sábado, 6 de junio de 2015

PREHISTORIA - El Período Neolítico

PIEDRA PULIDA Desde luego, las industrias neolíticas tienen su base en el mismo duro material que las del Paleolítico. Pero también en este aspecto se introduce una modificación fundamental: a la industria de la piedra tallada le sucede la de la piedra pulida. Esta nueva técnica —que ya se había aplicado en los períodos precedentes al hueso y al marfil— entra ahora a aplicarse a las piedras, usándose aun con las rocas más duras, tales como el sílex, el granito, la diorita y el jade, para producir delicados y finos instrumentos. Muchas de las formas instrumentales se basan en sus similares paleolíticas, pero enriquecidas con nuevos aportes debidos a una fértil inventiva colectiva. Otras veces se traspasan elementos de los viejos instrumentos a otros nuevos, como, por ejemplo, las formas dentadas de los antiguos arpones, que ahora se aplican eficazmente a las puntas de flecha. El antiguo aislamiento, característico de las pequeñas bandas paleolíticas, da paso a nuevas formas de contacto frecuente. El comercio se inicia, posiblemente bajo la forma primaria del trueque, y materias primas indispensables son así obtenidas por pueblos que no las producen. Tal ocurre, por ejemplo, con el sílex y el ámbar. Estos productos viajan dilatadamente, pues los arqueólogos los encuentran en yacimientos totalmente alejados de sus centros originarios. El último de estos productos, el ámbar, continuará siendo traficado hasta la Edad Media, por caminos preseñalados de antiguo, que atraviesan Europa y que se conocen con el nombre genérico de "la ruta del ámbar". Sin embargo, estas relaciones de un comercio naciente no son suficientes para arrancar a los hombres del Neolítico de sus acantonamientos territoriales, prefigurados por la geografía. Por el contrario, al revés de lo que suele caracterizar a los períodos del Paleolítico —de área territorial habitualmente extensa—, una de las maneras propias de presentarse las culturas neolíticas es la de ocupar pequeños trozos de un país. Ello procura una gran diversidad de focos culturales neolíticos, cada uno con sus características propias, y concede una gran movilidad al cuadro general del neolítico europeo, desde el doble punto de vista geográfico y cultural. Por otra parte, no hay que exagerar, pues nada sería menos exacto que juzgar a estos pueblos como demasiado rigurosamente adheridos a sus respectivos acantonamientos. Grandes migraciones, desplazamientos en masa, cuyos flujos y reflujos no podemos percibir, en su mayoría, ahora, debido a la distancia temporal que nos separa, han existido, sin lugar a dudas. Presiones de unos pueblos contra otros han provocado no sólo esos desplazamientos sino también cruces y superposiciones, reveladas hoy, a la luz de la Arqueología, por las culturizaciones resultantes. Todo ello crea, pues, un cuadro bastante complejo y movido de la vida neolítica, en el cual abundan, todavía, los problemas sin solución.

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