jueves, 15 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo I

LAS LUCHAS DE LOS AÑOS 68 Y 69. LOS FLAVIOS A la muerte de Nerón, el Senado proclamó emperador a Galba, pero, entre tanto, algunos ejércitos provinciales designaron a sus jefes para ocupar el principado, y se inició entonces una era de sangrientas luchas. Galba fue derrotado por Otón, jefe de la guardia pretoriana y antiguo amigo de Nerón. Este a su vez fue vencido por el jefe del ejército de Galia, Vitelio, cuyo gobierno demostró su pequeñez moral y su incapacidad. Y entre tanto, los ejércitos del Oriente proclamaron emperador a su jefe, Flavio Vespasiano, cuyas fuerzas derrotaron a Vitelio a fines del año 69. Poco más tarde llegaba el propio emperador y se hacia cargo del poder, iniciando una nueva era de paz en la ciudad y en el imperio. Vespasiano era un hombre de origen humilde, cuyos méritos militares merecían el mayor respeto. Su principal obra de gobierno fue restablecer la perdida disciplina en los ejércitos; pero, logrado eso, se afanó por restaurar el funcionamiento de los diversos órganos de gobierno para que funcionara el sistema del principado de acuerdo con la tradición impuesta por Augusto. En Roma, demostró una notable capacidad administrativa y logró devolver al erario público la antigua solidez, contra la que habían conspirado los derroches de Calígula y de Nerón. En las provincias, se mostró igualmente activo, procurando que el régimen impositivo fuera justo aunque él mismo acrecentara el monto de algunas contribuciones. Desde el punto de vista militar, Vespasiano encargó a su hijo Tito que completara las operaciones militares que él había emprendido. Los judíos se habían sublevado y Jerusalén estaba sitiada; Tito emprendió el asalto de la ciudad y, una vez tomada, ordenó su destrucción el año 70, fue entonces cuando más intensa se hizo la diáspora o dispersión de los hebreos. En otras comarcas, sus generales lograron aplacar las insurrecciones que estallaron y avanzar las fronteras romanas, fortificándolas convenientemente; así ocurrió en la actual Holanda, en Bretaña y en las regiones danubianas. Al morir Vespasiano, en el año 79, el imperio estaba en paz y el régimen institucional había sido reparado, aun cuando Vespasiano inaugurara cierto tipo de autoridad militar que, más tarde, tendría importantes repercusiones. Dos años solamente duró el principado de su hijo Tito (79-81), de cuya virtud y bondad guardó una inextinguible memoria la tradición romana. Pero a su muerte lo sucedió su hermano Domiciano (81-96), que, por el contrario, pasó a la Historia como un déspota cruel y brutal. También él —como Nerón— comenzó su gobierno mansamente, mostrándose respetuoso de las instituciones y estimulando el desarrollo de las provincias. Pero se apoderó de él, más tarde, una especie de locura que lo impulsó a pretender la sumisión religiosa de sus súbditos, gracias a la cual todos los resortes del poder debían quedar en sus manos. Asesinatos y desmanes sin número lo hicieron odioso, y así, tras una larga y oscura época de tiranía, encontró la muerte a manos de unos conjurados. Con él se .extinguió la dinastía de los Flavios.

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