lunes, 24 de junio de 2013

MNEMOTECNIA - La función de la memoria

¿QUE ES LA MEMORIA? La memoria está en íntima relación con la sensibilidad. Nada pasa por los sentidos que no deje su huella más o menos perdurable. La vida es una sucesiva adaptación, y como llevados a un país de lengua extraña, las palabras oídas cobran con el hábito valor y tonalidad, así, el organismo responde solícito a los requerimientos del medio. Nuestros antecesores adquirieron con duro esfuerzo experiencias que para nosotros son habituales. El automóvil, terror de los ancianos a fines del siglo pasado, resulta hoy una necesidad. ¿Somos más prácticos, tenemos mayor sentido del progreso? No; simplemente recibimos preformada una experiencia. Aparte de las características físicas, generalmente admitimos que los hijos heredan las cualidades intelectuales, afectivas y volitivas de sus mayores. Con el perfil del padre la delicadeza de la madre, con la excelente memoria de la abuela ciertas excentricidades del abuelo. En una palabra, suponemos tácitamente que esas cualidades se pueden transmitir directamente de padres a hijos por intermedio de los cromosomas, que guardan, sin que sepamos cómo, tal "patrimonio hereditario". Por cierto, de nuestros padres recibimos ese material, pero para ellos sólo representó un "depósito" que tenían en custodia. Si el hijo hereda dotes musicales no las recibe del padre, que como individuo puede tenerlas, sino del plasma germinativo de la especie. El individuo es, pues, buen o mal cuidador del depósito germinativo. Como el tutor es responsable de los bienes de menores puestos a su cuidado, todos —con nuestros excesos o temperancia— somos responsables del legado de la especie. Las perfecciones que adquiere el individuo no se transmiten; pero las mejoras de la especie, sí. La cultura que disfrutamos no la elaboraron nuestros más próximos antepasados, la forjó el hombre a través de los siglos. Así, las perfecciones de una especie estaban en potencia en el primer ejemplar: el medio, las vicisitudes históricas, la vida del individuo, desarrollaron o anularon la plasticidad orgánica. En el cerebro se esconde toda la gama de las posibilidades humanas. La inteligencia es el signo distintivo del hombre: ingenio y manos crearon la civilización. Cada época, cada pueblo, cada individuo, pone siempre sus destinos en la mayor o menor armonía del complejo mecanismo de miles de millones de células cerebrales. Cuidar nuestra inteligencia es velar por la especie, y cuidar nuestra inteligencia es desarrollar la memoria. Allí —bien lo saben estudiantes y hombres de negocios— reside el secreto del éxito que nos aguarda como individuos: la mejor o peor suerte en el cumplimiento de las aspiraciones sociales o profesionales.

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