lunes, 19 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La India y la China en el siglo VI a. de J. C.

LA INDIA. BRAHMANISMO Y BUDISMO Durante los primeros siglos del primer milenio, los numerosos estados que se habían formado en los valles del In- do y del Ganges, pese a su independencia política, habían sido organizados de manera semejante por obra de los sacerdotes de Brahma, que lograron afirmar la supremacía suya sobre los guerreros. Esta divinidad ascendió a la categoría de divinidad suprema y, en consecuencia, sus servidores exigieron que, en la escala social, se los considerara como la clase más privilegiada. Los brahmanes fueron poco a poco transformándose en un grupo cerrado, hostil a toda inclusión de individuos que no fueran sus propios descendientes; así se constituyó una casta; pero no se conformaron con eso, sino que organizaron toda la sociedad según el mismo principio; los guerreros, los mercaderes y labradores, y, finalmente, los operarios constituyeron otras tantas castas igualmente incomunicadas entre sí. Por debajo de estas cuatro castas estaban los parias, acaso los antiguos indígenas sometidos, que carecían de todo derecho por considerárseles impuros. Un código muy estricto —las leyes de Manú— establecía con férreo rigor el orden social y las relaciones entre las castas. Los brahmanes habían elaborado una doctrina religiosa muy sutil, modificando la vieja tradición de los libros védicos de modo que quedara establecida la supremacía de Brahma sobre los otros antiguos dioses. Brahma era, según ellos, un dios del universo que se encontraba en la esencia de todo lo que tiene existencia, una especie de alma del mundo, por lo cual se lo adoraba en todo. Nada perece, puesto que Brahma está en todo. Así, creían que, cuando el individuo moría, su alma abandonaba el cuerpo y buscaba dónde encarnarse, para lo cual tenía en cuenta el comportamiento del hombre durante su vida; y si había sido justo, su alma se encarnaba en un ser de una casta superior, en tanto que, si había sido injusto, volvía a uno inferior. Si era un brahmán, su alma volvía al seno de la divinidad. Si, por el contrario, se trataba de un hombre de la última clase, entonces se encarnaba en cualquier animal. En el siglo VI se produjo en la India una revolución religiosa encabezada por un hombre de la casta de los chatrias, llamado Sidarta Gautama, a quien la tradición conoció con el nombre de Buda, que significa "el iluminado". Buda se mostró enemigo de la cruel separación entre los individuos que prescribían los brahmanes, y enemigo también de sus creencias religiosas. Se retiró a una región solitaria y comenzó a meditar y a predicar, enseñando que el hombre no debe aspirar a otra cosa que a la felicidad íntima, y que ésta no se alcanza sino desechando las ambiciones y los deseos terrenales. El "nirvana", esto es, el estado de serenidad y de paz en el que hacía consistir el Buda la felicidad perfecta, sólo se lograba por quien sabía renunciar poco a poco a todos los goces y a todas las necesidades; y esta posibilidad estaba al alcance de cualquier individuo, sin distinción de castas, por lo cual su religión fue acogida con fervor por muchos humildes. Los brahmanes combatieron la nueva fe y trataron de impedir su difusión, pero no lo consiguieron y, finalmente, optaron por incluir el culto de Buda dentro de su propia doctrina, modificando en parte su concepción religiosa.

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