lunes, 19 de agosto de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Fisiología de las sensaciones

Los organismos superiores captan del medio ambiente en que viven y de ellos mismos, diversas impresiones que utilizan para mantener su unidad orgánica y para regular su conducta. El sistema nervioso es el encargado de este papel informativo. Para ello varias partes del mismo se especializan en la recepción de determinados estímulos y constituyen los llamados aparatos sensoriales, que son la vista, el oído, el olfato, el gusto, y las sensibilidades (superficial y profunda) ya tratadas. Cada uno de estos aparatos se compone de: a) un receptor periférico con estructura y características propias; b) un conjunto de fibras nerviosas (vías aferentes) por las cuales van impulsos de los receptores a los centros; y c) centros donde los impulsos se elaboran y se asocian (centros superiores) con otros impulsos, resultando la sensación y la respuesta, esta última por la descarga de impulsos desde los centros a los efectores (músculos o glándulas).
PROPIEDADES GENERALES DE LAS SENSACIONES Los órganos receptores son de varios tipos, cada uno con estructura y distribución propias y preferencia para captar pequeñísimas cantidades de una clase de estímulos (irritabilidad específica). El ojo capta las radiaciones luminosas; el oído las ondas sonoras; la lengua las sustancias sápidas; la nariz las olorosas; la piel el contacto, la temperatura y el dolor, y las estructuras profundas, los estímulos de presión, etc. Estímulos distintos al específico pueden excitar a un receptor, siempre que sean muy intensos, pero todos suministrarán la misma sensación (ley de Müller). Por ejemplo, si a la retina se le hace llegar calor, electricidad, o se la toca, dará una sensación luminosa; si lo mismo se repite con el oído, la sensación percibida será auditiva, y así sucesivamente. Al estudiar cada sentido en particular se señalarán las características que debe tener el estímulo para ponerlo en acción, es decir la intensidad mínima y la máxima percibidas, su duración mínima, la posibilidad de percibir sus distintas variaciones, etc. Sólo se indicarán aquí algunos principios generales del funcionamiento de los receptores. La sensación crece al aumentar el estímulo aunque no en igual proporción. Los sentidos localizan al estímulo, es decir que la sensación se refiere a un punto dado del cuerpo, como cuando se toca la piel, o fuera del cuerpo, como cuando se señala el lugar de origen de un sonido. Los sentidos se adaptan fácilmente al estímulo si actúa por mucho tiempo y por ello deja de ser percibido, como por ejemplo el caso del anillo o el sombrero que por el hábito de llevarlos ya no se sienten; la adaptación es menos pronunciada al dolor. Además, los sentidos presentan contrastes, porque disminuye la sensibilidad al estímulo que está actuando y se vuelven más sensibles al opuesto; así, el ojo que mira con fijeza a un disco rojo sobre fondo blanco se hace menos sensible al rojo, y si mira en seguida a una superficie blanca verá el color complementario, es decir un disco verde. Las sensaciones tienen tono afectivo, es decir que pueden ir acompañadas de un estado de placer o de desagrado. Finalmente los receptores se fatigan y dejan de responder a un estímulo. Los receptores se clasifican en dos grupos según su ubicación: exteroceptores, los que se hallan en la superficie corporal y son capaces de recibir estímulos que llegan de lejos (vista, oído) o de cerca (gusto, tacto, térmico), e interoceptores, los repartidos en las vísceras o en los huesos, músculos, etc. Se examinarán por separado cada uno de los aparatos sensoriales, comprendiendo el estudio del estímulo, su receptor específico y las vías y centros nerviosos que le pertenecen.

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