus fuerzas, sin poder lograrlo. Entre tanto, un joven general romano, Escipión, ideó un plan de guerra que debía sacarlo de Italia.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
martes, 29 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - Las dos primeras guerras púnicas
LA PRIMERA GUERRA PUNICA Y EL IMPERIO CARTAGINES EN ESPAÑA La rivalidad entre Roma y Cartago comenzó cuando la primera se transformó en potencia marítima por la conquista de las ciudades griegas; hasta entonces habían mantenido los dos países buenas relaciones, pero desde ese momento se agriaron hasta el punto de que un pequeño incidente llegó a provocar el conflicto armado entre ellos. En efecto, en 264 se apoderaron los cartagineses de Mesina, cuyos habitantes pidieron ayuda a Roma; no sin vacilaciones, Roma se decidió a intervenir, pese a que no se consideraba todavía en condiciones de afrontar la lucha con un rival que poseía mayores recursos que ella en los mares; pero las circunstancias precipitaron los acontecimientos, y muy pronto obtuvieron sus ejércitos una victoria en Sicilia, donde los cartagineses fueron arrojados de Mesina. Poco después, y ante la amenaza de que Cartago cortara sus comunicaciones a través del estrecho, una flota romana mandada por el cónsul Duilio trabó combate con las naves cartaginesas y logró derrotarlas en la batalla de Miles, frente a la costa siciliana. Para definir el conflicto, el cónsul Régulo concibió un vasto plan estratégico que consistía en desembarcar en la costa africana y dirigirse directamente contra Cartago. Puesto en acción el plan, Régulo fue derrotado por el ejército cartaginés que mandaba el general espartano Jantipo y la operación terminó en un terrible fracaso. Las operaciones se limitaron por algún tiempo a las guerras de Sicilia, pero, finalmente, los romanos consiguieron una formidable victoria naval frente a las islas Egatas en 241 y Cartago, vencida en el mar, ce vio obligada a pedir la paz. Roma supo aprovechar su victoria. Se estableció en, Sicilia, donde sólo quedó fuera de su autoridad la ciudad de Siracusa, que estaba en manos de un rey amigo; y en los años subsiguientes, sus fuerzas ocuparon Córcega y Cerdeña, de modo que los cartagineses perdieron todas sus bases para el comercio del mar Tirreno. Para resarcirse, los cartagineses, bajo la inspiración y el mando de Amílcar Barca, lograron establecerse en las costas de España. Allí se dedicaron a explotar sistemáticamente las riquezas minerales y a someter a los naturales del país, que fueron incorporados paulatinamente al ejército. Poco después, el yerno y sucesor de Amílcar, Asdrúbal, fundó la ciudad de Cartago Nova (Cartagena) y acentuó la penetración hacia el interior. Finalmente, en 221, Aníbal, hijo de Amílcar, sucedió a Asdrúbal y dio a su política un aire desafiante contra Roma, a la que odiaba desde niño. Roma trató de contener los impulsos del cartaginés y apoyó a algunas ciudades, entre ellas Sagunto; pero en 219 Aníbal estaba ya decidido a atacar a Roma por tierra y provocó a Sagunto, tomándola después de un feroz asedio, a pesar de las prevenciones que Roma había tomado. La guerra, pues, estaba decidida.
ACUEDUCTO DE TARRAGONA. Las grandes obras públicas romanas muestran la audacia y la capacidad de empresa que caracterizó a este pueblo. Este acueducto, como otros tantos, servía no sólo para conducir las aguas sino también como puente y camino. Junto con el de Segovia, también en España, goza de merecida fama.
lunes, 28 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - Las dos primeras guerras púnicas
La importancia de las guerras púnicas fue decisiva en la suerte de Roma. Por primera vez, la autoridad romana se extendió sobre regiones ultramarinas y, desde entonces, sus hombres más representativos comenzaron a soñar con un vasto imperio, que parecía rendirse a sus pies por la debilidad de todas las potencias del Mediterráneo. Roma había experimentado su fuerza y se halló capaz para las más difíciles aventuras de conquista.
TUMBA DE CECILIA METELLA. Las grandes familias romanas acostumbraban a enterrar sus muertos en hermosos mausoleos que se levantaban a lo largo de los principales caminos que salían de Roma.
domingo, 27 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - Las dos primeras guerras púnicas
LA CAMPAÑA DE ESCIPION EN AFRICA Escipión, el hijo del general que había vencido en España, era hombre de profunda visión. No sin vencer muchas resistencias logró que se lo designara jefe de, una expedición que, partiendo de Sicilia, debía procurar llevar la guerra al territorio cartaginés. Una maniobra diplomática muy sutil le proporcionó la ayuda de un pueblo africano, los númidas, con cuyo apoyo emprendió las operaciones contra la ciudad de Cartago después de haber logrado transportar su ejército a través del mar sin que se le opusiera la escuadra enemiga. Entre tanto, Cartago había llamado a Aníbal para que organizara la defensa, y el general abandonó Italia para acudir a su patria. Con el ejército que pudo formar se enfrentó con Escipión, pero el joven general romano lo derrotó en la batalla de Zama, en 202. Cartago debió someterse. Perdió todos sus territorios ultramarinos y parte de sus territorios metropolitanos, debiendo entregar a los romanos su flota y su material de guerra, además de una gruesa indemnización. Con ello desaparecía Cartago como potencia marítima y Roma quedaba como señora de toda la cuenca occidental del Mediterráneo.
sábado, 26 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La época de las guerras médicas
LA SEGUNDA GUERRA Darío murió poco después, pero legó a su hijo Jerjes el proyecto de invasión y conquista de Grecia. Los griegos, por su parte, seguían paso a paso los preparativos enemigos y procuraron hallar los medios más seguros para defenderse, para lo cual decidieron los atenienses, a iniciativa de Temístocles, organizar una gran flota, porque estaban convencidos de que era en el mar donde podían aplicar los más violentos golpes a sus enemigos. Así, cuando en 480 comenzó Jerjes la marcha con su poderosa fuerza, Atenas pudo contar con vastos recursos para la guerra marítima, en tanto que Esparta ponía al servicio de la defensa común su excelente ejército. El plan de Jerjes era atacar a Grecia simultáneamente por tierra y por mar. Un ejército nunca visto —de cerca de doscientos mil hombres— emprendió la marcha desde Asia Menor cruzando el estrecho de los Dardanelos por un puente de barcas, y se internó en Tracia para seguir luego a través de Macedonia y Tesalia; la flota acompañaba al ejército siguiendo la costa, y sus setecientas naves ofrecían un espectáculo inusitado que hubiera podido amilanar a sus enemigos. Así llegaron al desfiladero de las Termópilas. Este pequeño paso, por el que se entra en el territorio de Grecia central, ofrecía buenas condiciones topográficas para su defensa. El ejército espartano, mandado por Leónidas, resolvió resistir allí y, en efecto, consiguió contener al inmenso ejército enemigo con pocas fuerzas. Sin embargo, un traidor descubrió a los persas un camino por el cual pudieron envolver a los espartanos; Leónidas ordenó entonces evacuar la posición al grueso del ejército, y él se quedó con trescientos hombres para defender el paso hasta último momento. Allí murió el heroico jefe con sus hombres cuando los enemigos completaron el cerco, mientras los persas proseguían su avance hacia el Sur. Ante la llegada del enemigo los atenienses evacuaron la ciudad y se refugiaron en la isla de Salamina. Atenas fue incendiada y el pavor comenzó a cundir entre los griegos; pero Temístocles decidió a sus colegas del mando supremo para que se ofreciera batalla naval a los persas y ordenó una maniobra, gracias a la cual las naves griegas derrotaron y pusieron en fuga a los barcos enemigos frente a la isla de Sala-mina. Tonificado por la victoria, el ejército griego marchó contra el persa y logró derrotarlo en la batalla de Platea, después de la cual los invasores emprendieron la retirada; la flota persa sufrió una nueva derrota en Micala al año siguiente (479), y, por el momento, el peligro de la invasión quedó conjurado.
ALCIBIADES. Se cree que este mármol deteriorado representa al político y militar célebre por su ambición, su heroísmo y hasta por sus traiciones.
viernes, 25 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA LA EPOCA DE LAS GUERRAS MEDICAS
HISTORIA ANTIGUA - La época de las guerras médicas PRIMERA GUERRA. MARATON El Gran Rey decidió llegar por mar a la costa ateniense y realizar un desembarco en las proximidades de la ciudad. Su propio yerno, Mardonio, recibió el mando de la expedición, que cruzó el mar Egeo en el 490 y llegó a la pequeña llanura de Maratón, distante treinta kilómetros de Atenas, para realizar allí el desembarco. Atenas había logrado reunir —con la ayuda de algunas ciudades— una fuerza de treinta mil hombres; tocaba el mando ese día al estratego Milcíades, quien resolvió dar la batalla inmediatamente para impedir que los persas operaran su ordenamiento en la llanura; entonces, con un esfuerzo continuo y ordenado, los soldados griegos comenzaron a batir a las tropas enemigas hasta que, al cabo de muchas horas, lograron deshacer sus filas. Los persas huyeron hacia sus naves y abandonaron el suelo griego, entre la sorpresa de sus jefes, que no se podían explicar su fracaso. La victoria de Maratón, cuya gloria correspondía a Atenas, puso freno al primer intento de invasión. Pero nadie podía engañarse suponiendo que los persas abandonarían definitivamente sus proyectos, pues era claro que poseían recursos suficientes para intentar realizarlos otra vez con mayores probabilidades de éxito. De modo que, para prever los riesgos futuros, las ciudades griegas comenzaron a prepararse para repeler el inevitable ataque. MILCIADES. Fue el gran vencedor de Maratón, en las guerras por la libertad. Este busto en mármol, de la primera mitad del siglo v.
jueves, 24 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA LA ÉPOCA DE LAS GUERRAS MÉDICAS
miércoles, 23 de septiembre de 2015
HITORIA ANTIGUA LA ÈPOCA DE LAS GUERRAS MÉDICAS
martes, 22 de septiembre de 2015
HITORIA
lunes, 21 de septiembre de 2015
HITORIA ANTIGUA
domingo, 20 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA LA EXPASION TRANSMARINA HELENIZACION DE ROMA
sábado, 19 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La expansión transmarina y la helenización de Roma
viernes, 18 de septiembre de 2015
HISTOTIA ANTIGUA LA EXPANCION TRANSMARINA Y LA HELENIZACION DE ROMA
jueves, 17 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La expansión transmarina y la helenización de Roma
miércoles, 16 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - Esplendor de fenicios y hebreos
martes, 15 de septiembre de 2015
lunes, 14 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGU ESPLENDEDOR DE FENICIOS YHEBREOS
domingo, 13 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA ESPARTA Y LA GERRA
sábado, 12 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA ESPARTA Y LA GERRA
jueves, 10 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA ESPARTA Y GERRA
martes, 8 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación persa
LOS SUCESORES DE CIRO El primer sucesor de Ciro fue su hijo Cambises. Su conducta no fue la de su padre; era orgulloso y cruel, y más tarde se advirtió que era demente. Con todo, su acción fue, en los primeros tiempos, vigorosa y fructífera, porque logró agregar al imperio el Egipto, aunque después fracasó en el sometimiento de las regiones vecinas. Al fin, tras dar muestras de su locura con multitud de hechos, Cambises se suicidó N' el reino persa cayó en manos de un usurpador; pero no duró mucho, y al fin fue elegido rey Darío, un hombre de espíritu superior que siguió la política iniciada por Ciro. Darío no fue un conquistador sino que dedicó sus energías y su actividad a la organización del vasto imperio que le habían legado sus antecesores. Debió reprimir sublevaciones y vigilar las fronteras; pero nada le preocupó tanto como estimular el desarrollo de las riquezas y asentar la prosperidad general sobre leyes justas y respetadas. Para lo primero, Darío fomentó el comercio con la India y trató de aprovechar la actividad de los fenicios y los griegos de la costa de Asia Menor. Para lo segundo, ideó un vasto plan administrativo y político que consistió en dividir el imperio en satrapías, cada una de las cuales estaba gobernada por un sátrapa, cuyas instrucciones eran tratar de respetar las características propias del país y estimular su desenvolvimiento dentro de sus tradiciones. El Gran Rey, como se le llamaba, era un jefe absoluto, pero su poder estaba destinado a asegurar la justicia y se ejercía no sólo por medio de sus sátrapas, sino también por conducto de los inspectores que enviaba para controlar la conducta de éstos y averiguar si expoliaban y oprimían al pueblo. Igualmente, trató de organizar el ejército, los correos, las vías de comunicación terrestres y fluviales; ciertamente, tuvo éxito, pero su vida fue breve para la inmensa tarea que significaba aglutinar estados tan diversos como los que reunía en sus manos. Por eso, cuando tuvo que enfrentar a los griegos después de 497, comprobó con dolor que su obra no había madurado, y las guerras médicas constituyeron un revés para su pueblo.
DARIO III. El último descendiente de la familia de los Aqueménidas fue Darío III. Con él sucumbió el vasto imperio que había formado Ciro y organizó Darío I.
Los sucesores de Darío carecieron del vigor y el genio que caracterizaron a los reyes que les habían precedido en el trono persa. Se mezclaron en los conflictos de los griegos y comenzaron a aparecer como una amenaza cada vez más próxima para la seguridad de esos pueblos, de modo que los reyes de Macedonia decidieron acabar con la dinastía aqueménida. El plan lo preparó el rey Filipo, pero lo cumplió su hijo Alejandro, que derrotó a Darío III y conquistó el territorio íntegro del Imperio (332-323). Los tiempos de esplendor se caracterizaron en Persia por un notable desarrollo de las artes plásticas; no fueron éstas muy originales —acaso porque les faltó tiempo para madurar—; pero revelaron un notable sentido de la grandiosidad y cierta capacidad para fundir cuantas influencias hallaron dignas de ser imitadas. Los edificios más suntuosos fueron los palacios reales, en los que se encerraban vastas salas y abundaban las columnas, los frisos y los bajos relieves. Las tumbas de los reyes, en cambio, fueron más bien sencillas y solían imitar los hipogeos egipcios. Estas tumbas estaban decoradas siguiendo las alegorías propias del culto persa de los muertos. Esta creencia en la vida de ultratumba estaba estrechamente relacionada con la doctrina religiosa que había enseñado Zoroastro, un profeta del que la tradición decía que había vivido poco antes de la época de Giro. Explicaba Zoroastro que el universo está gobernado por dos fuerzas enemigas, una el bien, encarnada en Ormuz, y otra el mal, encarnada en Ahrimán. La lucha entre estas dos fuerzas caracteriza toda la existencia de la naturaleza y de los hombres, contribuyendo al triunfo de una u otra quienes practican el bien o el mal, la justicia o la injusticia. Del mismo modo, después de la muerte el alma es sometida a juicio y la del justo logra entrar en la llamada "mansión de los cánticos", en tanto que la del malo se precipita en los infiernos. Un culto especial, el del fuego purificador, mereció la más profunda devoción de los persas en esta época, porque representaba la luz, símbolo de Ormuz, el cual representaba, como ya sabemos, el Bien.
lunes, 7 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación persa
LOS MEDOS Desde la época de la ocupación de la meseta del Irán, los medos ejercieron el predominio sobre las otras poblaciones; ocupaban la región centro-occidental de la meseta y eran —como los persas, que ocupaban el sur— pueblos pastores. Durante algún tiempo fueron tributarios de los asirios, pero la lejanía de su capital, Ecbatana, y las dificultades que ofrecía la meseta para ser escalada los pusieron a cubierto de una ocupación formal. Con todo, el orgullo nacional, muy fuerte ya a principios del siglo VII, hizo que los medos se prepararan para sacudir el yugo asirio. La invasión de los escitas fue la ocasión para el cumplimiento de sus planes; al mismo tiempo que debilitaba a los asirios, la invasión fue un excelente ejercicio para los medos, que supieron rechazarla en su propio territorio. Entonces, convencidos de su fuerza, empezaron a madurar su proyecto, guiados por su rey Ciaxares, guerrero de notable talento militar y de gran capacidad de organización. Unido a Nabopolasar, Ciaxares emprendió la conquista del territorio asirio y logró destruir Nínive, después de lo cual el reino medo se organizó como un estado libre y poderoso. Su territorio se extendió entonces por el Norte hasta el corazón del Asia Menor y allí entraron los medos en contacto con el reino de Lidia, del que imitaron las costumbres suntuosas que predominaban en su capital, Sardes. El antiguo vigor de la aristocracia rueda declinó, pues, muy pronto durante el reinado de Astiages, sucesor de Ciaxares, y aquél no pudo contener la insurrección de los persas, sus vasallos.
domingo, 6 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación persa
Mientras los asirios conquistaban su imperio, en la meseta del Irán vegetaban dos pueblos de estirpe indoeuropea, uno de los cuales estaba llamado a grandes destinos. Los medos y los persas no habían tenido hasta entonces muy brillante actuación en la historia del Oriente; pero en el curso del primer milenio, los medos primero y los persas después, se revelaron como pueblos inteligentes y valerosos.
RELIEVE PERSA. En el palatio de Susa, un enorme relieve representaba una fila de arqueros. El relieve era de ladrillos esmaltados, de vivos colores, y en él se veían los guerreros con su lanza, su arco y su carcaj. Las figuras tienen la impasibilidad propia del arte oriental.
sábado, 5 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación persa
CIRO Y EL IMPERIO PERSA La insurrección fue obra de Ciro, el jefe del clan de los Aqueménidas. Por su resolución, su valentía y sus dotes de organizador político y militar, Ciro mereció la admiración de sus contemporáneos. Dominó a todas las tribus persas y, poco después, derrotó a los medos el año 550. Así constituyó el estado nacional persa sobre todo el Irán, desde el cual comenzó las conquistas que dieron como fruto la fundación del Imperio Persa. Poco después de su triunfo sobre Astiages, Ciro consiguió conquistar la Lidia, cuya capital, Sardes, tomó en 546. Más tarde sometió a los escitas y se lanzó prestamente sobre la Mesopotamia, que conquistó con facilidad. Un vasto territorio quedó, pues, sometido a su autoridad, y Ciro supo organizarlo sobre principios muy distintos de los que habían regido la política de los asirios. En efecto, por convicción y por cálculo, Ciro se mostró tolerante con las poblaciones vencidas, respetó sus ciudades y sus templos, estimuló la vida regional con la sola exigencia de un tributo. La consecuencia fue que todos los pueblos sometidos vieron en él un libertador: los hebreos, sobre todo, que pudieron volver a su tierra, exaltaron su humanidad y bendijeron su nombre.
PALACIO DE ARTAJERJES. Las grandes construcciones penas tenían como características señaladas los grandes muros y las vastas columnatas. Coronando las columnas se veían hermosos capiteles que representaban animales.
viernes, 4 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación asiria
EL SEGUNDO IMPERIO BABILONICO Los vencedores se dividieron los territorios que los asirios dominaban. Los medos extendieron su autoridad hacia la Alta Mesopotamia, en tanto que los caldis —o caldeos— quedaron dominando la Siria. Entre tanto, el Egipto volvió a ser independiente y tuvo una nueva etapa de esplendor bajo la dinastía de los faraones de la ciudad de Sais. De todos estos estados, el que alcanzó más importancia en los primeros tiempos fue Babilonia. Durante el reinado de Nabucodonosor, el segundo Imperio Babilónico alcanzó su mayor esplendor. Las principales ciudades y los más ricos puertos de Siria cayeron en sus manos y comenzaron a servir a la rica ciudad del Eufrates, que se transformó por entonces en una de las más hermosas del mundo. Nabucodonosor ordenó la construcción de una inmensa edificación en la que estaban comprendidos el templo de Marduc —el principal dios de la ciudad—, el zigurat o torre de siete pisos y la residencia real; allí abundaban los jardines, las amplias calzadas, los relieves ornamentales, los objetos del más refinado lujo. Murallas, puertas gigantescas, rutas y canales dieron a la ciudad y a la región vecina un aspecto grandioso que impresionó vivamente la imaginación (le los contemporáneos. En el seno de tanta grandeza arrastraban su desolación los hebreos, que habían sido arrancados de Jerusalén por el fiero conquistador. Uno de sus profetas, Daniel, predijo que el imperio estaba amenazado de muerte. Ya se veía, en efecto, la sombra amenazadora de los persas, y muy pronto el fatídico anuncio se tornó realidad: en 539, el rey de Persia, Ciro, llegó a las murallas de Babilonia y de un solo golpe terminó con el efímero poderío del pueblo caldeo.
jueves, 3 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación asiria
LOS SARGONIDAS Y EL IMPERIO ASIRIO El año 722, un jefe militar de poderoso genio se apoderó del trono y adoptó el nombre de Sargón, en recuerdo del famoso patesi de Agadé. Su actividad fue inmensa. Mientras organizaba el ejército para acrecentar su eficacia, inició sus primeras conquistas, gracias a las cuales dominó prontamente toda la Siria. Y para revestir su poderío con la mayor majestad, ordenó la construcción de un palacio en las proximidades de Nínive, en el que acumuló todo el saber de los arquitectos y la imaginación de los artistas. Sus descendientes continuaron la política de conquista iniciada por su ilustre antecesor. Senaquerib agregó a sus dominios el territorio de Fenicia, cuyos puertos y cuyas flotas entraron al servicio de los asirios. Se disponía a invadir el Egipto cuando se lo impidió una terrible epidemia, pero sus sucesores, Asarhadón y Asurbanipal, emprendieron de nuevo la empresa y tuvieron éxito. Todo el valle del Nilo cayó en manos de los asirios, que saquearon las ciudades y llevaron a su patria abundantes testimonios de la riqueza egipcia; hasta el propio Asurbanipal se llevó con destino a su palacio dos obeliscos. Así llegó a su mayor extensión el Imperio Asirio, cuando terminaba el siglo VII. Su organización fue vigorosa, pero careció de estabilidad; para impedir la rebelión de las regiones sometidas, los asirios inventaron el sistema de trasladar las poblaciones en masa desde su propia patria hasta otras comarcas; además, instalaban fuertes guarniciones en los lugares estratégicos y, finalmente, hacían cada año expediciones militares para vigilar a las poblaciones e impedir que dejaran de pagar los tributos. Era, pues, un sistema basado en la constante presencia de las tropas, y, naturalmente, no engendraba sino el odio más feroz. Así, cada vez que los sometidos se sentían con fuerzas, se lanzaban a la rebelión con variado resultado.
PALACIO DE SARGON II. (RECONSTRUCCION). Sobre la base de las ruinas que se han descubierto cerca de la antigua Nínive, los arqueólogos han reconstruido el gran palacio. Se llegaba a él por unas rampas y estaba rodeado por una muralla fortificada dentro de la cual estaban los diversos recintos. En el fondo se ve el templo de siete pisos —el zigurat babilónico— dedicada,a los dioses y desde el cual se hacían las observaciones de los astros.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación asiria
Al comenzar el primer milenio, los asirios se transformaron en los más poderosos guerreros del Asia y sus armas les proporcionaron un vasto imperio. Pero sólo las armas lo sustentaban y defendían, porque su crueldad y su desprecio por los sometidos trajeron a los asirios un odio universal. Cada cierto tiempo se sublevaban las distintas regiones, hasta que un día los rebeldes lograron someter a sus opresores. Del Imperio Asirio no quedó casi nada: sólo el recuerdo de su sanguinario rigor.
martes, 1 de septiembre de 2015
HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación asiria
LOS COMIENZOS DE LA CONQUISTA Ya en los últimos siglos del segundo milenio, cuando egipcios e hititas declinaban y dejaban el campo libre para nuevos aventureros de la conquista, los asirios comenzaron a salir cada primavera de sus tierras del alto valle del Tigris para lanzarse sobre las regiones vecinas. Querían —como todos los pueblos ambiciosos— llegar a dominar la Siria y lograr así salidas al Mediterráneo, para lo cual trataron de dominar las ciudades que constituían la llave de los valles estratégicos; pero por entonces no contaban con las fuerzas necesarias y sus triunfos fueron efímeros. En el siglo IX, los asirios iniciaron una etapa de conquistas bajo las órdenes del rey Salmanasar III; todas las tierras de la Siria fueron recorridas por sus huestes, que sometían a tributo o a dominación militar los distintos pueblos que las habitaban; pero la resistencia solía ser enérgica y las sublevaciones frecuentes.- Sus sucesores perseveraron en sus campanas sistemáticas, y, entre todos, se destacó Teglatfalasar III, que consiguió dominar la Siria septentrional y apoderarse de su capital, Damasco, en tanto que en otras campañas conseguía apoderarse de Babilonia y toda la Mesopotamia meridional. Así, todo el valle de los ríos Eufrates y Ti-gris cayó en manos de los poderosos servidores de Ashur, que se dieron ahora una capital digna de su grandeza, estableciéndose en la ciudad de Nínive.