jueves, 9 de octubre de 2014

BIOLOGÍA - Los insectos sociales

LAS ABEJAS Al contrario de los comejenes, las abejas pertenecen al mismo orden de las hormigas (himenópteros). Se especializan, sin embargo, en la vida aérea, conservando permanentemente las alas y construyendo colmenas en los árboles u otros soportes, mientras que las hormigas adoptan la vida subterránea, donde las alas son inútiles. Las hormigas y comejenes nos son nocivas; la abeja, por el contrario, es el único insecto social que se puede considerar doméstico, habiéndose convertido en la base de una importante industria: la de la cera y de la miel. La división del trabajo en las colmenas es tan eficiente como en los hormigueros, pero basada en un método algo distinto. Las operarías, hembras estériles, son de un solo tipo, pero a medida que envejecen varían sus instintos y pasan a ejercer sucesivamente las distintas funciones. Nacida la abeja, permanece diez días en la colmena, limpiando primero los alvéolos en donde nacerán sus hermanas, alimentando después las larvas más viejas con polen y néctar extraídos de los depósitos, "dando de mamar" luego a las más jóvenes, es decir, alimentándolas con el producto de sus glándulas salivales, que se entumecen y segregan un líquido nutritivo. En los días siguientes trata de reunir el polen y el néctar que traen las abejas colectoras y de limpiar la colmena, llevando hacia afuera los detritos. Comienza entonces a segregar cera por el abdomen, con la cual construye nuevos alvéolos. Después de algunos días en que hace las veces de portera, pasa a efectuar vuelos de reconocimiento, y finalmente a recoger en los campos el néctar y el polen. El néctar es almacenado en el papo, y el polen acumulado sobre las patas posteriores, de superficie alargada y cubiertas de pelos. De vuelta la abeja en la colmena, deposita la carga y regurgita la miel dentro de la boca de las operarías jóvenes, que la darán a las larvas o la depositarán en los alvéolos. Cuando una abeja encuentra una flor llena de néctar, al volver a la colmena ejecuta una danza característica que excita a sus compañeras. Éstas la palpan con las antenas, donde se encuentran los órganos olfativos, oliendo a la danzarina. Después que ésta vuelve al campo, las asistentes salen también en todas direcciones en procura de las flores de aquella especie, que reconocen por el perfume. Así se explica cómo las abejas visitan justamente las flores llenas de néctar, explicación por demás maravillosa para creer en ella si no estuviese basada en las más rigurosas experiencias. Una curiosa función de las abejas ha permitido que se comparase la colmena a un animal de sangre caliente. Cuando hace frío las operarias agitan violentamente las alas produciendo calor con el ejercicio y logrando en una hora elevar la temperatura en más de diez grados centígrados. También se arrastran sobre los alvéolos calentando las larvas. Por el contrario, ventilan la colmena con las alas en los días muy calurosos, funcionando como aparatos de aire acondicionado. Disponen así de un medio para regular la temperatura, cosa que los animales de sangre caliente también consiguen, pero por un proceso distinto. En cada colmena hay una sola reina por vez, pues una rival sería muerta inmediatamente. En la época en que se forman los enjambres, la reina vuela seguida por la mitad de las obreras y va a fundar una nueva colonia. En la colmena antigua las otras obreras esperan el nacimiento de una nueva reina. Ésta, una o dos semanas después del nacimiento, emprende el vuelo nupcial durante el cual es fecundada por un zángano, y vuelve después a la colmena. En cuanto a los zánganos, son alimentados por las abejas operarias mientras hay reinas para fecundar, pero después son expulsados a aguijonazos de la colmena y mueren miserablemente.

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