miércoles, 19 de agosto de 2015

HISTORIA ANTIGUA - La época de Augusto

LAS ARTES Y LAS LETRAS Si esta época mereció el nombre de "siglo de Augusto", no fue solamente por la paz que proporcionó a Roma ni por la estructura política y administrativa que supo crear; fue también por el esplendor que alcanzaron por entonces las artes y las letras, a las que estimuló el príncipe con su protección a los poetas y a los artistas. Roma se cubrió por entonces de hermosos monumentos. Arquitectos y escultores, muchos de ellos traídos de Grecia, pusieron al servicio del engrandecimiento de la ciudad su talento y su experiencia; se levantaron templos, palacios y estatuas, y se construyeron también obras públicas de importancia para la vida urbana, especialmente puentes sobre el río Tíber. Pero lo que tuvo un brillo inusitado en la época de Augusto fue la poesía. Vivió por entonces Virgilio, el gran poeta mantuano a quien protegió Mecenas. Dos obras poéticas —las Bucólicas y las Geórgicas— lo acreditaron como espíritu de inspiración fresca y profunda; describía en ellas la vida de los campos y servía indirectamente, de ese modo, los ideales de Augusto en cuanto procuraban devolver a las viejas costumbres el perdido encanto. Donde Virgilio mostró su madurez poética, sin embargo, fue en otro poema de corte épico que tituló la Eneida. Era un poema histórico, en el que narraba el lejano y legendario origen de los romanos, a quienes, según cierta tradición, emparentaba con los griegos. El poema no sólo posee raras cualidades literarias sino que se caracteriza también por el fervor patriótico del poeta, a quien mueve la visión de la grandeza de Roma. Horacio, el autor de las Epístolas y las Odas, de las Sátiras y del Canto Secular, mereció también el apoyo de Augusto y de Mecenas. Era un temperamento menos apasionado que Virgilio, menos profundo, pero más intencionado y crítico. A su lado florecieron otros poetas: Ovidio, el autor de las Metamorfosis y los Fastos, y Propercio, de quien se conservan las Elegías. Pero es necesario no olvidar otras formas literarias que alcanzaron por entonces alto vuelo, especialmente la Historia. Ya durante la época republicana hubo historiadores eminentes, como Salustio y Julio César. Contemporáneo de Augusto fue Tito Livio, cuya Historia de Roma constituye un inmenso monumento a la antigua gloria de la ciudad. Los relatos sobre los orígenes del pueblo romano y de la ciudad, las narraciones de las batallas y de los actos heroicos, los discursos de los más eminentes ciudadanos, todo constituyó, con el tiempo, la versión oficial de la historia del pasado romano. Por eso tiene importancia no sólo como obra histórica sino también como testimonio del alma nacional, que se vio reflejada en ella con sus más señalados caracteres. Durante los siglos siguientes no faltaron en el imperio poetas y prosistas de valor, pero no volvió a darse nunca esta conjunción de figuras excelsas, y por eso el siglo de Augusto adquiere en la historia de Roma una significación inigualable.
VIRGILIO. El gran poeta mantuano aparece aquí sentado entre dos musas inspiradoras de su apasionada poesía. Este mosaico fue hallado en la ciudad de Susa (Túnez).

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