miércoles, 4 de noviembre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El siglo de los Antoninos

ADRIANO Siguiendo el principio establecido por Nerva, Trajano adoptó a Adriano, que le sucedió en el poder a su muerte, en 117. Adriano fue un celoso administrador y un verdadero tutor de las provincias, cuyas necesidades conoció y estudió personalmente por medio de frecuentes viajes. No sólo estimuló la vida económica del imperio, sino que trabajó intensamente en su administración y se preocupó, sobre todo, por la ordenación de la justicia. Quizá la obra más significativa de su gobierno fue el Edicto Perpetuo, recopilación de los antiguos edictos pretoriales realizada por el sabio jurisconsulto Salvio juliano. Desde entonces, el derecho quedó ordenado en un cuerpo de disposiciones de fácil consulta. Adriano se apartó de la tradición de su antecesor en cuanto a la política militar. Consideraba que la extensión del imperio comprometía su seguridad, y no vaciló en desprenderse de las conquistas que Trajano había hecho en Oriente; organizó cuidadosamente, en cambio, la política defensiva, ordenando la construcción de fortificaciones en Retia, Germania y Bretaña, estableciendo guarniciones y vigilando estrechamente a los pueblos vecinos. Así pasó a la historia como un gobernante prudente y previsor, que supo descubrir la amenaza que para la Roma imperial podían llegar a significar los germanos.

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