lunes, 1 de junio de 2015

PREHISTORIA - El Período Neolítico

CERAMICA NEOLITICA No debe creerse que la cerámica de la Europa occidental y central haya logrado, en seguida la perfección en las proporciones y en el detalle figurativo que caracteriza a las ya recordadas urnas funerarias. Como todas las industrias —y particularmente aquellas que, cual la presente, carecían de antecedentes en el Paleolítico—, la cerámica ha atravesado por oscuros períodos iniciales. Como en muchas otras industrias, no puede hablarse, con propiedad estricta, de una cerámica neolítica, sino de las muchas cerámicas neolíticas que nacen en focos culturales aislados (recuérdese la fragmentación político-cultural característica del Neolítico). En todas partes, en efecto, sus comienzos nos muestran piezas irregulares, inarmónicas, del tipo de los platos playos, hechos de una pasta grosera, de grano grueso, y de cocción imperfecta que revela el uso de hornos de cocción muy primitivos, instalados al aire libre. La elección de la arcilla se verifica sin la requerida discriminación. La mayor parte de la usada está mezclada con areniscas y tierras ordinarias, que le restan plasticidad y cohesión. No es que la arena o los otros elementos incorporados a la arcilla se empleen como antiplásticos, tal como lo hacen los alfareros indígenas modernos. La mezcla se verifica en forma totalmente irregular, fuera de las debidas proporciones, lo que tiende a dar la impresión clara de una utilización no intencional. Otro motivo hay para que los vasos resulten mal hechos: la pasta está apenas amasada, lo que también contribuye, en fuerte grado, a que carezca de plasticidad. La cocción resulta, asimismo, defectuosa, como lo revela el examen en el interior de cualquier fragmento. El color marrón de las capas interior y exterior de la pared del vaso no se mantiene en la zona media. Esta se revela con una coloración grisácea, denunciadora de que la cocción no se ha completado. El calor, mal dirigido o administrado, no ha llegado a penetrar en forma homogénea todo el espesor de la pasta. De ahí que sólo haya cocido realmente las partes superficiales, sin ejercer sus efectos sobre el interior. El vaso presenta, pues, una cocción sólo aparente, que conspira contra su solidez y durabilidad. Dos son los elementos principales para juzgar de la perfección alcanzada por un arte cerámico determinado: la variabilidad y riqueza de las formas y la del decorado. Ambas manifestaciones corren una evolución habitualmente sincrónica, en la mayoría de los focos culturales neolíticos, aunque —en algunos casos— una de estas manifestaciones pueda estancarse por algún tiempo mientras la otra continúa enriqueciéndose y diversificándose. Con respecto a la primera puede notarse, con el andar del tiempo, una creciente complicación, así como una tendencia general a un mayor equilibrio y elegancia. De las manifestaciones fundamentales antes citadas —la forma y la decoración—, la primera es la que primero aparece. Es lógico que así sea. El continente debe preceder siempre al contenido. Toda una serie de vasos groseros, cuya calidad de meros recipientes es notoria, aparecen antes de que las más simples decoraciones sean agregadas. Estas llegan durante el Campigniano. Son meras incisiones o entalladuras, irregulares, hechas sobre arcilla fresca, antes de la cocción. Luego aparecen decoraciones constituidas por una o varias series de puntos, sobresalientes en la superficie exterior del vaso, y, preferentemente, en la región inmediata a su borde. Estos punteados se obtienen con bolitas de arcilla fresca, que se adhieren por presión antes de someter la pieza a la acción del fuego. Gradualmente, este tipo de decoración va invadiendo casi todo el cuerpo del vaso. Otra etapa decorativa está constituida por la que se obtiene con la huella dejada sobre la arcilla fresca por una cuerda enrollada alrededor del cuerpo de la pieza. Y otra, por las huellas, igualmente logradas con una cinta. Ya desde el año 1900, Gotze y Reinecke, casi al mismo tiempo, intentaron la presentación de una sistemática de la cerámica neolítica de la Europa central, buscando el señalamiento de los tipos principales y su cronología. Como consecuencia de estos estudios, los especialistas alemanes se dividieron en dos grandes grupos: los que, encabezados por Gotze, Schliz y Hoernes, afirmaban la mayor antigüedad de la cerámica encordada (schnurkeramik, o céramique cordée), y los que, dirigidos por Schumacher, Konen y Kohl, en Alemania, Heierli en Suiza, y Butchela en Bohemia, proclamaban como más antigua a la cerámica encintada (bandkeramik, o céramique rubanée). Estas disputas cronológicas ocurrieron, aunque sin el rigor metodológico alemán, en otros países. Finalmente, los dibujos de tipo geométrico —triángulos unidos por su base, formando guardas; rombos, ajedrezados, mallas, volutas, grecas— son igualmente producidos sobre la superficie externa de los vasos, por medio del ya conocido sistema de las bolitas de arcilla aplastadas. No ha de creerse, sin embargo, que las discusiones respecto de la antigüedad relativa de cada uno de estos tipos decorativos hayan cesado completamente. Por el contrario, de tanto en tanto, otro clasificador plantea un nuevo problema y provoca la reapertura de la cuestión. Pero, todavía son de estricta aplicación las palabras de Reinecke, de fines del siglo pasado: "Para decir verdad, la cronología del Neolítico no puede establecerse a la ligera, y según una sola fouille, en que los tipos pueden estar mezclados y en que no es fácil determinar la sucesión cronológica de los diversos depósitos. La tipología, por otra parte, es impotente para suplir estas indicaciones precisas. Es necesario, pues, estudiar en su conjunto el material neolítico. Los tipos de sepultura son un elemento de cronología completamente insuficiente". Todavía hoy pueden repetirse con provecho esas palabras sabias. Y la multiplicidad de las manifestaciones culturales del neolítico europeo no ha hecho, en este casi medio siglo de investigaciones arqueológicas, más que ratificar la extrema variabilidad de la presentación local de todos sus diversos problemas. Agreguemos, finalmente, que el proceso de incisiones, como técnica decorativa, es, sin embargo, en toda Europa, más antiguo que cualesquiera de las otras maneras conocidas. Este hecho permite apreciar, también, uno de los motivos que asegura su dominación, en muchas regiones, sobre todas las otras técnicas que hemos reseñado. Más aun, en algunos países, como los escandinavos, alcanza un relieve artístico realmente extraordinario. Sin embargo, frente a las artes manuales, finas y elaboradas, de Egipto, el Asia Menor y algunas de las grandes islas del Mediterráneo oriental, que ya comienzan a mostrarse como grandes centros culturales del futuro, las artes europeas causan la impresión de algo rudimentario y naciente. Será necesario esperar el advenimiento de la Edad de Bronce con los contactos orientales-europeos que ella crea, para que esas industrias nacientes, al contacto de las más desenvueltas, adquieran un nuevo impulso de renovación y de progreso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario