Así, al promediar el segundo milenio, el Mediterráneo oriental cambió de señores. Los aqueos sometieron transitoriamente a egipcios e hititas y se establecieron en algunos lugares de la costa sirio-africana; pero su principal hazaña fue dominar la zona de influencia cretense, suplantando a los egeos. En la Siria, en cambio, libre ahora de las dos potencias que la disputaban, se formaron pequeños estados integrados por los semitas de esas regiones; así surgieron las ciudades fenicias y se constituyó el pueblo hebreo como grupo sedentario.
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