El estudioso de la Arqueología toma a su cargo el examen de los restos materiales y de industria dejados por el hombre primitivo. El conjunto de estos restos aporta elementos esenciales para la valoración de esas culturas primitivas. Por pobre y desvalido que sea, su agrupación informa de una etapa en el creciente dominio del medio ambiente por el hombre. Por ello, no hay pueblo primitivo que no haya poseído una cultura, aun cuando en el lenguaje corriente reservemos esa palabra para denotar buenas maneras o elevado grado de civilización. Por su carácter mismo, las artes manuales son los elementos principales que nos aportan su informe, mudo pero elocuente. El examen que el arqueólogo efectúa de los materiales de piedra, de hueso, de madera, le permite apreciar un grado de cultura y compararlo con el de otros pueblos. Este examen se intensifica cuando puede disponer de series de objetos de cerámica (cuya mayor plasticidad permite mayor exteriorización cultural al primitivo), indicativos de entrar al período Neolítico, o cuando cuenta con la presencia de los metales trabajados (indicio seguro de estar en etapas ya cercanas a la histórica).
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