miércoles, 16 de julio de 2014

PREHISTORIA - Curiosidad por el pasado

NOMENCLATURA FUNDAMENTAL Conviene, ahora, que nos pongamos de acuerdo respecto del valor de algunos términos fundamentales, sin cuya apreciación precisa no sería posible pasar adelante. Las "ciencias del hombre" están constituidas por un conjunto de disciplinas que tienden, todas ellas, al estudio del hombre primitivo desde diferentes puntos de vista. Al decir hombre primitivo no debe entenderse que deseamos referirnos únicamente a los hombres de los albores de la humanidad. Así como hay "primitivos antiguos", hay también "primitivos modernos": todos los indígenas de Asia, Africa, Oceanía y América que aún viven sin contacto, o con trato apenas ocasional, con los blancos, entran, por igual razón, en esta categoría. De ellos, pues, tanto como de los cazadores paleolíticos o neolíticos, se ocupan los estudiosos de estas ciencias. Pero el enfoque con que lo hacen puede y debe ser muy diferente. El prehistoriador se ocupará de los restos (humanos o de industria) más primitivos, de aquellos que corresponden, realmente, como antes dijéramos, a los albores de la humanidad. El antropólogo estudiará al hombre desde el punto de vista de su ser físico (realizando las determinaciones de las medidas de las distintas partes de su cuerpo y verificando, con este motivo, las comparaciones pertinentes). El arqueólogo tendrá a su cargo la investigación de los usos y costumbres de los primitivos antiguos (tanto en lo que se refiere a su cultura material —economía, vivienda, patrimonio, artes e industrias—, como lo que atañe a su vida espiritual: gobierno, organización familiar, religión y culto de los muertos, juegos y arte). El etnógrafo, en cambio, hará lo propio con los primitivos modernos. El etnólogo considerará los problemas emergentes del estudio comparativo de diversos grupos humanos o, más modestamente, perseguirá una institución o una costumbre a través de diversos pueblos y religiones. Lo enunciado demuestra, acabadamente, lo difícil que resulta deslindar terminantemente el territorio propio de cada una de las disciplinas que componen las "ciencias del hombre". El prehistoriador, al estudiar los más viejos restos, invade por un lado el campo del arqueólogo (al detenerse a considerar las más rudimentarias industrias); por el otro, el del antropólogo (al describir, minuciosamente, los vestigios esqueletarios hallados). Y la recíproca es igualmente sostenible: antropólogos y arqueólogos, al referirse a los tiempos más antiguos de la vida del hombre, penetran en el campo propio del prehistoriador. De igual modo, hay disciplinas que tienen propósitos de estudio muy similares, diferenciables sobre todo desde el punto de vista cronológico: la Arqueología y la Etnografía. Y otras, que aunque se denominen de manera asaz parecida, tienen métodos y objetivos diametralmente opuestos: la Etnografía y la Etnología. En efecto, la Etnografía es una disciplina concreta y particular; la Etnología una disciplina abstracta y general. Todo esto debe ser retenido por quien desee penetrar en el campo de las "ciencias del hombre" de una manera neta, pues sólo así podrá comprender acabadamente por qué temas enunciados de una manera general en este artículo sobre Prehistoria, se repiten (aunque estudiados en su detalle) en los dedicados a Arqueología o Antropología. Por último, no debe olvidarse que otras disciplinas coadyuvarán al mejor conocimiento de las poblaciones aborígenes: la Lingüística es una de las más importantes.

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