martes, 15 de septiembre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Esplendor de fenicios y hebreos LOS HEBREOS Entre tanto, los hebreos habían constituido un país bastante fuerte bajo la égida de Saúl y de los reyes que le siguieron. Sus tropas consiguieron contener o derrotar a los vecinos que los amenazaban y una era de tranquilidad y de florecimiento empezó para ellos. Sucedió a Saúl el rey David, cuyo reinado transcurre durante los primeros años del primer milenio y se caracterizó por el impulso que dio a la organización del país. El fue quien fundó la ciudad de Jerusalén, situada en una altura que la hacía fácil de defender; él fue también quien hizo de ella la capital política y religiosa del reino, y procuró engrandecerla; era un hombre de elevado espíritu y la tradición le atribuye uno de los más famosos libros del Antiguo Testamento: los Salmos. A David sucedió en el trono su hijo Salomón, con el cual el reino llegó a su mayor esplendor. Fueron famosas sus riquezas y su sabiduría, pero lo que constituyó su mejor título fue la construcción del gran templo de Jerusalén, en el que trabajaron arquitectos y obreros fenicios para dar a la obra una grandeza digna de su poderío. A su muerte el reino se dividió en dos: el de Judá y el de Israel, con lo cual se debilitaron ambos y fueron presas fáciles de los enemigos que amenazaban el reino. En 722, los asirios tomaron la ciudad de Samaria, capital del reino de Israel, y la destruyeron. La capital de Judá, Jerusalén, no llegó a ser tocada por aquéllos, pero la dominaron los babilonios más tarde, en 587, después de lo cual llevaron a sus habitantes cautivos a Babilonia. Esta época del cautiverio tuvo gran importancia en la historia espiritual de los hebreos. Allí fue donde adquirieron la conciencia de que constituían una comunidad cerrada y donde se esforzaron por acentuar los rasgos diferenciadores. También fue allí donde se empezó a fijar por escrito la tradición, la ley y la doctrina, y así nació el Antiguo Testamento. Los hebreos no poseyeron artes plásticas; apenas tuvieron literatura profana y carecieron de desarrollo técnico. Su vocación era la fe y toda su existencia giró alrededor de ella. En medio de los pueblos politeístas y cuya religión se satisfacía con cultos exteriores, los hebreos crearon y desarrollaron una religión monoteísta, cuyo Dios, Jehová, exigía, según los profetas, no sólo el cumplimiento de los ritos sino también una fe íntima, de tono místico. Este fue el legado de los hebreos; en su seno, Cristo comenzó a predicar su doctrina, llena de resonancias hebreas, y de la Palestina salió la nueva religión cuya influencia se extendería por todo el mundo occidental. TEMPLO DE JERUSALEN. Ha sido posible reconstruir este templo, levantado por Salomón, gracias a la descripción del profeta Ezequiel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario