miércoles, 27 de febrero de 2013

PEDAGOGÍA - Etapas fundamentales de la educación

NURSERIES
Muy a pesar de estas razones teóricas, la preocupación por la formación de los pequeños reconoce
un origen práctico. Cuando, en el siglo pasado, el desarrollo de la gran industria arrancó a la
mujer del hogar, se hizo patente la necesidad de cuidar de una manera u otra a los pequeños que
por su edad no podían vagar por las calles o quedar al cuidado de una vecina benevolente o de un
hermano mayor mientras sus madres trabajaban. La primera nursery fue fundada en París, en
1844, por JEAN BAPTISTE FIRMIN MARBEAU. Este filántropo, encargado de la dirección de los
asilos, observó que el número de niños abandonados aumentaba con la exigencia de mujeres para
la industria. Entonces puso en práctica su idea: asilos que sólo recogían al niño en las horas de
labor. La iniciativa fue fecunda y pronto por todos los países de la Europa occidental se
extendieron las nurseries, que gradualmente adquirieron un nuevo aspecto. La primitiva sala
donde sin orden ni concierto se agrupaba, desde los niños de pecho hasta a los de tres a cuatro
años, dio paso a secciones separadas según la edad y atendidas por mujeres que recibían
preparación especial.
Existen varios tipos de nurseries. Así, por ejemplo, las hay para niños de distintas edades. Las hay
también rurales, fabriles, y de ciudad o de región. En todas, la finalidad es una, y la variación se
deriva de las peculiares actividades de las madres —horarios de trabajo—, y de las características
ambientales —clima, costumbres, etc.—. Aquí nos limitaremos a examinar algunos de sus
aspectos más generales.
En primer término, debemos tener en cuenta que la nursery no es simplemente una institución
destinada a atender las necesidades físicas del niño, sino que es al mismo tiempo una institución
educativa. La nursery, sea cual fuere el tipo a que pertenezca, es un lugar donde los párvulos
permanecen un determinado período de tiempo, que debe aprovecharse para cuidar de su físico y
de su educación. La necesidad pedagógica fundamental es situar al niño en un ambiente que le
brinde amplia ocasión de ejercitar plenamente sus facultades. No se debe estimular ni retrasar por
medios artificiales su desarrollo, y durante el primer año de vida los esfuerzos deben concentrarse
en capacitar sus órganos sensoriales y motores. En el segundo y tercer años se ha de atender
también al lenguaje, a las emociones y al pensamiento. Esto, principal preocupación del maestro,
sólo se logra con medios pedagógicamente racionales: un local limpio, claro y espacioso, de
regulares dimensiones, materiales didácticos o recreativos adecuados, alimentos sanos a
intervalos regulares y un lenguaje correcto por parte de los adultos y compañeros de la misma
edad. Conseguidas estas condiciones, debe concretarse la labor que se ha de desarrollar.
Una de las tareas más importantes con relación al primer año de vida es el cuidado del desarrollo
de los órganos sensoriales, especialmente del oído y de la vista, a los que se debe evitar toda
excitación indebida. Son contraproducentes los locales amplios, donde la acústica es demasiado
potente, y donde el gran número de niños que tienen cabida produce mucha algarabía. Al mismo
tiempo que se libra al pequeño de ruidos excesivos, se debe velar por el desarrollo del órgano de
la audición mediante el empleo de campanas de timbre suave, del canto, y en especial de los
rumores y sonidos propios de la naturaleza. Lo ideal, según prueban las experiencias del
psicólogo ruso SIKORSKY, es que cuando el niño se despierta se le deje en una semipenumbra y
bajo la impresión de rumores o sonidos suaves, por ser esos momentos particularmente útiles
para el desarrollo del sentido del oído.
Al sentido de la vista se aplica lo dicho para el oído. Los fuertes contrastes
luminosos, la luz
demasiado abundante o escasa, son siempre contraproducentes, y a fin de preparar los órganos
para todas las circunstancias de la vida, se deben imponer ciertos ejercicios, por ejemplo, la
concentración de la vista en algún objeto por un período nunca mayor de cinco minutos. El color
de las paredes es primordial y también el de los cuadros que ve el niño. Estos últimos deben
contener figuras sencillas, estrellas, círculos, cuadrados, y ser de colores vivos, .pero no chillones.
Si bien los demás sentidos apenas exigen preocupación alguna, las facultades motrices tienen
fundamental importancia. Los párvulos deben estar divididos según su capacidad de movimiento:
los que pueden moverse por sí solos, y los que no pueden, a los cuales las niñeras deben cambiar
de posición de cuando en cuando.
La función de la nursery no termina con este proceso de educación diaria. Todo el personal debe
estar en contacto directo con los padres, recabar de éstos informes sobre la vida del niño en la casa,
acerca de los hermanos mayores, de los problemas familiares que inciden en el cuidado de los
pequeños, el ambiente..., en una palabra, sobre todo lo que de una manera u otra puede ayudar u
obstaculizar la labor de la nursery.

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