sábado, 31 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Roma y la instauración de la República

LA IGUALDAD CIVIL, POLITICA Y RELIGIOSA Sin embargo, la protección de los tribunos sólo alcanzaba a remediar un aspecto de la situación de la plebe, acaso el más triste, pero no el más importante, porque sus miembros seguían excluidos de la comunidad. Seguros ahora en cuanto a su integridad física, los plebeyos aspiraron a adquirir derechos análogos a los de los patricios, especialmente en cuanto se refería al régimen penal. Exigieron entonces que se redactara y se hiciera pública una ley en la que se establecieran las principales disposiciones civiles y penales a que debían atenerse, con el objeto de evitar la arbitrariedad de los jueces, para lo cual se designó una comisión de diez personas —los decenviros— cuya misión debía ser fijar por escrito aquellas disposiciones. Tras muchas alternativas, quedó sancionada finalmente la llamada Ley de las Doce Tablas, cuyas disposiciones eran comunes para todos los individuos que componían las dos clases, creyéndose que con esto se pondría fin a la divergencia. Pero las demandas de la plebe no pararon aquí, porque la ley sancionada confirmaba, precisamente, lo que más repugnaba a los plebeyos: la separación entre ellos y los patricios. Comenzaron entonces a exigir que se autorizaran los matrimonios mixtos y, finalmente, lo consiguieron en 445; la consecuencia fue que los plebeyos ricos comenzaran a unirse en matrimonio con jóvenes patricias, con lo que comenzó una fusión estrecha entre las dos clases destinada a suprimir con el tiempo el abismo que las separaba. A medida que se iba realizando esta aproximación entre los plebeyos ricos y los patricios, las ambiciones de los primeros fueron aumentando. Pronto quisieron tener acceso a la magistratura, y lucharon por conseguirlo. En el siglo IV y después de largos conflictos, lograron que, por la ley Licinia, se reconociera que uno de los dos cónsules debía ser de origen plebeyo; pero los patricios quisieron contener el ascenso de la plebe limitando las funciones de los cónsules y crearon otras magistraturas, entre las que repartieron sus atribuciones primitivas. Los plebeyos no cejaron, y exigieron que se los designara también para ejercer esos nuevos cargos de pretores, ediles y censores, lo cual fueron consiguiendo poco a poco. De este modo, al finalizar el siglo IV los plebeyos podían ocupar todas las funciones públicas y tenían derecho a formar parte del Senado en su calidad de antiguos funcionarios. Las magistraturas que defendieron los patricios con más vigor fueron las que se vinculaban con el ejercicio del culto. Sostenían que sólo ellos participaban de la religión oficial y que, en consecuencia, no podían los plebeyos ser sacerdotes de un culto al que no pertenecían. Pero los plebeyos tampoco se detuvieron ante esta barrera y exigieron que se les reconociera el derecho de participar en el culto oficial y de ocupar los distintos sacerdocios, lo cual consiguieron mediante una ley sancionada al finalizar el siglo IV. De ese modo, nada quedó en el estado romano que fuera monopolio del antiguo patriciado.
FORO ROMANO (RECONSTRUCCION). Era la plaza pública destinada a las reuniones y centro de vida de las ciudades. En Roma se hallaba en el valle entre el Palatino, el Capitolio y el Quirinal, y su forma era bastante irregular. Estaba adornada con estatuas y columnas.

viernes, 30 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Roma y la instauración de la República

EL COMICIO POR TRIBUS Y LAS LEYES Sin embargo, estas concesiones de los patricios tenían menos importancia de lo que parecía. En efecto, eran ya muy pocas las familias patricias que conservaban su estirpe pura de toda mezcla con plebeyos, puesto que, muy generalmente, eran ellas mismas las que buscaban las alianzas con los plebeyos ricos; y como eran solamente éstos los que podían permitirse el lujo de aspirar a los cargos públicos, muy difícilmente resultaba de la llegada de los plebeyos al poder un ataque serio a las ventajas de los ricos. Lo que ocurrió fue que se formó una nueva nobleza patricio-plebeya que dominó el Estado, y por debajo de la cual quedaban en situación bastante triste los plebeyos pobres. Con todo, algo iban ganando éstos en el cambio. Por lo pronto, las posibilidades de mejoramiento social estaban abiertas a todos. Pero además todos podían hacer valer su influencia indirectamente mediante las decisiones tomadas en el concilio de la plebe, con las cuales podían obligar a sus miembros a realizar determinadas gestiones en su provecho. Muy pronto descubrieron que esta vía podía perfeccionarse y comenzaron a exigir que los plebiscitos no obligaran solamente a los plebeyos sino a todos los ciudadanos. La proposición era revolucionaria y la nobleza resistió; pero la plebe amenazó con una nueva emigración en masa y al fin consiguió lo que quería a principios del siglo III, precisamente cuando se completaba la conquista de Italia. De ese modo, la asamblea de la plebe se transformó en un comicio y reemplazó al comicio por centurias en la función legislativa: fue el ejercicio por tribus o asamblea popular. Así, a comienzos del siglo in, Roma es un Estado patricio-plebeyo, en el que no pueden establecerse ya distingos según el nacimiento de los ciudadanos. En cambio, se ha producido una abierta separación entre ricos y pobres, de la que nacerán en el futuro graves problemas sociales. Pero no estallarán antes de mediados del siglo ti, cuando la conquista haya extremado la riqueza de unos y la miseria de otros.

jueves, 29 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Las primeras invasiones y el reinado de Teodosio

LA INVASION DE LOS VISIGODOS El pueblo germano de los godos vivía en las orillas del Danubio, del otro lado de la frontera romana. Desde hacía mucho tiempo se había mostrado amistoso con respecto a los romanos y había sido sensible a su influencia, de modo que no parecía constituir una amenaza grave; pero en los últimos tiempos del siglo IV, una circunstancia inesperada provocó un cambio en la situación.En efecto, un pueblo mogólico, los hunos, apareció desde el Este y avanzó arrolladoramente por las costas del mar Negro hacia el Danubio amenazando someter a cuantos pueblos encontraba a su paso. Una rama de los godos, los ostrogodos, cayó bajo su autoridad; pero otra, la de los visigodos, decidió sustraerse al peligro y cruzó la frontera romana en demanda de protección y auxilio. El emperador Valente les fijó una comarca para que se instalaran, pagando un tributo; allí estuvieron algún tiempo, pero, de pronto, y a causa de las exacciones que sufrían, los visigodos se sublevaron y atacaron a las fuerzas imperiales, a las que derrotaron, dando muerte al propio emperador en la batalla de Andrinópolis, el año 378. Para afrontar la situación, el emperador de Occidente envió a su mejor general, Teodosio, quien consiguió someter a los visigodos y, sobre todo, reanudar con ellos relaciones pacíficas. Esta labor fue consolidada cuando Teodosio, en premio a sus servicios, recibió el imperio de Oriente.

miércoles, 28 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Las primeras invasiones y el reinado de Teodosio

Durante los últimos años del siglo IV, los pueblos germánicos del Danubio entraron en el imperio y produjeron una terrible conmoción. Sin embargo, Roma conservaba todavía algunas reservas y pudo afrontar la situación, gracias a la capacidad de Teodosio, a quien la historia ha llamado el Grande. Su reinado fue, en verdad, la última etapa del imperio.

martes, 27 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Las primeras invasiones y el reinado de Teodosio

TEODOSIO EL GRANDE El gobierno de Teodosio fue difícil por las diversas preocupaciones que tuvo que atender. Un usurpador, Máximo, se apoderó del Occidente, y Teodosio tuvo que combatirlo hasta que consiguió vencerlo, después de lo cual reunió en sus manos la totalidad del imperio. Entre tanto, su principal preocupación fue perseguir las sectas heréticas y defender la unidad de la Iglesia. Al fin, en 392, decidió prohibir los cultos paganos y el cristianismo quedó reconocido como religión oficial del imperio. Entre tanto, las fronteras, tanto de Oriente como de Occidente, seguían amenazadas y era menester estar atento a su defensa. Para facilitar el gobierno, Teodosio, previendo su muerte, dispuso que el imperio se dividiera entre sus dos hijos, Honorio y Arcadio, al primero de los cuales le correspondería el Occidente, mientras el segundo retendría el Oriente. Así se hizo, cuando, en 395, el último gran emperador murió.

lunes, 26 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Las primeras invasiones y el reinado de Teodosio

LA CULTURA DE LOS ULTIMOS TIEMPOS DEL IMPERIO El rasgo predominante de la cultura del Bajo Imperio es su orientalización. La fundación de Constantinopla y la radicación de la sede del gobierno en ella no son hechos circunstanciales. Por esa época, era el Oriente la parte más importante del imperio y eran las influencias orientales las que se sentían con mayor intensidad. Esta característica se acusó muy pronto, sobre todo en las artes plásticas. Quizá la obra maestra de la arquitectura de este período sea el magnífico palacio —una verdadera ciudad—que Diocleciano mandó construir en Spalato, en la actual Yugoeslavia. Predominaban en él las líneas curvas y se notaba cómo por entonces prefería el gusto romano las bóvedas y las cúpulas; estos elementos formaban parte ya de la estructura de las termas de Caracalla, y aparecieron también en la basílica de Constantino —ambos edificios en Roma—, y en las construcciones que adornaron Constantinopla. Los arcos de triunfo se modificaron. El de Septimio Severo y el de Constantino revelan ya una complejidad en las formas que los diferencia sensiblemente de los antiguos; y la suntuosa decoración que aparece ornamentando todas las construcciones revelan, decididamente, la influencia oriental. Del mismo modo, las estatuas que nos han llegado de los emperadores —las de Constantino, especialmente— son, en este período, producto de una sensible transformación del gusto; por sus proporciones, generalmente monumentales, por su expresión y por su técnica, son, en general, de marcada influencia oriental. Las letras revelan, durante el Bajo Imperio, cierta declinación; el latín se barbariza y falta la inspiración, a la que reemplaza cierto alarde retórico. Los escritores paganos se dedican a la historia, como Aurelio Víctor, Eutropio o los autores de la Historia Augusta; otros cultivan la poesía, como Claudiano o Rutilio; y algunos practican el género epistolar u oratorio. Hubo también, en esos siglos, escritores cristianos de valor, entre todos los cuales los de mayor significación son Tertuliano, el autor de El apologético, y San Jerónimo, de quien nos han quedado unas magníficas cartas y algunos tratados históricos y religiosos. Hubo también, por entonces, un extraordinario florecimiento de la literatura religiosa en lengua griega: Orígenes y Clemente de Alejandría son, sin duda, los más significativos; pero no faltó a la tradición pagana quien la defendiera, como lo hicieron Celso y Porfirio. Epoca de intensa inquietud, la polémica fue la actividad constante de los hombres de pensamiento, y ese carácter revela la producción filosófica y literaria.

domingo, 25 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Los medos, los persas y los indios

LOS MEDOS Y LOS PERSAS La primitiva historia política de estos pueblos se conoce muy poco. Eran nómadas y se mantuvieron en tal situación durante mucho tiempo, hasta que comenzaron a fijarse y cayeron bajo la dominación de sus vecinos de la Mesopotamia. Pero si desconocemos los hechos de su historia, no ignoramos suevolución espiritual, porque nos hanquedado de ellos viejísimas tradiciones en el libro sagrado, Zend-Avesta. Según la tradición, la ley y las costumbres iránicas habían sido establecidas por un profeta llamado Zoroastro. A él debían estos pueblos los principios legales y, sobre todo, los principios religiosos. La religión iránica era naturalista; adoraban el sol y la luna, los astros y todas las fuerzas naturales: la luz, el agua, los vientos. Pero, además, formaba parte de ella el culto del fuego, elemento purificador, al que levantaban altares y rendían un culto solemne. En cuanto a sus leyes, eran, en gran parte, principios morales y enaltecían la significación de la verdad y la justicia. Medos y persas no fueron, durante el segundo milenio, protagonistas de ninguna empresa de resonancia; pero en el seno de sus tribus se elaboraba un pensamiento religioso, moral y político que introdujo más tarde sensibles modificaciones en el panorama del mundo oriental. De este modo, puede asegurarse que, si bien conocemos poco de sus hazañas, su influencia espiritual fue grande.

sábado, 24 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Los medos, los persas y los indios

Más allá del Este todavía, surgieron en el segundo milenio otros pueblos como consecuencia de las invasiones indoeuropeas. Una rama invasora se estableció en los valles de los ríos Indo y Ganges y dio origen a los pueblos védicos; otra, escindida luego en varios grupos, se fijó en la meseta del Irán y de ella surgieron los medos y los persas.
RELIEVES PERSAS. Estas figuras aladas pertenecen a la entrada del palacio de Jerjes en Persépolis.

viernes, 23 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Los medos, los persas y los indios

LOS INDIOS Los pueblos que se fijaron en la India cuando se produjo la invasión indoeuropea no nos son mejor conocidos que los iranios. Poseemos de ellos también viejísimas tradiciones que nos han llegado en los libros Vedas, y extensos poemas titulados Mahabarata y Ramayana, cuya lengua, el sánscrito, es hoy accesible a nosotros; pero hay allí tal deformación operada por la leyenda, que es casi imposible desentrañar otra cosa que el vago recuerdo de las luchas que tuvieron que sostener con los pueblos indígenas para ocupar el territorio. Los libros Vedas nos enseñan con cierta claridad, en cambio, cuál era la religión de este pueblo. Dyaus Pitr y Varuna eran las principales divinidades celestes en que creían, pero adoraban además una trinidad compuesta por Mitra, Indra y Vishnú, a quienes veían luchando eternamente con los Asuras o genios del mal. Lo característico de los pueblos védicos es que no constituyeron un solo estado, sino que se mantuvieron agrupados en tribus independientes fue común en ellos la religión y, sobre todo, cierta manera de entender la vida que originó una notable evolución en las creencias y en la vida social.

jueves, 22 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Las invasiones de los pueblos indoeuropeos

El lector habrá observado que  hemos interrumpido la narraciónde la historia de las tres grandes civilizaciones primitivas del Mediterráneo señalando la presencia de pueblos invasores cuya aparición produjo profundas transformaciones en su existencia. En efecto, hacia comienzos del segundo milenio hizo su aparición en la cuenca del Mediterráneo un tropel de pueblos que venían del Asia y que se lanzaron sobre las regiones civilizadas dominándolas y ocupándolas. Se conoce a este conjunto de pueblos con el nombre de raza indoeuropea, porque se supone que, en épocas remotas, constituían una unidad étnica cuyo primitivo hogar, aunque no se conoce a ciencia cierta, se cree que debía estar entre la India y las fronteras de Europa. Dos ramas de este tronco se dirigieron a regiones de escasa civilización; una se encaminó hacia la India y allí se estableció, formando ese pueblo cuya historia conocemos por los libros védicos; otra ocupó la meseta del Irán y se los conoce en la historia con el nombre de medos y persas. Las ramas que se quedaron en la cuenca oriental del Mediterráneo fueron varias. Una, la de los kasitas, ocupó la Mesopotamia; la de los hititas vagó por diversas regiones del Asia occidental y se estableció finalmente en el centro del Asia Menor, donde fundó un imperio importante, cerca del cual se fijó otro grupo conocido con el nombre de mitanios; fueron todos estos los que provocaron esas migraciones que llevaron a Egipto grupos mezclados de indoeuropeos y semitas; más al Este, en la península de los Balcanes, entraron dos ramas sucesivamente: la de los aqueos, primero, y la de los dorios mucho después. Todavía hubo más. Algunos grupos se encaminaron hacia el. Occidente y llegaron al centro y el oeste de Europa; fueron los italiotas, que ocuparon Italia; los eslavos, que se quedaron en la llanura ruso-polaca; los germanos, que se establecieron entre los ríos Elba y Rin; y, finalmente, los celtas, que fueron empujados por éstos y se circunscribieron a Francia y a algunas regiones de España e Inglaterra. Todas estas poblaciones poseían algunos rasgos comunes, visibles pese a las diferencias que los caracterizaron luego. Lo que más se conservó fue la semejanza en las lenguas, en algunos aspectos de la religión y en ciertos caracteres de la vida material, pues fueron ellos los que difundieron el uso del hierro y la utilización del caballo como auxiliar para el trabajo y la guerra. También trajeron a las regiones mediterráneas ciertas formas peculiares de organización social y política cuya influencia fue visible en las regiones que sometieron. Todo ello, además del aporte racial, hace que la invasión indoeuropea del segundo milenio sea un acontecimiento decisivo en la historia antigua. Tantas y tales transformaciones ocasionó la invasión indoeuropea, que el mapa político del mundo antiguo cambió considerablemente en estos siglos. Algunos estados nuevos aparecieron, y los que ya existían sufrieron profundas alteraciones. Egipto alcanzó por entonces su mayor esplendor político y militar, pero tuvo que condicionar su política a la necesidad de no perder de vista a sus poderosos y amenazadores vecinos.

miércoles, 21 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La India y la China en el siglo VI a. de J. C.

Más al este del Imperio Persa, en la India y en la China, florecieron durante los primeros siglos del primer milenio las dos grandes civilizaciones que habían echado sus raíces en aquellas fértiles regiones. Por entonces adquirieron su más alto grado de desarrollo espiritual y perfilaron sus creencias religiosas y sus formas de vida social con los caracteres que conservarían durante largo tiempo.
CABEZA DEL BODHISATTVA. Puede observarse en esta cabeza la curiosa mezcla de elementos indios y griegos, debida a la influencia helénica, que fue notable hasta en la India.

martes, 20 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La India y la China en el siglo VI a. de J. C.

HISTORIA ANTIGUA - La India y la China en el siglo VI a. de J. C.
LA CHINA. CONFUCIO Y LAO-TSE Por una extraña y sugestiva coincidencia, el siglo VI fue una época de profunda inquietud religiosa en diversas regiones del mundo antiguo. Los profetas de Israel, Zoroastro, Buda, corresponden aproximadamente al mismo momento. Y por entonces aparecieron en la China las grandes figuras de Confucio y Lao-Tse. Lao-Tse fue un pensador profundo. En la inmensa diversidad del cosmos descubrió él un principio universal, el Tao, que animaba todo lo creado y en el que había que reverenciar la fuerza divina universal; pero su preocupación fundamental fue hallar una guía para la conducta y desarrolló este tema en una obra que tituló Libro de la razón y la virtud. Sostenía Lao-Tse que el hombre debía alejarse de todo lo que fuera convencional para aproximarse a la naturaleza, propugnando así una tendencia al retiro espiritual. Esta doctrina no llegó a influir en las masas populares, que, en cambio, acogieron con devoción las ideas de otro moralista más próximo a las tradiciones vernáculas, llamado Confucio. Sostenía Confucio que el principio de la conducta era el respeto a las tradiciones. Había que amar al emperador como a un padre, respetar a los progenitores y acatar su benévola autoridad, atenerse a las costumbres antiguas y venerar en ellas a la comunidad. El culto más importante era el de los antepasados, cuyos espíritus velaban sobre los vivos y esperaban los ritos con que se apaciguaba su furia. La religión de Confucio —o, mejor dicho, su moral— cuajó en el espíritu chino y lo conformó para muchos siglos. Poco mas adelante, cuando reinaron los emperadores de la dinastía Han (siglo in a. de J. C. — siglo in d. de J. C.) la doctrina de Confucio se hizo creencia oficial y predominó a pesar de la influencia del budismo, que, por esa época, entró en China y con gran pujanza logró numerosos fieles por toda la inmensidad de su territorio.
CONFUCIO. El nombre Confucio es la palabra latinizada, por los primeros misioneros, de las tres chinas: Kung-Fu-Tze, el Maestro Kung. Este retrato, idealizado, data de 1734.

lunes, 19 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La India y la China en el siglo VI a. de J. C.

LA INDIA. BRAHMANISMO Y BUDISMO Durante los primeros siglos del primer milenio, los numerosos estados que se habían formado en los valles del In- do y del Ganges, pese a su independencia política, habían sido organizados de manera semejante por obra de los sacerdotes de Brahma, que lograron afirmar la supremacía suya sobre los guerreros. Esta divinidad ascendió a la categoría de divinidad suprema y, en consecuencia, sus servidores exigieron que, en la escala social, se los considerara como la clase más privilegiada. Los brahmanes fueron poco a poco transformándose en un grupo cerrado, hostil a toda inclusión de individuos que no fueran sus propios descendientes; así se constituyó una casta; pero no se conformaron con eso, sino que organizaron toda la sociedad según el mismo principio; los guerreros, los mercaderes y labradores, y, finalmente, los operarios constituyeron otras tantas castas igualmente incomunicadas entre sí. Por debajo de estas cuatro castas estaban los parias, acaso los antiguos indígenas sometidos, que carecían de todo derecho por considerárseles impuros. Un código muy estricto —las leyes de Manú— establecía con férreo rigor el orden social y las relaciones entre las castas. Los brahmanes habían elaborado una doctrina religiosa muy sutil, modificando la vieja tradición de los libros védicos de modo que quedara establecida la supremacía de Brahma sobre los otros antiguos dioses. Brahma era, según ellos, un dios del universo que se encontraba en la esencia de todo lo que tiene existencia, una especie de alma del mundo, por lo cual se lo adoraba en todo. Nada perece, puesto que Brahma está en todo. Así, creían que, cuando el individuo moría, su alma abandonaba el cuerpo y buscaba dónde encarnarse, para lo cual tenía en cuenta el comportamiento del hombre durante su vida; y si había sido justo, su alma se encarnaba en un ser de una casta superior, en tanto que, si había sido injusto, volvía a uno inferior. Si era un brahmán, su alma volvía al seno de la divinidad. Si, por el contrario, se trataba de un hombre de la última clase, entonces se encarnaba en cualquier animal. En el siglo VI se produjo en la India una revolución religiosa encabezada por un hombre de la casta de los chatrias, llamado Sidarta Gautama, a quien la tradición conoció con el nombre de Buda, que significa "el iluminado". Buda se mostró enemigo de la cruel separación entre los individuos que prescribían los brahmanes, y enemigo también de sus creencias religiosas. Se retiró a una región solitaria y comenzó a meditar y a predicar, enseñando que el hombre no debe aspirar a otra cosa que a la felicidad íntima, y que ésta no se alcanza sino desechando las ambiciones y los deseos terrenales. El "nirvana", esto es, el estado de serenidad y de paz en el que hacía consistir el Buda la felicidad perfecta, sólo se lograba por quien sabía renunciar poco a poco a todos los goces y a todas las necesidades; y esta posibilidad estaba al alcance de cualquier individuo, sin distinción de castas, por lo cual su religión fue acogida con fervor por muchos humildes. Los brahmanes combatieron la nueva fe y trataron de impedir su difusión, pero no lo consiguieron y, finalmente, optaron por incluir el culto de Buda dentro de su propia doctrina, modificando en parte su concepción religiosa.

domingo, 18 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo IV

LA REACCION DE JULIANO EL APOSTATA Constantino murió en 337 y sus tres hijos recibieron una parte cada uno del extenso imperio de su padre. Uno de ellos, Constancio, reveló poseer las mismas ambiciones que Constantino, y logró poco a poco eliminar a sus rivales hasta quedar solo en el gobierno. Pero esta época de los hijos de Constantino está manchada por los crímenes familiares más oscuros y repugnantes; todos aquellos que podían constituir un estorbo para las ambiciones de los tres hijos primeros, y de Constancio después, sufrieron una persecución despiadada y cayeron en la lucha. Sin embargo, sobrevivió un sobrino de Constantino llamado Juliano, a quien las circunstancias permitieron llegar a ocupar altos cargos. Juliano creció y se educó en el odio de Constantino, de sus descendientes y de la política sustentada por todos ellos. Así fue como decidió restaurar el paganismo, acaso no tanto por admiración a su contenido religioso como porque el cristianismo estaba unido, a sus ojos, con la tradición constantiniana. Dos años solamente reinó Juliano, desde 361 a 363; durante ese tiempo, el cristianismo, aunque no fue perseguido, conoció el repudio y el desprecio oficial, en tanto que el Estado apoyaba el resurgimiento de los antiguos cultos. Pero la obra de Juliano quedó inconclusa con su muerte, y se desbarató prontamente. La Iglesia había adquirido ya una fuerza incontrastable; pudo resistir con éxito la ofensiva de Juliano y preparó, a su vez, el contraataque, por medio de las poderosas influencias que había adquirido en la corte imperial. Así, cuando llegó Teodosio al poder, la Iglesia ganó definitivamente la batalla.

sábado, 17 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo IV

Si Diocleciano logró llevar la paz al imperio durante su gobierno, el sistema que tan pulcramente había ideado para evitar males en lo futuro fracasó después de su retiro de la función pública. En efecto, estaba tan seguro de las bondades del régimen de la tetrarquía, que, en 305, considerando cumplida su misión, abdicó el poder y obligó a que lo hiciera a su colega Maximiano. Pero muy pronto advirtió su error. Las ambiciones no habían sido contenidas, y el régimen de la sucesión imperial no funcionó como él lo había previsto. Un hijo del César de Occidente, llamado Constantino, no se resignó a perder, pese a su parentesco, toda posibilidad de reinar, y desencadenó un conflicto armado que le permitió dominar casi todo el Occidente.
CONSTANTINO EL GRANDE (274-337). Llamado así por su pueblo, llegó a adueñarse de todo el vasto imperio tras largas luchas con otros pretendientes. Después de una época de decadencia, renació con él otra vez el imperio. Proclamó la libertad de los discípulos de Cristo y él mismo se convirtió al Cristianismo.

viernes, 16 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo IV

CONSTANTINO Sólo le quedaba, al llegar al año 312, conquistar Italia para dominar toda esa región. Allí mandaba Majencio, un hombre que, según los principios de Diocleciano, sostenía la necesidad de afirmar la tradición pagana de Roma para fortalecer y tonificar al imperio. Constantino se apoyó en los ya numerosos cristianos, y, según la tradición, obtuvo la promesa del triunfo si luchaba por la Cruz. En 312 invadió Italia y venció a Majencio en la batalla del Puente Milvio, después de lo cual su autoridad quedó afirmada en la mitad del imperio. Entonces resolvió poner fin a la persecución de los cristianos, para lo cual (lió, el año 313, un edicto en la ciudad de Milán, por el cual autorizó el culto cristiano. A partir de ese momento, las conversiones se realizaron en masa, y, poco después, el cristianismo llegó a ser la religión más importante del imperio. Pero Constantino no se contentó con poseer el Occidente y procuró por todos los medios llegar a ser señor de todo el imperio. Tuvo que esperar algunos años, pero después de muchas luchas logró derrotar al emperador de Oriente, Licinio, y, desde 323, fue el único emperador. Ya desde antes, y en la zona sometida a su autoridad, había trabajado por afirmar la organización centralista y autocrática tal como la había esbozado Diocleciano; ahora, transformado en señor de todo el mundo romano, quiso dar a esa autoridad un marco apropiado y dispuso la fundación de una nueva ciudad en las orillas del Bósforo, a la que llamó Constantinopla. La ciudad se levantó sobre la base de una antigua ciudad griega, Bizancio, a la que se agregó una nueva zona urbana caracterizada por la suntuosidad de sus construcciones: allí estableció la sede de su gobierno Constantino, otorgando al Oriente —como ya lo había hecho Diocleciano— una jerarquía superior al Occidente. De todos los aspectos de la obra de Constantino, el que tiene más importancia es el religioso. La tolerancia del culto cristiano fue acompañada por una serie de concesiones que dieron muy pronto una situación de ventaja a la Iglesia. Se ha discutido mucho sobre si Constantino era o no un sincero creyente; de todos modos, lo cierto es que apoyó a la Iglesia y que contó entre sus consejeros a varios altos dignatarios de ella. Constantino recabó para sí, en la práctica, cierta superintendencia en los asuntos eclesiásticos, y él presidió el concilio de Nicea, en 325, en el que se condenó la herejía de Arrio y se definió el dogma cristiano. Acaso un objetivo político guiaba los pasos de Constantino: la utilización de la influencia del sacerdocio para sus propios fines. Pero las consecuencias de esa política fueron tales que muy pronto la Iglesia pudo constituirse como un poder dentro del Estado.
ARCO DE CONSTANTINO. En homenaje a Constantino se elevó en la ciudad de Roma este hermoso arco triunfal, que debía guardar eterna memoria de su triunfo sobre Majencio en el Puente Milvio. Según la tradición, fue en esta batalla cuando Constantino habría decidido proteger la religión fundada por Cristo.

jueves, 15 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo I

LAS LUCHAS DE LOS AÑOS 68 Y 69. LOS FLAVIOS A la muerte de Nerón, el Senado proclamó emperador a Galba, pero, entre tanto, algunos ejércitos provinciales designaron a sus jefes para ocupar el principado, y se inició entonces una era de sangrientas luchas. Galba fue derrotado por Otón, jefe de la guardia pretoriana y antiguo amigo de Nerón. Este a su vez fue vencido por el jefe del ejército de Galia, Vitelio, cuyo gobierno demostró su pequeñez moral y su incapacidad. Y entre tanto, los ejércitos del Oriente proclamaron emperador a su jefe, Flavio Vespasiano, cuyas fuerzas derrotaron a Vitelio a fines del año 69. Poco más tarde llegaba el propio emperador y se hacia cargo del poder, iniciando una nueva era de paz en la ciudad y en el imperio. Vespasiano era un hombre de origen humilde, cuyos méritos militares merecían el mayor respeto. Su principal obra de gobierno fue restablecer la perdida disciplina en los ejércitos; pero, logrado eso, se afanó por restaurar el funcionamiento de los diversos órganos de gobierno para que funcionara el sistema del principado de acuerdo con la tradición impuesta por Augusto. En Roma, demostró una notable capacidad administrativa y logró devolver al erario público la antigua solidez, contra la que habían conspirado los derroches de Calígula y de Nerón. En las provincias, se mostró igualmente activo, procurando que el régimen impositivo fuera justo aunque él mismo acrecentara el monto de algunas contribuciones. Desde el punto de vista militar, Vespasiano encargó a su hijo Tito que completara las operaciones militares que él había emprendido. Los judíos se habían sublevado y Jerusalén estaba sitiada; Tito emprendió el asalto de la ciudad y, una vez tomada, ordenó su destrucción el año 70, fue entonces cuando más intensa se hizo la diáspora o dispersión de los hebreos. En otras comarcas, sus generales lograron aplacar las insurrecciones que estallaron y avanzar las fronteras romanas, fortificándolas convenientemente; así ocurrió en la actual Holanda, en Bretaña y en las regiones danubianas. Al morir Vespasiano, en el año 79, el imperio estaba en paz y el régimen institucional había sido reparado, aun cuando Vespasiano inaugurara cierto tipo de autoridad militar que, más tarde, tendría importantes repercusiones. Dos años solamente duró el principado de su hijo Tito (79-81), de cuya virtud y bondad guardó una inextinguible memoria la tradición romana. Pero a su muerte lo sucedió su hermano Domiciano (81-96), que, por el contrario, pasó a la Historia como un déspota cruel y brutal. También él —como Nerón— comenzó su gobierno mansamente, mostrándose respetuoso de las instituciones y estimulando el desarrollo de las provincias. Pero se apoderó de él, más tarde, una especie de locura que lo impulsó a pretender la sumisión religiosa de sus súbditos, gracias a la cual todos los resortes del poder debían quedar en sus manos. Asesinatos y desmanes sin número lo hicieron odioso, y así, tras una larga y oscura época de tiranía, encontró la muerte a manos de unos conjurados. Con él se .extinguió la dinastía de los Flavios.

miércoles, 14 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo I

LOS JULIO-CLAUDIOS Tiberio, el sucesor de Augusto, alcanzó el poder a la muerte de su padre adoptivo, en el año 14. Sin embargo, había desempeñado durante toda su vida funciones de importancia, excepto algunos períodos en que estuvo confinado por razones políticas. Era hombre experto en el manejo de los negocios públicos, mesurado en sus actos y buen general; todo ello decidió la elección de Augusto —a quien se le habían muerto los herederos directos— y determinó para Roma una época de tranquilidad durante sus primeros años de gobierno. Si su gobierno (14- 37) presenta un rasgo característico es, sobre todo, la anulación de los comicios, que Augusto había respetado pese a que hubo de privados de toda significación; desde entonces no hubo más asambleas populares, y la función legislativa recayó en el Senado, ante el cual Tiberio mantuvo siempre una actitud respetuosa. Sin embargo, la segunda mitad de su gobierno se caracterizó por su arbitrariedad; el pueblo comenzó a odiarlo por la sospecha de que hubiera mandado asesinar a su sobrino Germánico, y él respondió a ese odio con una política de represión, cuyo instrumento fue la ley de majestad, por la cual se castigaban con extremo rigor los delitos de opinión y de crítica. Aprovechando el descontento general, el prefecto del pretorio, Sejano, organizó una conspiración, pero fue descubierto y condenado. Tiberio abandonó Roma y se refugió en Capri, desde donde ejerció el gobierno de manera más despótica aún que antes. Por eso, a su muerte, el pueblo romano respiró con alivio. Se equivocaba. El sucesor, Calígula, (37-41) debía ser peor aún, y su crueldad fue más refinada; atropelló el Senado, derrochó los caudales públicos, humilló a los magistrados y a las magistraturas y hasta insinuó su aspiración a establecer, definitivamente, un régimen absolutista con caracteres de despotismo oriental. Sus maldades provocaron una conjuración y Calígula fue asesinado en el año 41. Desde 41 hasta 54 ocupó el principado Claudio, tío de Calígula, a quien, según se cuenta, descubrieron los soldados de la guardia oculto en el palacio durante el tumulto que siguió al asesinato del príncipe; confiados en su debilidad, lo proclamaron emperador, suponiendo que podría ser instrumento de sus deseos. Así ocurrió, en parte; pero no fueron sólo ellos quienes lo dominaron; ejercieron más influencia sobre su espíritu un grupo de libertos, a quienes entregó los principales resortes del gobierno, y, sobre todo, sus dos esposas, Mesalina primero, y Agripina después. Esta última logró que Claudio desheredara a su propio hilo, Británico, en beneficio de un hijo que ella había tenido en su primer matrimonio, llamado Nerón. Con todo, el gobierno de Claudio fue honorable. No sólo restauró la dignidad del Senado y de las magistraturas, sino que se preocupó por la administración provincial y estimuló el desarrollo de las diversas regiones; en el segundo, logró la anexión de Bretaña y Mauritania. Así, pues, pese a su carácter y al ambiente de intriga que predominó en la corte, el gobierno de Claudio resultó ejemplar comparado con el de su antecesor. Su época, además, pudo considerarse feliz al lado de la que le siguió. Nerón —cuyo gobierno duró desde 54 hasta 68— no parecía revelar, al principio, malas cualidades; había sido educado por el filósofo Séneca y estuvo, durante los primeros años de su gobierno, bajo la influencia de algunos hombres ponderados y rectos. Sin embargo, pronto mostró que escondía un temperamento cruel y ambicioso; comenzó por alejar a su madre —a cuyas malas artes debía el poder—, y alejó luego a sus consejeros de más influencia; así, al poco tiempo, su gobierno se precipitó en una serie de violencias y atropellos que degeneraron en crueldades sin cuento. Como Calígula —y como otros después— Nerón demostró que le molestaban las limitaciones que la tradición del principado —tal como lo había diseñado Augusto— imponía a su voluntad. La humillación del Senado y de los magistrados fue el signo de su rebeldía contra esa tradición; Nerón deseaba que se reconociera en él un señor absoluto, y persiguió todo cuanto podía significar un resabio de la antigua libertad republicana. Pero como, además, era impulsivo y estaba dominado por una intensa vanidad, cometió desmanes inexplicables que le atrajeron el odio concentra- do tanto del pueblo como de la nobleza. Ni su familia ni sus amigos se libraron de la crueldad de Nerón. Británico, su hermanastro, despojado en su provecho, su propia madre y su esposa Octavia fueron asesinados por su orden, al tiempo que ordenaba la persecución de muchos personajes importantes. Incendió la ciudad y culpó a los cristianos, a quienes ordenó castigar con rigor. Y, mientras tanto, se llenaba de ridículo presentándose ante el público para que admirara sus habilidades de poeta y de músico. No faltaron las conjuraciones para asesinar a Nerón. Finalmente se produjo una rebelión contra él, y huyó despavorido hasta que decidió darse muerte. Así concluyó la familia Julio- Claudia, que había dado a Roma figuras ilustres y príncipes nefastos.
CINCO FIGURAS DEL PRIMER SIGLO DEL IMPERIO. A la izquierda, el emperador Tiberio, sucesor de Augusto; en segundo lugar, Claudio; en el centro, Agripina, a su lado su hijo, Nerón, y por último, T. Flavio Vespasiano.

martes, 13 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo I

Augusto no dejó sucesión directa, pero trasmitió su autoridad a suhijastroe hijo adoptivo, Tiberio. Así se creó un régimen de sucesión que tuvo cierto valor durante toda la historia romana, aunque no llegó a precisarse nunca en un principio jurídico estricto. En el curso del siglo I d. de J. C., dos familias poseyeron el poder: los Julio-Claudios y los Flavios.
PRETORIANOS. La guardia pretoriana, concentrada en la ciudad de Roma, fue en muchas ocasiones el árbitro de las luchas políticas. Este relieve se conserva en el

lunes, 12 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El Imperio durante el siglo I

LA CULTURA DEL PRIMER SIGLO DEL IMPERIO La época de los Julio-Claudios y de los Flavios mantuvo el impulso que infundieron en el espíritu romano Augusto y su círculo. En las artes plásticas, fueron numerosos los exponentes de la capacidad constructiva de los romanos. El Panteón, el anfiteatro Flavio o Coliseo, el arco de Tito, las lujosas casas particulares de Pompeya, todo ello son signos del esplendor que por entonces alcanzó la arquitectura. En general, se manifiesta una evidente perduración de los modelos griegos; pero se le imprimen algunos caracteres peculiares tales como el uso de la cúpula —como en el Panteón— o el desarrollo de la ornamentación. Además, las dimensiones de los edificios romanos fueron muy superiores a las que usaron los griegos, así que el aspecto de sus construcciones difería notablemente de las de aquéllos, porque tenían que combinar los distintos elementos ornamentales para romper la monotonía de los extensos muros. El conocimiento de los principios de la construcción permitió emprender vastas obras públicas, de las cuales no están ausentes ciertos rasgos fundamentales del gusto romano. Si las calzadas —extensas y numerosas— no revelaban otra cosa que un profundo dominio de la técnica, los acueductos y los puentes revelan cómo sabían combinar las exigencias prácticas con la armonía de las líneas. En cuanto a la escultura, los romanos revelaron —a diferencia de los griegos— una marcada predilección por el retrato. Estatuas y bustos de notable precisión en el modelado de la fisonomía, muestran cómo el escultor perseguía la fidelidad a su modelo, sin perjuicio de una búsqueda de valores estrictamente plásticos. No faltaron en este primer siglo poetas de valor, como Lucano, el autor de la Farsalia, Estacio, que nos ha dejado un poema titulado Tebaida, y los satíricos Juvenal y Marcial. Petronio escribió, en prosa y verso, una obra de singular mérito, titulada el Satiricón, que nos provee de una ingente cantidad de datos preciosos para conocer las costumbres de la época. En la filosofía descolló Séneca, el autor de diversos tratados morales, y en la historia se destacaron Suetonio, el autor de la Vida de los Césares, y Tácito, acaso el más grande historiador romano, al que debemos una Historia y unos Anales, modelos en su género.

domingo, 11 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio kasita y la aparición de los asirios

LOS KASITAS Los kasitas eran, según parece, de raza indoeuropea, aunque es posible que, como los hicsos, constituyeran un conglomerado heterogéneo en el que los indoeuropeos no serían sino los dueños de la situación. Lo cierto es que, poco después del reinado de Hamurabí, los kasitas — acaso unidos a los hititas— aparecieron en la Mesopotamia y la recorrieron en tren de conquista. Muchos de ellos se quedaron allí, quizá como soldados mercenarios, pero hacia 1760 un grupo kasita se apoderó del mando y fundó una dinastía que se radicó en Babilonia y dominó la región durante casi seis siglos. La historia de este período es poco significativa y no se conoce muy bien. Los kasitas se asimilaron prontamente la civilización babilónica y no introdujeron en ella alteraciones importantes, razón por la cual el aspecto del país apenas cambió durante el tiempo de su dominación. No fue una era brillante; pero el comercio siguió siendo importante y son conocidas las relaciones que Babilonia tuvo por entonces con todos los estados de la época. Finalmente, ante la violenta agresión de los asirios, la Mesopotamia meridional cayó en poder de este pueblo, que estaba destinado a imponer su hegemonía sobre una vasta extensión del mundo antiguo.

sábado, 10 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio kasita y la aparición de los asirios

Egipcios, hititas, mitanios, aqueos, fenicios y hebreos viven durante el segundo milenio en las regiones costeras del Mediterráneo o pugnan por llegar a ellas. Entre tanto, un poco más hacia el interior desarrollan su civilización y su vida otros pueblos que, radicados en zonas interiores, carecen todavía de fuerza para entrar en la competencia por la posesión de las riberas del mar. Son los kasitas y los asirios, instalados los primeros en la Mesopotamia Inferior y los segundos en la Superior.

viernes, 9 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio kasita y la aparición de los asirios

LOS ASIRIOS El pueblo asirio se había constituido a principios del tercer milenio con un grupo semita que se estableció en la Alta Mesopotamia y fundó la ciudad de Ashur. Durante mucho tiempo su existencia fue oscura y estuvieron sometidos a los babilonios; pero cuando comenzó la dominación kasita, los asirios se sustrajeron a los conquistadores y se mantuvieron independientes. Entonces comenzaron a hacerse más y más poderosos, porque eran buenos guerreros y sus ejércitos tenían una notable disciplina y organización. De ese modo, cuando la invasión de los "pueblos del mar" aniquiló a sus grandes rivales del Oeste —mitanios e hititas— los asirios pudieron considerarse en condiciones de heredar la supremacía que aquéllos habían ejercido. No sería difícil que, por esta época, la composición étnica del pueblo asirio se hubiese modificado y que hayan entrado a formar parte de él muchos ele-m e n tos indoeuropeos provenientes de las deshechas huestes mitanias e hititas. Lo cierto es que, hacia el siglo XIV, los asirios iniciaron una era de conquistas; llegaron al Mediterráneo, dominaron por algún tiempo muchas ciudades de Siria y, sobre todo, consiguieron unificar la Mesopotamia en su provecho. Sin embargo, su hora no había llegado todavía; factores internos y externos contuvieron su expansión, que habría de re-iniciarse, esta vez con terrible violencia, algunos siglos más tarde. Desde el punto de vista de su cultura, los asirios no eran sino herederos de los pueblos de la Baja Mesopotamia. La escritura, la técnica arquitectónica, las industrias, todo era aprendido de los babilonios. Sin embargo, sus instituciones y su organización militar fue diferente; más absolutistas y crueles, los reyes asirios organizaron sus propios estados y aquellos que lograron conquistar valiéndose de la fuerza y del terror; para ello recurrieron a un poderoso ejército, del que formaban parte todos los habitantes y cuya táctica se basó en el espanto que inspiraban su crueldad y su violencia. También eran crueles y violentos sus dioses, a quienes hacían bárbaros sacrificios porque creían que exigían de su pueblo un tributo de sangre. Por todas estas circunstancias, dejaron los asirios en la historia un recuerdo trágico.
GUERRERO ASIRIO. Los asirios heredaron la cultura de los pueblos de la baja Mesopotamia, súmeros y acadios. En las artes, aparece Asiria muy inspirada en las de los babilonios, y en Escultura predominó la preferencia por el relieve.

jueves, 8 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio de Alejandro Magno

EL IMPERIO Y SU ORGANIZACION El vasto territorio que quedó sometido a su autoridad fue organizado rápidamente por el conquistador, siguiendo el modelo de Darío. Las satrapías o provincias mantuvieron aproximadamente sus límites y fueron entregadas por Alejandro a sus generales, quienes, en su mayoría, respetaron el régimen administrativo instaurado por los persas. Sin embargo, en cuanto a la orientación política, Alejandro introdujo algunas novedades que revelan su preocupación por consolidar la conquista. Su propósito fundamental fue provocar el acercamiento de los vencidos a sus vencedores, para lo cual favoreció los matrimonios mixtos, estimuló el aprendizaje de la lengua griega por los sometidos, y utilizó los servicios de los nobles persas en la administración del Estado. El mismo Alejandro dio el ejemplo, casándose con una princesa persa, Roxana, y, sobre todo, adoptando muchas costumbres orientales en el ceremonial de la corte; esto último, particularmente, llenó de indignación a los jefes macedonios, quienes no vacilaron en reprochárselo al conquistador, llegando algunos hasta a conspirar contra él; pero Alejandro cortó de raíz el mal apelando a la más violenta represión. Al poco tiempo, Alejandro, cuyo organismo estaba minado por las fatigas sufridas en sus largas campañas y por la vida irregular a que se había entregadoen Babilonia, enfermó y murió en esta ciudad en 323. Quedaba como fruto de su corta existencia —sólo tenía treinta y tres años— un vasto imperio sometido al ejército greco-macedónico, imperio cuya fusión apenas estaba comenzada y que, en cambio, poseía en su seno vigorosas fuerzas de dispersión. La unidad política no pudo lograrse, pero sí se produjo en todo ese inmenso ámbito la formación lenta y espontánea de una cultura bastante homogénea. Por eso tiene una definida fisonomía la época que se inicia con la conquista de Alejandro, que se conoce con el nombre de la época helenística.
LAS CONQUISTAS DE ALEJANDRO MAGNO. El imperio de Alejandro Magno ha sido uno de los más vastos del mundo antiguo civilizado. Compárese el pequeño reino de Macedonia con las dilatadas tierras que su gran caudillo guerrero conquistara.

miércoles, 7 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio de Alejandro Magno

Sin embargo, el gigantesco ideal estaba ya en la mente de su hijo Alejandro. Salvadas las primeras dificultades, el nuevo rey de Macedonia volvió a preparar el plan de ataque y logró cumplirlo: así se hizo realidad el sueño de Filipo.
ALEJANDRO El joven Alejandro poseía, sin duda, excepcionales condiciones de hombre de estado y de estratego. Había sido educado por el filósofo Aristóteles, a quien su padre llamara a Pella, su capital, para que educara al joven príncipe, y el discípulo había hecho honor a su maestro, mostrándose serio y reflexivo. Sin embargo, no era la filosofía sino la guerra lo que más apasionaba a Alejandro. Siendo casi un niño formaba ya en las filas del ejército macedónico y luchó en Queronea al frente de una de las alas, destacándose por su valor y su sentido estratégico. Pero le apasionaba también la política, y fue capaz de manejar los hilos de la vasta intriga que se tejió contra él —joven de veinte años— cuando la muerte de su padre lo señaló para ocupar el trono. En efecto, los conflictos cortesanos que habían movido la mano del asesino de su padre siguieron trabajando en el ambiente palaciego y fue necesaria toda la energía del joven rey para contenerlos. Al mismo tiempo, la desaparición de Filipo había hecho concebir la esperanza a muchos de los estados sometidos de que la era de la opresión macedónica terminaba, y así, se apresuraron a declararse en posesión de su antigua y absoluta libertad. Pero Alejandro no descansó un instante y acudió prestamente a todas partes para restablecer su autoridad, sin vacilar en aplicar las medidas más rigurosas cuando le pareció necesario, como hizo con Tebas, a la que destruyó para que sirviese de ejemplo a las demás ciudades. Por este medio consiguió contener la ola de la insurrección y afirmarse rápidamente en el trono macedónico y en la hegemonía griega. Seguro ya de su triunfo, Alejandro —como su padre— convocó de nuevo a los estados griegos a una asamblea en Corinto, y allí, en 335, quedó restablecida su autoridad en los mismos términos que lo estuvo la de Filipo. Pocos meses después, un ejército de cuarenta mil hombres se preparaba para cruzar el estrecho de los Dardanelos, para de este modo iniciar la conquista de todo el Imperio Persa.
ALEJANDRO MAGNO. Consagró su genio a las conquistas, pero le faltó tiempo para consolidarlas, y a su muerte su obra desapareció.

martes, 6 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio de Alejandro Magno

LA CONQUISTA DE SIRIA Y EGIPTO Las fuerzas macedónicas pusieron a prueba su valor y su disciplina frente a la enorme masa de guerreros que tenían a su frente, y salieron triunfantes de la prueba. El propio Darío III dirigía las operaciones, pero nada pudo impedir el desastre y las huestes persas debieron huir abandonando todo el occidente del imperio en manos de Alejandro. En poco tiempo se apoderó de casi todas las ciudades sirias; sólo Tiro resistió denodadamente y fue necesario un sitio de siete meses para abatirla. Luego se dirigió al Egipto, donde entró acogido con todos los honores por los habitantes, que vieron en él un libertador; Alejandro, en efecto, se preocupó de no desilusionar a los egipcios y de atraérselos a su causa, para lo cual visitó el santuario de Amón y se hizo coronar como faraón según el rito tradicional; luego fundó en el delta una ciudad, que en su honor se llamó Alejandría, y, seguro de que nada amenazaba sus conquistas, emprendió, en 331, la marcha hacia el corazón del imperio.

lunes, 5 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio de Alejandro Magno

LA CONQUISTA DE MESOPOTAMIA Y EL IRAN A través del desierto, Alejandro llegó a la Mesopotamia y cruzó el Eufrates; más allá lo esperaba Darío con un poderoso ejército, que había organizado y preparado adecuadamente para tratar de romper las líneas de los macedonios, con el cual se trabó la lucha en la ribera izquierda del Tigris, en Arbela; pero de nuevo Alejandro pudo deshacer la formación enemiga y aniquilar sus huestes, destrozando así el último obstáculo que le quedaba para entrar en la misma Persia. Darío huyó con los restos de sus fuerzas hacia el Este. El vencedor, por su parte, tomó posesión de toda la Mesopotamia y ocupó Babilonia, que se rindió sin resistir, tras de lo cual inició la persecución de Darío internándose en el Irán. También allí se entregó sin resistencia Susa, en tanto que la conquista de Persépolis le demandó algún esfuerzo; pero se resarció de todo con las inmensas riquezas de que se apoderó allí, producto de las vastas conquistas de los persas. A partir de ese momento, Alejandro emprendió una larga expedición por las regiones más orientales del imperio, donde se había refugiado Darío; una a una fueron cayendo las distintas ciudades, y al fin supo que un gobernador de la provincia de Bactriana, llamado Besso, había asesinado al rey para usurpar el trono; Alejandro lo persiguió, mientras consumaba la ocupación del territorio, y consiguió capturarlo, entregándolo entonces a los parientes de Darío para que lo castigaran. Finalmente, llegó al alto valle del Indo, y se propuso atravesarlo para extender su imperio hacia aquellas regiones, pero sus tropas se opusieron a sus designios, y Alejandro comprendió que era peligroso afrontar la conquista de una comarca ignota con un ejército descontento, renunciando entonces a sus proyectos. El regreso se hizo navegando por el Indo hasta su desembocadura; allí una parte de las tropas siguieron por mar hasta llegar a las bocas del golfo Pérsico, en tanto que otra parte emprendió el cruce del desierto de Aracosia; poco después entraron ambas en Babilonia, poniendo así fin a la larga expedición, que en el plazo de diez años había proporcionado a Alejandro un inmenso imperio. Era el año 324 a. de J. C.

domingo, 4 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - El imperio de Alejandro Magno

LA CONQUISTA DEL ASIA MENOR En 334, la expedición cruzó el estrecho y entró en territorio enemigo. El sátrapa de Asia Menor resolvió —contra la opinión de alguno de los generales— dar la batalla en las proximidades del lugar de desembarco y le salió al encuentro en las orillas del río Gránico; allí lo derrotó Alejandro sin que quedara esperanza alguna, y toda el Asia Menor quedó a su disposición. Alejandro marchó rápidamente hacia Sardes, capital de la satrapía; ocupó luego las ciudades costeras y se internó después en el corazón de la región para asegurarse de que no había fuerza alguna que pudiera hostilizar su retaguardia. En estas condiciones, emprendió la marcha hacia el Sur, dispuesto a forzar el paso que le permitiría la entrada en la Siria, a través del Taurus. El Gran Rey apeló a todos sus recursos para contener al invasor. Un ejército de cien mil hombres se estableció en el desfiladero que, cerca de la ciudad de Isso, sirve de acceso a la Siria, y allí se enfrentó con Alejandro, en 333.

sábado, 3 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La hegemonía de Tebas y la época de Filipo de Macedonia

Esparta no fue más afortunada que Atenas; también las ciudades que se le sometieron comenzaron muy pronto a resistir su autoridad. Entre todas, fue Tebas la que logró equilibrar el poder militar de Esparta y vencerla, estableciendo su autoridad sobre el mundo griego. Su hegemonía fue efímera, y en la escuela de sus generales se formó un estratego macedonio, Filipo, que, desde el trono de su patria emprendería, a su vez, la sumisión de todos los estados griegos.

viernes, 2 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La hegemonía de Tebas y la época de Filipo de Macedonia

LA HEGEMONIA TEBANA Cuando Esparta descubrió que los tebanos aspiraban a unificar bajo su mando toda la Beocia, creyó que era necesario contener el intento y ocupó la ciudad, entregando el poder a los oligarcas que le eran adictos. Pero entre los demócratas que tuvieron que abandonar la ciudad estaba un hombre de notable talento político y militar que organizó la toma de la ciudad: Pelópidas. En 379, Pelópidas logró su intento; a su alrededor se unió rápidamente toda la Beocia, y Atenas se sintió respaldada para reconstruir su imperio marítimo; en poco tiempo se constituyó de este modo un nuevo poder hostil a Esparta, del cual Tebas fue el nervio por la organización militar que logró en pocos años. Pelópidas y Epaminondas fueron los realizadores del milagro. El segundo poseía un innegable genio militar y supo introducir en el ejército tebano algunas modificaciones que acrecentaron su eficacia. Así fue como logró Tebas algunas victorias decisivas en Macedonia y en Tesalia, que aseguraron su frontera septentrional. Pero Esparta contemplaba vigilante el surgimiento de esta potencia rival y se decidió a invadir la Beocia; sin embargo, era ya tarde, porque los tebanos supieron resistir y derrotaron a los espartanos en la batalla de Leuctra, el año 371. Desde entonces, Tebas fue la potencia hegemónica de Grecia y se dispuso a quebrar a Esparta en su propio hogar, para lo cual estimuló la insurrección de las regiones del Peloponeso que estaban sometidas a ella y hasta se decidió a intervenir allí con sus fuerzas. En una de esas campañas Epaminondas derrotó a un ejército espartano en Mantinea (362): era la culminación del triunfo; pero Epaminondas murió en la acción y Tebas no supo encontrar un conductor que lo reemplazara, de modo que Esparta pudo rehacerse, y la hegemonía tebana se esfumó rápidamente.

jueves, 1 de octubre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La hegemonía de Tebas y la época de Filipo de Macedonia

FILIPO DE MACEDONIA La anarquía se apoderó entonces de Grecia. Las distintas ciudades no poseían fuerzas para imponerse, pues las viejas rencillas las carcomían; de modo que aparecían por todas partes conflictos que quebraban la tradición de unidad o solidaridad reinante en algunos sectores de Grecia. La ocasión era, pues, propicia para que algún vecino poderoso diese ahora el golpe de mano que antes había intentado el rey persa, porque era difícil que las ciudades griegas recobrasen ahora el vigoroso sentido de la unidad helénica que antes las había unido contra el invasor. Estos vecinos no podían ser sino el mismo Imperio Persa o Macedonia. Este último Estado había crecido en poder y en prestigio en el curso de la primera mitad del siglo IV, y encontró en su rey Filipo —que subió al trono en 359— el conductor que necesitaba: era un hombre resuelto y ambicioso, y había hecho su preparación militar a las órdenes de Epaminondas, mientras permaneció en Tebas como rehén, después de las expediciones que los tebanos hicieron contra su patria. Filipo comenzó por organizar un ejército de extraordinaria eficacia, por la calidad de sus componentes, la eficiencia de su preparación y, sobre todo, por su conducción táctica y estratégica. Con él derrotó rápidamente a sus vecinos del Norte y del Oeste, y se dispuso entonces a conquistar la Tracia y las ciudades marítimas de la costa macedónica, vinculadas a Atenas por sus intereses comerciales. Luego que obtuvo estas regiones —ante el espanto general de los estados griegos— consiguió apoderarse de Tesalia, y, a partir de ese instante, pudo como vecino introducirse en los asuntos privados de las ciudades de Grecia central, de modo que, al cabo de pocos años, constituyó un peligro evidente para todos los que ansiaban conservar la antigua libertad. Quienes vieron con más claridad este peligro fueron los atenienses, a quienes despertó de su apatía el orador Demóstenes. Pero tampoco entre ellos era unánime la opinión de que Filipo constituía un peligro grave, de modo que fue necesaria la agresión que el rey de Macedonia llevó contra la Grecia central en 338 para que los atenienses se resolvieran a seguir las inspiraciones de Demóstenes; entonces, una vez aliados los tebanos y los atenienses, ofrecieron batalla, pero Filipo los derrotó en Queronea, por lo que la victoria puso en sus manos el destino de todos los estados griegos. A partir de ese momento, Filipo se comportó como un consumado político. Decidió tratar con benévola moderación a los vencidos y los convocó para que enviaran diputados a un congreso que se celebraría en Corinto. Allí logró que prestaran su asentimiento para la constitución de una confederación —la Liga Helénica— cuya política exterior y cuyos ejércitos dirigiría Filipo; en cambio, la Liga no intervendría en los asuntos interiores de cada estado, que se seguirían rigiendo por sus instituciones como hasta entonces. De este modo, el rey de Macedonia neutralizaba la resistencia que podrían ofrecerle las ciudades sometidas, y lograba proveerse del instrumento que necesitaba para realizar sus sueños de conquista. En efecto, Filipo había sostenido que la unificación de Grecia era imprescindible para prevenir el peligro de la invasión persa. Esta hipótesis era poco verosímil, pero tenía profundo valor de sugestión y, sobre todo, respondía al secreto pensamiento de Filipo, que era la conquista del Asia. Este proyecto fue el que se aprestó a realizar cuando hubo logrado la constitución de la Liga Helénica: concentró el ejército aliado, preparó sus planes, y, cuando se disponía a realizarlos, cayó asesinado por uno de sus oficiales, el año 336. El sueño de la conquista parecía fracasar.