viernes, 11 de julio de 2014

BIOLOGÍA - La teoría de la evolución

Explicar la existencia sobre la Tierra de muchas centenas de millares de especies animales y vegetales, es una de las tareas primordiales de la Biología. Según una creencia simplista, cada especie fue creada independiente, y más o menos al mismo tiempo que la Tierra, por un ser sobrenatural. Tal como la creencia en la inmovilidad del globo terráqueo, esa concepción fue, a través de los siglos, considerada indiscutible, hasta que la fuerza de los hechos demostró el absurdo de ambas. Pero ante nuestros conocimientos actuales es tan ridículo pensar que las onzas, papagayos y moscas surgieron sobre la Tierra sin provenir de otros animales, como juzgar que el globo reposa, inmóvil, sobre los hombros de Atlas. El mayor mérito de la ciencia del siglo pasado fue el de haber edificado sobre bases sólidas la teoría de la evolución. Quedó probado que los animales y las plantas actuales provienen de especies que vivieron en épocas remotas, las que poco a poco se fueron diferenciando bajo la acción de factores naturales, hasta producir la multitud de especies actuales, inclusive el hombre. Así como las familias humanas se van ramificando en diversos sentidos, también la evolución de las especies se produjo en diversas direcciones, en ramificaciones sucesivas, formando un árbol genealógico complicadísimo. La ignorancia de este hecho ha provocado mucha incomprensión y error, como la afirmación corriente de que el hombre proviene del mono; en realidad ellos son dos ramas que han salido de un tronco común, hoy extinguido, y no el uno del otro.
La evolución no se produce linealmente, sino según un árbol genealógico ramificadísimo. Aquí figuran los principales troncos de la evolución de los animales, mostrando sus relaciones más probables.

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