lunes, 17 de junio de 2013

MNEMOTECNIA - ¡Desarrolle su memoria!

¿COMO RECORDAR ROSTROS? A Gustavo Doré, el ilustrador del Quijote, de la Divina Comedia y de muchas otras obras famosas, le bastaba estar unos minutos con una persona para después reproducir su rostro con absoluta fidelidad. Esto requiere especial talento, cuyo desarrollo, sin embargo, está condicionado por la ejercitación. Los caricaturistas están en el mismo caso. Nosotros no nos proponemos perfeccionar talentos, pero para la retención de fisonomías es conveniente seguir algunos de sus procedimientos. Dibujar en seguida todo rostro nuevo sería el procedimiento ideal por la cantidad de sentidos y procesos cerebrales que ello representa. Mas, la dificultad es patente: no podemos agregar el estudio del dibujo a nuestras múltiples ocupaciones. El procedimiento más sencillo es bosquejar por escrito esa cara, deteniéndonos particularmente en el color de los ojos, cabellos, forma de la nariz y la boca. La costumbre nos hará buenos observadores y pronto descubriremos detalles que antes pasaban inadvertidos. Para no extraviarnos en tanteos ni desvirtuar la finalidad práctica de la tarea, debemos tener muy presentes las siguientes consideraciones: 1) Observar una persona con el propósito de preparar una detallada descripción de ella. 2) Escoger primero a un familiar o personas que conozcamos muy bien. 3) No dejar transcurrir mucho tiempo entre la observación y la descripción. Para su aprovechamiento, estas tres reglas deben transformarse gradualmente en otras más complejas: 1) Escoger una persona conocida hace mucho tiempo y de la cual no se tuvo la intención de trazar un cuadro; 2) Que esa persona no tenga frecuente trato con nosotros, hasta llegar a ser la primera que pase por nuestro lado; 3) Dejar transcurrir mucho tiempo entre el conocimiento y la descripción. Ahora bien, concluida la descripción, ¿resulta exacta? Por cierto que no; pero el ejercicio continuado aguza la atención y prepara el cerebro para retener. Además, nuestros ojos se acostumbran a ver y descubren rasgos característicos que valen para el reconocimiento tanto como el fiel recuerdo del rostro: nariz enorme, enrojecida, ganchuda; boca firme, desdeñosa, burlesca; mirada soñadora, fría, inquisidora. Toda caricatura nos recuerda en seguida al personaje real: un mentón prominente y duro a Mussolini; un bigotito y un mechón de cabello caído sobre la frente a Hitler; un cigarro habano a Churchill. El dibujante captó esas cualidades esenciales, y todos sabemos a quiénes representan, porque inconscientemente también habíamos observado esas características. La finalidad de la ejercitación es volver consciente, voluntaria, la observación inconsciente. Para este fin, los minutos que pasamos en camino a nuestras ocupaciones pueden ser bien usados: en el tranvía, en el tren, cultive el hábito de estudiar el rostro de las personas que van sentadas frente a usted. Mire sus ojos, su boca, y procure describirlos mentalmente. Como es común que ellos también viajen a diario y a la misma hora, trate de reconocerlos la próxima vez, y así, varíe a diario el sujeto de experimentación. Por último, mire siempre la cara de su interlocutor, pues así usted revela educación y firmeza de carácter, y ejercita su memoria para recordar rostros.

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