viernes, 15 de febrero de 2013

PRIMEROS AUXILIOS - Heridas

TRATAMIENTO DE LA HERIDA
Aparte de la hemorragia, toda herida debe, como solución de continuidad que es de los
tegumentos, ser protegida con un apósito de las contaminaciones del medio exterior. La
superficie de la herida puede ser contaminada o infectada secundariamente, por los agentes
vulnerantes, por los gérmenes patógenos que están en la piel y que prácticamente
existen
siempre, o por el contacto que la herida tome con el suelo u otros cuerpos, como la ropa que
cubre al herido. Las heridas simples de bordes netos son las que menos se infectan, pero aquí
hacemos una reserva sobre las heridas penetrantes en cavidades, como las articulaciones o los
órganos del abdomen. La herida punzante o cortante ocasiona en realidad poca destrucción de
tejidos, poca hemorragia si no hiere vasos; por ello atendida y limpiada en la superficie y
protegida del medio ambiente, cura con facilidad. Las heridas contusas, desgarradas o con
exposición de órganos son fácilmente infectadas, por encontrar los microbios en la misma
desintegración de los tejidos mortificados, un buen medio de cultivo, mientras que las
anfractuosidades representan puntos en que el simple lavado no puede realizar la antisepsia
necesaria. Por eso hoy se impone el criterio quirúrgico de intervenir en todas estas heridas
para hacerlas planas, exponerlas en toda su amplitud y retirar por medio del bisturí toda zona
comprometida en su vitalidad, ya sea por mortificación o por su contacto con la tierra o el
suelo. Esto es lo que se denomina resección de las heridas, es decir, recortar la herida de
acuerdo con su anatomía retirando todo lo que en ella haya estado en contacto con el ambiente.
Resección de herida superficial. La línea negra indica lo que debe sacarse.
Resección de herida profunda. Las líneas negras indican lo que debe sacarse.
Siendo éste el criterio que prima hoy en día, ¿qué papel cabe a quien realiza los primeros
auxilios? Es evidente que su acción debe limitarse a no aumentar las posibilidades de
contaminación, a no complicar las cosas con maniobras intempestivas y a tener una noción
exacta de lo que no debe hacer. Ante todo, no debe explorar, no debe tocar y menos si no
puede garantizar que sus manos, o los instrumentos de que se valga, están esterilizados.
Puede ser un agente más de infección; si explora, hará penetrar la tierra, el polvo, los pequeños
restos, más allá de donde el agente traumático los ha colocado, es decir, que profundizará la
infección. Debe saber limitar su acción a heridas muy pequeñas, capaces de cierre espontáneo,
a las que bastará colocar, después de una limpieza con agua oxigenada o una solución de
mertiolato, un apósito o una capa de 4 a 6 trozos de gasa estéril, que a su vez será recubierto
por un trozo de algodón hidrófilo y vendado en forma totalmente oclusiva. En las heridas
grandes hará lo mismo y si tiene polvo de sulfamidas estéril a mano, cubrirá con él la herida.
Debe, en cambio, saber que toda herida tiene un pronóstico diferente de acuerdo con el tiempo
que el accidentado tardará en llegar al cirujano y que éste, salvo heridas muy netas,
superficiales y poco extensas, no coserá, no hará la sutura primitiva, que es lo ideal, pasadas
las 6 horas del momento del accidente. Será él quien procederá, bajo anestesia local o general,
al jabonado de la región, a la limpieza del foco abriendo ampliamente para ver; a eliminar lo
contuso, a separar los tejidos nobles, a ligar vasos, a fijar o suturar tendones y a apreciar por sí
mismo la situación real, que muchas veces se muestra más grave en la profundidad que en la
superficie.
Si el tratamiento de primer auxilio se ha hecho a medias o mal el cirujano se verá en
dificultades para fijar su conducta quirúrgica, y podrán ocurrir dos cosas; o que quede lo
hecho y esto sea perjudicial o peligroso para el paciente, por haberse realizado sin las garantías
de asepsia que da el ambiente quirúrgico, o que no fiándose de lo que se ha realizado, vuelva a
comenzar el trabajo desde el principio, para estar seguro, con lo que el tratante de la primera
vez ha perdido el tiempo y hecho sufrir a su herido.
Una herida superficial la cura cualquiera; basta hacer lo siguiente: limpiar con bencina los
bordes, con agua oxigenada de 10 volúmenes el interior de ésta, taparla con gasa estéril y
vendar.
Una herida mayor de 2 centímetros deberá, aun siendo superficial y colocada en una zona
poco importante, ser suturada y esto es tarea médica. Pequeña cirugía, si se quiere, pero
cirugía que el herido agradecerá que se haga con las mayores garantías a su favor. Una herida
que no sangre, que no esté expuesta a la infección por una curación aséptica, es decir, estéril,
puede ir a buscar a su cirujano.
Además toda herida, salvo que conste su limpieza absoluta, debe tratarse profilácticamente
con suero antitetánico. Hay muchas discusiones acerca de ello; pero la verdad es que hasta la
fecha se ha observado que hay mucho menos tétanos y que éstos son más benignos, en los
casos tratados con suero que en aquellos que no lo han sido y por otra parte, ¿si se declara un
tétano en los casos en que se ha descuidado esta medida o ha sido incompletamente practicada?
La indicación es formal en casos de heridas sucias de tierra, en ambientes en que haya
animales o en las heridas por accidentes de tránsito.
Se desaconseja, en cambio, la ingestión de sulfamidas a título profiláctico, la que sólo tiene
inconvenientes dada la frecuencia con que se registran las intolerancias para esta droga.

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