miércoles, 16 de julio de 2014

BIOLOGÍA - La teoría de la recapitulación

LA COLA DEL EMBRIÓN HUMANO Para Haeckel la filogenia sería la "causa mecánica" de la ontogenia, es decir, las novedades que aparecen en el desarrollo embrionario de un animal tendrían origen en los caracteres de sus antepasados adultos. El hecho de tener en la fase embrionaria un esbozo de cola, sería causado por la circunstancia de tener ese apéndice los antepasados adultos de nuestra especie. En realidad, la cosa es mucho más simple. Este vestigio existe en nuestro embrión por el mismo motivo que existe en el embrión del mono o del toro, es decir, porque los genes que heredamos de las especies atávicas así lo determinan. No se trata de indagar por qué nuestro embrión tiene cola, lo que es muy natural, ya que descendemos de animales cuyos embriones la tienen. La pregunta que debe hacerse es: ¿por qué no tenemos, como ellos, cola cuando adultos? La respuesta es que los genes que condicionan la cola en el adulto no llegaron hasta nosotros; se modificaron a través de la evolución. La ontogenia humana es causada no por la filogenia de las especies atávicas, sino por la acción de muchos de los genes que determinaron la ontogenia de aquéllas, completada por la acción de los genes mutados que ellas no poseían. Los primeros son los que provocan las semejanzas y los segundos las diferencias existentes entre el hombre y las especies de que proviene. Ahora bien: considerando la formación de un órgano complejo como es la cola, constituida por huesos, músculos, vasos, nervios, piel, condicionada por numerosos genes, es muy poco probable que todos ellos se modificasen a tal punto que no quedara ni vestigio del órgano. Lo más fácil de suceder es que, por distintas modificaciones de estos o aquellos genes, la cola, a través de la evolución de las especies, presente varias modificaciones en la forma, estructura, color, v llegue a ser muy grande o muy reducida, lo que se verifica en las muchas especies de vertebrados. Hasta puede desaparecer del todo en el adulto, como sucede con el sapo (cuya larva tiene cola) y con el hombre. Que hasta cualquier esbozo embrionario de cola desaparezca, no es teóricamente imposible, pero es casi improbable, y en la realidad eso no ocurre.

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