martes, 7 de julio de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Atenas en el siglo V

LAS ARTES PLASTICAS Grecia tenía una tradición arquitectónica y escultórica. Durante los siglos de la colonización se habían levantado en todas las ciudades griegas, y especialmente en las del Asia Menor, notables edificios a los que ornaban, generalmente, esculturas y relieves de caracteres especiales. Se notaba en éstos —como en la arquitectura— cierta marcada influencia del arte egipcio y asiático, que se ponía de manifiesto, sobre todo, en la rigidez que presentaba la representación de la figura humana. Pero en el siglo v, Atenas, sin romper del todo con esta tradición, perfeccionó tu técnica y afinó su expresión, logrando entonces alcanzar un altísimo nivel artístico. La ocasión para que se manifestara el genio plástico de los griegos la proporcionó Pericles con su plan de reedificación de la ciudad; tantos arquitectos y escultores se precisaban para tan magna obra, que afloraron los mejores y tuvieron ocasión para revelar sus aptitudes. Grandes edificios debían levantarse en la ciudad y era necesario adornarlos: la obra fue encargada a los artistas que Pendes distinguía con su admiración, que fueron, sin duda, los mejores. La obra más importante fue la edificación de suntuosos recintos en la Acrópolis o ciudadela de Atenas. Allí se levantó el gran templo dedicado a la diosa Atenea, que se conoce con el nombre de Partenón; era un vasto edificio de 69 metros de largo por 37 de ancho, cuyo proyecto se debe a los arquitectos Ictinos y Calícrates; estaba rodeado por un pórtico de columnas de orden dórico y lo decoraban frisos y frontones con bajos relieves; éstos fueron obra del escultor Fidias y de sus discípulos. En el interior del templo se levantaba la estatua de la diosa, esculpida por el mismo Fidias. También había en la Acrópolis otros templos: el Erecteión, de orden jónico, y el de Atenea Niké, de semejantes características. El primero de ellos se particularizaba porque tenía un pórtico en el que las columnas eran reemplazadas por estatuas de mujeres, a las que se llamaba cariátides. Conducía a la Acrópolis desde la ciudad una vía que llegaba a la parte alta de la colina a través de unos pórticos llamados propíleos. Entre los escultores, sin duda fue Fidias el más grande. Antes de él habían sorprendido a los griegos Mirón y Polídeto, por la precisión de las formas anatómicas y la vivacidad del movimiento. Pero Fidias alcanzó mayor dominio aun de la técnica escultórica y supo expresar con definitiva justeza la serena concepción de la vida que amaba el griego y constituía su ideal supremo. No han llegado hasta nosotros ni la Atenea del Partenón ni el imponente Zeus que esculpió para el santuario de Olimpia; pero poseemos, en cambio, algunos fragmentos de los relieves del gran templo ateniense, en los cuales se admiran sus calidades de escultor vigoroso y fino a un tiempo. Después de él brillaron Praxiteles, el autor del Hermes, Lisipo y Scopas, este último precursor ya de una nueva orientación plástica que predominó en el período helenístico. No nos es conocida la pintura griega; las obras de Polignoto, de Zeuxis o de Parrasio se han perdido y sólo tenemos referencias y opiniones antiguas acerca de ellas; pero, en cambio, conocemos bien la obra de los pintores que trabajaron en decorar vasos, de cuyas figuras podemos deducir hasta qué punto era preciso y delicado el dibujo.
VASO GRIEGO. Este vaso, llamado "vaso Frangois", se considera la obra maestra de la cerámica griega. El fondo es rojo y las figuras aparecen en negro.

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