jueves, 9 de julio de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Atenas en el siglo V

LA FILOSOFIA Grecia tenía una tradición filosófica que arrancaba del siglo VI y cuyos primeros representantes fueron los filósofos de Mileto: Tales, Anaxímenes, Anaximandro. Ellos —y otros que aparecieron por entonces en otras ciudades— tuvieron como principal preocupación aclarar el enigma del universo, el del principio de las cosas y todo cuanto se relacionaba con el mundo natural. De aquí vino el que se llamara a estos pensadores, escrutadores de la Naturaleza, y hoy día filósofos cosmológicos. La gran novedad que trae el siglo al campo de la filosofía es la aparición de un grupo de pensadores a quienes comienza a inquietar, en lugar del problema del universo, el problema del hombre, del alma humana, de la conducta moral. El núcleo más compacto de estos pensadores lo constituye el de los llamados sofistas, a quienes la tradición suele condenar porque en su comportamiento, en el ejercicio de la enseñanza, se apartaban de ciertas normas establecidas y consideradas correctas. Sin embargo, desde el punto de vista de la finura de su análisis, de los problemas planteados por primera vez, del método seguido y de los resultados a que llegaban, los sofistas revelaron poseer las características propias del filósofo auténtico. Su gloria quedó manchada por la severa crítica que hizo de sus métodos y de sus principios Sócrates, la más grande figura del pensamiento griego, a juzgar por las noticias que sobre sus ideas nos han legado sus discípulos Platón y Jenofonte. SOCRATES era un conversador infatigable, cuya preocupación era aclarar, mediante el diálogo, las ideas de su interlocutor y, acaso, sus propias ideas. Agudo y vivaz, el filósofo aparentaba ignorar lo que quería hacer decir a quien interrogaba, y conducía la conversación hasta el punto a que quería llegar para que quedara demostrada la afirmación que perseguía. De este modo desbarataba la suficiencia de muchos que se tenían por sabios, y acaso a esta circunstancia se debió el odio que despertó en muchas personas y que, al fin, le costó la vida. Porque, en efecto, Sócrates fue condenado a muerte, acusado de pervertir a la juventud y de no creer en los dioses de la patria, pero, como él decía, no fueron los últimos acusadores los que lograron su condena, sino el odio escondido de todos aquellos que le guardaban rencor. Sin duda, Sócrates no pervertía a la juventud; pero le enseñaba a pensar según un método racional, y eso podía parecer perversión a quienes consideraban que la salvación del Estado, estaba unida a la perduración e intangibilidad de las tradiciones. Sócrates no nos ha dejado obra alguna, pero sus discípulos, y especialmente Platón en sus Diálogos, nos han conservado una tierna visión de su maestro y una exposición de sus ideas. Platón y Aristóteles, ya en el siglo IV, fueron los que desarrollaron el pensamiento socrático y echaron las bases de la reflexión metódica sobre los problemas de la filosofía.

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