El término "escolástica" significó al principio el conjunto del saber, tal como era transmitido en
las escuelas de tipo clerical. El escolástico era el maestro de las siete artes liberales o el jefe de las
escuelas monásticas o catedráticas.
Más tarde se dio el mismo nombre a los que escolarmente se dedicaban a la filosofía y a la
teología. Tales escolásticos ya no se propusieron, como los padres de la Iglesia, comprender y
formular la doctrina cristiana con ayuda de la filosofía griega, sino fundamentar y enseñar la
doctrina de la Iglesia como sistema científico.
La vida espiritual en la Edad Media se mantiene en una actitud receptiva frente a la cultura
antigua: se somete a la autoridad de los pensadores clásicos; se quiere enseñar la ciencia y la
filosofía y no investigar y filosofar por cuenta propia. De ahí que el método característico de la
escolástica sea el deductivo en su forma silogística, tan propio para exponer y presentar
verdades ya encontradas, pero infecundo para el descubrimiento de nuevas ideas. Otro carácter
de la escolástica es su preocupación por resolver las contradicciones existentes entre las
autoridades reconocidas; todo, con el propósito final de hacer ver que no existe conflicto entre el
saber y la fe, la filosofía y la teología, la razón y la revelación.
Sociológicamente considerada, es la escolástica un tipo de vida intelectual, un estilo de pensar y
filosofar que se extiende por más de seis siglos (X-XV); constituye el punto culminante de la
filosofía medieval y tiene sus representantes en los pensadores más señeros del tiempo.
En suma: la escolástica es un movimiento intelectual oriundo de la Edad Media, preocupado en
demostrar y enseñar las concordancias de la razón con la fe por el método deductivo-silogístico,
que se propone eliminar las posibles contradicciones de las verdades transmitidas, en materia de
dogma, por los filósofos y teólogos oficiales de la Iglesia.
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