domingo, 10 de febrero de 2013

PRIMEROS AUXILIOS - Heridas

La herida es una solución de continuidad de la piel o de las mucosas causada por un agente
exterior cortante, perforante, o por una fuerza mecánica que sobrepasa la capacidad de
distensión y resistencia de éstas. El objeto que golpea los tejidos orgánicos ocasiona su
mortificación y altera sus condiciones químicas en forma proporcional a su fuerza de choque y
capacidad de perforación. Un agente cortante, cuchillo o lámina metálica, actuando en un
punto concreto, vence fácilmente la resistencia de la piel y ocasiona su sección, pero no
produce gran alteración de las condiciones fisiológicas y químicas de la zona: es una herida
pura. Una piedra produce gran contusión y mortificación del tejido y una herida o solución de
continuidad, a veces mínima. En el otro extremo de la escala que planteamos se colocaría la
contusión simple, en la que hay modificación de los tejidos sin existir en realidad solución de
continuidad.
Las heridas ocasionan dolor, salida
de sangre de los vasos que irrigan los tejidos vecinos y
separación de los bordes cutáneos. La hemorragia, pérdida de sangre, debe ser evitada. De
ordinario, en las pequeñas heridas que no coinciden con la situación anatómica de los grandes
vasos, la hemorragia es pequeña y es más lo dramático de la situación lo que impresiona, que
el peligro que el paciente corre.
Nos ocuparemos primero de la hemorragia y luego de la cura de la herida de primera
intención, como suele denominarse a los primeros cuidados que toda herida requiere.
Por término medio, el hombre tiene unos cinco litros de sangre. La pérdida continua de la
mitad de esta cantidad es mortal. Pero en las grandes hemorragias, antes de llegar a perder
esta cantidad, el herido cae en estado de shock y esto, por anemia de los centros vitales,
bulbares y cerebrales, significa un mayor peligro para el accidentado. Al ocuparnos del shock
daremos los medios, siempre al alcance del profano para tratarlo.
La hemorragia de las heridas puede ser capilar, venosa o arterial, según sea el elemento o
elementos seccionados. La hemorragia de los pequeños vasitos llamados capilares se produce
en "napa", es decir, por una extensión lenta y continua de la mancha sanguínea y se detiene
por la simple compresión del apósito y vendaje que se hará a la herida. No es peligrosa y el
paciente podrá ir hasta el médico o esperarlo, después de una cura de urgencia. Las
hemorragias venosas se advierten por la coloración oscura de la sangre; por su salida continua
en chorros sin fuerza si la vena cortada es grande. La ligadura suave por encima de la herida,
más próxima al corazón, las aumenta, por dificultar la vuelta de la sangre al motor central de
la circulación. Estas hemorragias no deben ligarse, sino comprimirse la herida, en forma
moderadamente apretada. Generalmente se produce la coagulación de la sangre, medio
natural de tratamiento.
Las hemorragias arteriales son las que verdaderamente representan un riesgo. La sangre es
roja, rutilante, a chorro intermitente, ritmado por los latidos cardíacos, y tiene la fuerza
suficiente para salpicar las proximidades del herido. Debe procederse con urgencia por
compresión y ligadura del miembro y su atención definitiva se practicará en un centro médico.

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