sábado, 23 de febrero de 2013

PEDAGOGÍA - Etapas fundamentales de la educación

ORIENTACION POSESCOLAR
EDUCACION PROFESIONAL
La educación profesional debe desempeñar un papel importantísimo en todo país que aspire a
elevar su nivel de cultura; disminuye el número de fracasados y aumenta considerablemente el de
los triunfadores, que son ejemplo y factor de emulación. Sus problemas exclusivamente técnicos
escapan a los límites estrictos de la Pedagogía; situados en la zona donde ésta confluye con la
Psicología, sus matices pertenecen más a esa ciencia que a la que aquí nos ocupa, y por ello
remitimos al curso de Psicología. Aquí sólo pasaremos revista a las condiciones sociales y a los
fines específicamente pedagógicos.
Como toda educación, la profesional debe estar orientada funcionalmente, esto es, para responder
a las necesidades del momento o al tipo de sociedad en que se vive. Es inútil y nocivo diagnosticar
vocaciones en abstracto. ¿De qué vale descubrir que un individuo sería un excelente aviador, si en
el país no está desarrollada la aviación y no puede ejercer su aptitud? ¿De qué vale descubrir
condiciones para la industria, si el país es eminentemente agrícola? En todo caso, estos
diagnósticos sumarán nuevos individuos a la crecida legión de los descontentos con su destino.
Entonces, preguntaréis, ¿qué hacer? La respuesta es simple: buscar la concomitancia de la aptitud
descubierta —si no tiene aplicación inmediata— con las posibilidades del momento o del lugar, e
incitar al individuo en esa dirección. Nunca se debe olvidar que la vocación tiene mucho de
aptitud, pero también un altísimo porcentaje de sugestión. El educador debe salvar el escollo; de
su comprensión de los problemas humanos, y de su conocimiento de la situación social depende
el éxito de la tarea.
Las finalidades de la orientación profesional son ante todo sociales; si el individuo fue el centro en
torno del cual giró la educación propiamente dicha, la sociedad es el fin de esta etapa en que
deben culminar los ingentes esfuerzos de las anteriores. El individuo, llegado a cierta altura de la
vida, se confunde con el grupo, lo informa, en su totalidad encuentra el hontanar de su conducta,
y si bien es parte activa que puede modificarlo, en sumo grado es materia pasiva que sufre
innumeras presiones del medio y se modifica y amolda a ellas. La armonía de individuo y grupo
es una necesidad que nace de sus propias relaciones, y tal armonía solamente puede ofrecerla un
encauzamiento racional de las aptitudes, y nunca la romántica decisión de cruzar lanzas con la
suerte, batalla con molinos de viento, esfuerzo inútil y nocivo por los fracasos a que da lugar.

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