domingo, 30 de junio de 2013

MNEMOTECNIA - La función de la memoria

MNEMOTECNIA - La función de la memoria
¿COMO RECORDAMOS? La suerte del cerebro es sufrir continuas modificaciones. Tales cambios pueden recordarse en ciertas circunstancias; las ideas, las imágenes, las sensaciones, las emociones, que en un momento dado de la vida se han fijado en la memoria, pueden reaparecer.
Algunos ejemplos de las asociaciones que pueden venir a la mente cuando observamos un objeto. Su número es ilimitado: sólo depende de la atención y conocimientos del observador. Cuanto más relaciones establecemos, con mayor fuerza se graba el recuerdo.
Sin embargo, es preciso distinguir dos clases de reproducciones: el recordar y el recordarse. He observado la estatua de la Libertad en el puerto de Nueva York por primera vez, hace diez años; me detuve buen rato, analicé cada uno de sus detalles escultóricos, busqué la explicación de sus alegorías, seguí con mis propias manos el contorno de algunos de los relieves; la imagen motora se conservó en mis centros nerviosos. Si paso hoy frente a la estatua de la Libertad, se formará en mi cerebro una imagen visual-motora, más o menos nueva, pues en realidad sólo la vi al pasar —y la cantidad de los elementos que la compongan serán antiguas imágenes elementales resucitadas—. Esas imágenes son actualizadas por los mismos estímulos que hace diez años las produjeron. De hecho, no soy yo el que recuerda, es el monumento mismo, o mejor su presencia, lo que despierta las modificaciones otrora sufridas por un grupo de mis células cerebrales. Cuando me detuve por primera vez ante el monumento casi todos mis sentidos aportaron excitaciones; comparé la figura con las de otros monumentos, recordé lo aprendido acerca de las circunstancias en que se erigió la estatua. Ahora, sin detenerme en un prolijo examen, el conjunto de los conceptos elaborados aparece claro y neto. Nada falta, instantáneamente la presencia del monumento, el estímulo directo, actualizó viejos recuerdos. Pero estos recuerdos pueden también aparecer por estímulo indirecto; puedo yo mismo recordar. Bastará para ello un lugar, una palabra, una fecha, algo que tenga relación con el monumento. Así, la palabra Libertad leída en un periódico, evoca en mí siempre la misma imagen visual, bastante confusa en sus contornos, pero relativamente clara en el centro. En esa parte mejor precisada veo la antorcha de la estatua, a la izquierda una masa de rascacielos, a la derecha navíos anclados, en el centro un enorme basamento blanco. En medio de todo el conjunto, augusta e imponente, la figura de la Libertad. Mi imagen visual está completamente deformada, sé muy bien que desde el sitio en que me considero colocado no vería realmente lo que imagino. Pero lo importante para mí es mostrar cómo la palabra Libertad impresa me recuerda siempre la estatuadel puerto de Nueva York. Esto ocurre porque la imagen visual, y muy particular del monumento, entra en la imagen panorámica, que no fue sorprendida por los ojos, sino forjada por la imaginación gracias a un acopio de imágenes elementales, de colores y formas. Siempre esta composición se me aparece en sus rasgos esenciales, está ligada, indisolublemente, sin que sepamos cómo ni por qué a la palabra Libertad. Existe en mí una relación entre el significado de esa palabra y una representación visual de una parte de Nueva York. De este modo, mi memoria se comporta, pues, como una carga potencial, como la fuerza de un explosivo, latente hasta el momento del choque o la ignición. Es absolutamente imposible recordar una serie o conjunto de representaciones mentales, si uno de sus elementos no resulta actualizado por una excitación exterior; después, la mayor o menor fidelidad de la reproducción dependerá pura y exclusivamente de la solidez de los lazos que unan las imágenes entre sí, de la atención que acostumbramos a prestar a las cosas, de la mayor o menor ejercitación de nuestra memoria.

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