viernes, 4 de septiembre de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La era de la dominación asiria

EL SEGUNDO IMPERIO BABILONICO Los vencedores se dividieron los territorios que los asirios dominaban. Los medos extendieron su autoridad hacia la Alta Mesopotamia, en tanto que los caldis —o caldeos— quedaron dominando la Siria. Entre tanto, el Egipto volvió a ser independiente y tuvo una nueva etapa de esplendor bajo la dinastía de los faraones de la ciudad de Sais. De todos estos estados, el que alcanzó más importancia en los primeros tiempos fue Babilonia. Durante el reinado de Nabucodonosor, el segundo Imperio Babilónico alcanzó su mayor esplendor. Las principales ciudades y los más ricos puertos de Siria cayeron en sus manos y comenzaron a servir a la rica ciudad del Eufrates, que se transformó por entonces en una de las más hermosas del mundo. Nabucodonosor ordenó la construcción de una inmensa edificación en la que estaban comprendidos el templo de Marduc —el principal dios de la ciudad—, el zigurat o torre de siete pisos y la residencia real; allí abundaban los jardines, las amplias calzadas, los relieves ornamentales, los objetos del más refinado lujo. Murallas, puertas gigantescas, rutas y canales dieron a la ciudad y a la región vecina un aspecto grandioso que impresionó vivamente la imaginación (le los contemporáneos. En el seno de tanta grandeza arrastraban su desolación los hebreos, que habían sido arrancados de Jerusalén por el fiero conquistador. Uno de sus profetas, Daniel, predijo que el imperio estaba amenazado de muerte. Ya se veía, en efecto, la sombra amenazadora de los persas, y muy pronto el fatídico anuncio se tornó realidad: en 539, el rey de Persia, Ciro, llegó a las murallas de Babilonia y de un solo golpe terminó con el efímero poderío del pueblo caldeo.

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