LA VIDA DE LAS COSECHERAS Una de las más terribles plagas de la agricultura en el Brasil son las hormigas Messor o cosecheras, que pronto aprendemos por ello a odiar. Pero cuando conocemos las cosas maravillosas que hacen dentro del oscuro hormiguero, no podemos dejar de simpatizar con ellas. Ciertamente que cuando cortan las hojas de un arbusto, dejándolo en una noche prácticamente pelado, no tienen la intención de malograrnos la cosecha. Sólo recogen abono para sus huertas subterráneas. Los trocitos de hojas que transportan tan laboriosamente hacia los salones del hormiguero, son masticados y mezclados con saliva hasta formar una masa húmeda, sobre la cual crece una especie de hongo (moho) que estas hormigas cuidan con el mayor cariño. A fuerza de mandíbulas, destruyen cualquier hierba dañina que quiera proliferar en sus canteros, y podan el hongo cortándole la punta de los filamentos, lo que provoca la formación de ciertas bolitas de que se alimentan. Entre las obreras, que son todas hembras estériles, hay tres categorías diferentes en tamaño, que dividen entre sí el trabajo. Las grandes son soldados que defienden el hormiguero; las medianas son cargadoras que cortan y transportan las hojas; las pequeñas son las dueñas de casa que se encargan de las tareas domésticas.
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