viernes, 14 de junio de 2013

ARQUEOLOGIA - La Edad del Bronce en las regiones del Mediterráneo

EN GRECIA (CONTINENTAL) Hemos visto ya cómo la cultura minoico-cretense pasó al continente, después de haber avanzado por las islas del Mediterráneo oriental. Sin embargo, antes de la llegada de esta cultura a las tierras continentales de Grecia, floreció en la Hélade un período Neolítico puro y luego una especie de edad Eneolítica, que puede dividirse en dos grandes etapas: la Edad del Cobre y los comienzos de la Edad del Bronce. El Neolítico se caracteriza, en la industria menor, por hachas de piedra y puntas de lanzas y flechas de hueso y asta y por una cerámica policromada, cuyos adornos principales, pinta- dos en las paredes de los vasos, son espirales y meandros. Hay vasos decorados con pinturas rojas sobre fondo amarillo, o con decoración incisa (que parece muy antigua). Algunas hachas son también de arcilla, acaso destinadas a fines ceremoniales. Al llegar a la primera Edad del Bronce nos encontramos con una cierta decadencia cultural. Una industria lítica florece, pero en cambio la cerámica —piedra de toque desde el punto de vista cultural—tiende a perder importancia y belleza. La ornamentación pintada se olvida. No hay más que vasos de un solo color, casi como los de la Troya primitiva. Luego aparecen formas que imitan las piezas de metal, y la pintura recomienza con motivos sencillos, en tonos claros sobre fondo oscuro brillante. Desgraciadamente no se ha encontrado ningún yacimiento que permita, como los de Troya o de Micenas, establecer buena cronología cultural sobre la base de las excavaciones hechas en el terreno. De manera que toda cronología tiene que fundarse solamente en las sucesiones de los estilos. De ahí la gran importancia concedida a la alfarería. La llegada de la cultura micénica al continente se produce cuando ésta se halla en pleno apogeo. Por lo tanto, el cambio es revolucionario. La riqueza y la belleza de los magníficos ajuares funerarios se expresa, sobre todo, en los hallazgos de la Puerta de los Leones de la Acrópolis. Hombres y mujeres enterrados están acompañados, respectivamente, de muy numerosas armas y de muy ricos ornamentos. Máscaras de oro, vasos esplendorosos, como la "copa de Néstor", puñales con incrustaciones, cabezas de toros y de leones, moldeadas en plata y en oro, anillos de este último metal con escenas de la vida diaria, todo —desde la riqueza del material empleado hasta el refinamiento artístico de la decoración—nos habla de un gran salto cultural hacia adelante y de una nueva y extraordinaria cultura que aparece, invasora, en el sudeste de Europa. Igualmente importante es el avance de la cerámica, a la que no sólo retorna la brillantez de los colores (aunque se conservan las de color gris negro, que imitan las formas metálicas), sino que éstos se acentúan con un vidriado final, hecho en el horno, que les aísla del aire y les preserva indefinidamente. Los vasos ganan también en ligereza de formas y en armonía. Sus temas decorativos van tendiendo a la estilización, pero constituyen aún un corpus magnífico de informaciones respecto a la vida cotidiana. Por último llegamos a un período final en el que predominan las vasijas globulosas, los objetos tallados en marfil, los ornamentos de vidrio, y comienzan a aparecer los anillos de hierro, avance inicial de la inmediata entrada en la Edad del Hierro.

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