miércoles, 21 de agosto de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Sensibilidad profunda

Comprende numerosas y variadas sensaciones que nacen en la intimidad de los órganos y tejidos del cuerpo, y son de mucha utilidad para mantener la unidad funcional y la relación entre las partes. Se consideran por separado la sensibilidad de las vísceras y la propioceptiva. SENSIBILIDAD VISCERAL. Los nervios viscerales captan continuamente por sus terminaciones, impresiones que transportan a los centros nerviosos, pero que pocas veces entran en la esfera de la conciencia. Estas impresiones difieren según el órgano de que se trate. El corazón y las grandes arterias se informan de los cambios de la presión arterial, del oxígeno y del anhídrido carbónico de la sangre, y con esa base regulan los movimientos respiratorios y la misma presión arterial. De la superficie pulmonar y pleural, nacen estímulos que por medio del nervio vago gobiernan la respiración. De la tráquea, la laringe y la nariz, parten estímulos que provocan la tos o el estornudo que sirven para limpiar las vías respiratorias. En la vejiga nacen las sensaciones que provocan la micción. Aparte de las diversas sensaciones enumeradas también hay sensación de dolor en algunas vísceras y en otras no. El corazón, que no tiene sensibilidad táctil, la tiene dolorosa, de lo que es prueba el intenso dolor de la angina de pecho. La pleura que recubre la pared costal y la diafragmática, duele intensamente y en cambio la que tapiza al pulmón es indolora. Tienen sensibilidad dolorosa el peritoneo, las vías biliares y las renales, los dientes, etc., como bien lo saben los pacientes con peritonitis, cólicos, etc.; no la tienen el hígado, el bazo, etc. Un hecho bien conocido pero de mecanismo todavía desconocido, es que el dolor puede manifestarse lejos de la víscera enferma (dolor referido). SENSIBILIDAD PROPIOCEPTIVA. Comprende también un complejo grupo de sensaciones originadas en zonas profundas del cuerpo, que permiten apreciar y mantienen la postura de cada una de las partes del organismo, el equilibrio corporal y los movimientos. El estímulo es una fuerza que por presión o tracción deforma una parte del cuerpo. Los receptores son varios. Unos se hallan alrededor de las fibras de todos los tendones y músculos e informan sobre el grado de estiramiento que éstos sufren. Otros, formados por unos grandes corpúsculos ovales (Pacini) situados en la palma de la mano y el pie, en la superficie de las articulaciones y los huesos, informan de las presiones sufridas en esos lugares. Finalmente los del laberinto, situados al lado del oído interno, reciben las variaciones de presión de la linfa allí contenida, según la posición de la cabeza, y sus informaciones son utilísimas para la conservación del equilibrio.

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