viernes, 21 de marzo de 2014

BIOLOGÍA - Arquitectura y organización

LA DEFENSA DE LAS FRONTERAS DEL CUERPO Defender la patria hasta con el propio cadáver es una fórmula de heroísmo que millones de modestas células de nuestra piel ponen constantemente en práctica. Mueren para defender mejor su puesto. La capa profunda de la epidermis está en constante proliferación, de modo que cada nueva capa que se forma va empujando hacia fuera a las más antiguas. Nuestra epidermis se renueva en la profundidad y se desgasta en la superficie, tal como el cabello —formación derivada del epitelio cutáneo, como las uñas, escamas y plumas—, que crece por la base y se corta por la punta. A medida que va llegando a la superficie, empujada por las células que se forman por debajo de ella, la célula epidérmica se va achatando, y termina por morir y transformarse en una placa córnea muy resistente. Las que alcanzan la superficie se van descamando y van siendo sustituidas durante el transcurso de toda nuestra vida. La superficie de nuestro cuerpo es una línea del frente de la cual ninguna célula vuelve.
Piel humana vista al microscopio en corte transversal: d, dermis; e, epidermis. Las células de las capas profundas de la epidermis son redondeadas; las más superficiales están formadas por células planas y muertas.

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