Esparta no fue más afortunada que Atenas; también las ciudades que se le sometieron comenzaron muy pronto a resistir su autoridad. Entre todas, fue Tebas la que logró equilibrar el poder militar de Esparta y vencerla, estableciendo su autoridad sobre el mundo griego. Su hegemonía fue efímera, y en la escuela de sus generales se formó un estratego macedonio, Filipo, que, desde el trono de su patria emprendería, a su vez, la sumisión de todos los estados griegos.
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