sábado, 5 de diciembre de 2015

HISTORIA MEDIEVAL - El ámbito de la cultura medieval

LOS GERMANOS Los germanos constituyeron, después de las invasiones, la clase dominante en todos los estados que surgieron del seno del Imperio Romano de Occidente. Se ha discutido mucho cuál era el grado de su civilización en el momento de la conquista, y cuál fue la influencia que sus tradiciones ejercieron. Sin duda habían alcanzado un nivel considerable de desarrollo; se habían hecho sedentarios, vivían en aldeas, cultivaban la tierra y mantenían un activo comercio con las zonas fronterizas romanas, gracias al cual se había producido ya un activo intercambio en el campo de las costumbres y las ideas. En lo fundamental, sin embargo, mantuvieron sus antiguos hábitos. Eran de temperamento violento y, en general, dados a la caza y a la guerra, no sólo por necesidad, sino también por vocación. Su organización política era de tipo democrático; la asamblea de hombres libres constituía la más alta potestad en materia política y era ella la que decidía con su voto en las más graves cuestiones de la comunidad. A veces el régimen se tornó en una suerte de aristocracia, y otras, llegó a constituirse bajo la forma monárquica. Pero, en este último caso, las atribuciones de los reyes eran muy limitadas y estaban controladas por los consejos y asambleas. En lo jurídico, los germanos mantuvieron sus tradiciones. La venganza de sangre, la composición, o sea la indemnización por el daño causado, el juicio por ordalías, la limitación de la propiedad privada, eran otros tantos rasgos de su vida jurídica, que diferían de los principios del derecho romano. Y en cuanto a su religión, creían en ciertos dioses de la naturaleza, presididos por Odín o Wottan. Los dioses, decían los germanos, viven en un paraíso, el Walhala, al que llegarán todos aquellos que mueran como valientes en los combates. Allí gozarán de toda clase de delicias y serán servidos por las hermosas walkirias. Después de ingresar en territorio romano comenzó a producirse la conversión de los germanos al catolicismo, al que llevaron, por su parte, crecida cantidad de sus antiguas supersticiones y creencias; sólo los godos habían sido convertidos antes por los misioneros.

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