miércoles, 26 de marzo de 2014

BIOLOGÍA - Arquitectura y organización

SANGRE Y LINFA La sangre ha sido definida como una variedad de tejido conjuntivo de sustancia extracelular líquida, el plasma, y cuyas células son los glóbulos sanguíneos. Los glóbulos rojos son células discoides que han perdido su núcleo, formadas casi exclusivamente por hemoglobina, sustancia que se combina transitoriamente con el oxígeno, cuando la sangre pasa por los pulmones y lo transporta a todos los puntos del organismo. Los glóbulos blancos son, por el contrario, células nucleadas, de movimientos activos, que atacan y digieren los microbios que encuentran. Constituyen la policía de choque de nuestro cuerpo. Cuando el enemigo es muy poderoso mueren innumerables glóbulos blancos en las zonas inflamadas; el pus está constituido principalmente por sus cadáveres mezclados con restos de tejido destruido y de microbios. Disueltas en el plasma, transitan por el cuerpo todas las sustancias alimenticias, los residuos que habrán de eliminarse y las hormonas producidas por las glándulas de secreción interna. Parte del plasma y de los glóbulos blancos atraviesa las paredes de los vasos capilares y llena los espacios intercelulares del tejido conjuntivo constituyendo la linfa. El plasma entra así en contacto con las células, bañándolas, y es parcialmente absorbido por ellas, que le entregan, por otra parte, sus productos de secreción y excreción. La linfa que baña las células va siendo poco a poco drenada por los vasos linfáticos, que terminan por conducirla nuevamente a la sangre. La linfa difiere, por lo tanto, de la sangre, por no poseer glóbulos rojos.

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