viernes, 26 de junio de 2015

HISTORIA ANTIGUA - Antiguos Estados mesopotámicos

LOS AMORREOS DE BABILONIA. HAMURABI Sin embargo, el destino de los súmeros era despertar la codicia de sus vecinos. En los últimos tiempos del tercer milenio una nueva tribu semita de la Arabia, la de los amorreos, se lanzó de nuevo sobre la Mesopotamia y consiguió dominar el país. Sus jefes se establecieron en una ciudad a la que supieron dar enorme impulso: Babilonia; desde allí gobernaron un vasto imperio que sobrepasaba los límites del que habían logrado formar Sargón y Naramsín, al que organizaron con prudencia y firmeza. La característica más importante de los dominadores semitas de Babilonia consistió en que supieron asimilarse prontamente la civilización cuyas bases habían echado los súmeros. Su técnica arquitectónica, sus invenciones para el control de las inundaciones, su escritura, sus industrias, todo fue aprovechado por los babilonios y desarrollado hasta un notable grado de progreso. La ciudad —cuya divinidad protectora se llamaba Marduk y poseía un templo grandioso en la ciudad— se cubrió de notables construcciones y fue el centro de una importante actividad de todo orden. Allí reinó, entre 2123 y 2081 a. de J. C., un rey llamado Hamurabí, que ha pasado a la Historia como uno de los grandes codificadores de la Antigüedad. En efecto, Hamurabí mandó recopilar las diversas disposiciones que regían la vida civil y ordenó que fueran grabadas en piedra para que todos los pueblos sometidos a su autoridad las conocieran. Este monumento ha llegado hasta nosotros y se encuentra en el Museo del Louvre. Allí podemos estudiar cuál era la organización de la familia, la diferente condición de los individuos, el régimen de la propiedad, el sistema penal. Así podemos saber que las leyes que regían al Imperio Babilónico eran muy semejantes a las que dio Moisés a los hebreos, y conocemos detalles de la vida diaria de tan remotos tiempos. El Imperio Babilónico no sobrevivió mucho tiempo a su gran rey. A comienzos del segundo milenio, las grandes invasiones de pueblos indoeuropeos acabaron con él, sometiéndolo a la autoridad de una de las ramas que se habían dirigido al Asia occidental. Así terminó un imperio floreciente que había desarrollado una civilización de alto vuelo.
ESTELA DE HAMURABI. La estela de Hamurabí presenta en la parte superior al rey en el momento en que recibe del dios Asmas el código que debía regir a su pueblo. Luego, en escritura cuneiforme, está transcripto el código, cuyas prescripciones revelan su parentesco con la ley de Moisés.

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