jueves, 5 de noviembre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El siglo de los Antoninos

ANTONINO PIO Y MARCO AURELIO Adriano murió en 138 y lo sucedió Antonino Pío, a quien había adoptado, fue un espíritu superior, a quien apasionaba la justicia; se sentía esclavo de sus deberes, y, aunque no innovó en materia política o militar, condujo el gobierno del imperio con tanta equidad y prudencia, que su tiempo pareció a los romanos el más feliz que el imperio conociera. Sus dotes de hombre íntegro se pusieron de manifiesto, finalmente, en la elección de su sucesor, Marco Aurelio, que ocupó el poder a su muerte, en 161; sin embargo, le dio como colega a Lucio Vero, un hombre de escasa virtud, al que Marco Aurelio supo contener en sus apetitos. Reinaron juntos hasta que murió Lucio Vero en la guerra contra los sármatas, marcomanos y cuados, que habían invadido las provincias danubianas. Marco Aurelio continuó esta campaña con singular energía hasta su muerte, que ocurrió en Viena, el año 180 de nuestra era. Marco Aurelio no era un temperamento belicoso. Amaba la paz y el reposo, y su vocación profunda era la filosofía, que había estudiado con pasión, adhiriéndose a la doctrina estoica. Fruto de sus reflexiones fueron las notas para un libro que no llegó a escribir y que han llegado hasta nosotros con el título de Pensamientos; en esas líneas, breves y profundas, se refleja no sólo la hondura de sus meditaciones sino también la grandeza de su espíritu de gobernante, fue justo y, pese a sus aficiones, supo cumplir con su deber de gobernante aunque tuviera que sacrificar lo que le era más caro en la vida: el estudio y la reflexión. Una sola debilidad tuvo en su vida: la elección de su hijo Cómodo para el gobierno del imperio. Conocía el sabio emperador sus defectos y sus vicios, su carácter tortuoso y su sensualidad; pero no supo dominar su amor paternal, y el imperio debió sufrir durante trece años —desde 180 hasta 193— un gobierno tiránico y desordenado, durante el cual se malograron todos los esfuerzos de sus antecesores para sujetar la vida pública a las leyes. No fue lo menos grave de su acción el descuidar la vigilancia de las fronteras que su padre defendiera hasta la muerte, preparando con ello las invasiones que más tarde se precipitaron sobre el imperio. Tras muchas angustias, se conjuraron para darle muerte sus propios parientes, pero fracasaron y sufrieron el condigno castigo. Pero, al fin, Cómodo no pudo evitar otra celada y fue asesinado en 193.
MARCO AURELIO. Pasó su reinado entre continuas guerras contra los bárbaros. Hombre extraordinario, adepto del estoicismo, murió en 180.

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