martes, 19 de agosto de 2014

BIOLOGÍA - Por qué se desarrolla el embrión

EL ORGANIZADOR Experiencias de ese tipo condujeron a Spemann a un descubrimiento fundamental que le valió el premio Nobel. Extrajo el labio dorsal del blastóporo de una gástrula aún en el comienzo de formación y lo injertó en la cara ventral de otra gástrula. En lugar de formar piel, el injerto siguió su propio destino ahondándose hacia el interior del embrión, como lo hubiera hecho en su sitio de origen, prosiguiendo el proceso de gastrulación. Pero además de eso se observó un hecho importantísimo. Las células que rodeaban el injerto, en lugar de producir piel, se diferenciaban como lo hubieran hecho las células que en un embrión intacto rodean el labio dorsal del blastóporo: daban origen a un canal nervioso, a una cuerda dorsal y al mesodermo.
Embrión de tritón del lado en el cual fue injertado el organizador. Alrededor de él se formó un nuevo esbozo embrionario, observándose en el medio el surco del canal nervioso.
Quedó aclarado así que el injerto, además de seguir impasiblemente su destino, obliga a las células adyacentes a diferenciarse y organizarse para formar ciertos órganos que no formarían sin la intervención del injerto. El labio dorsal del blastóporo es, por lo tanto, un organizador. Es él quien determina el destino de gran número de células situadas a su alrededor, siendo, a la vez, un orientador del desarrollo. El labio dorsal del blastóporo tiene un poder organizador muy grande. Pero en muchos elementos del embrión se descubre la misma capacidad, aunque en menor escala. Los mismos órganos cuya formación es provocada por el labio del blastóporo, son, a su vez, organizadores secundarios. Así, la parte anterior del canal nervioso provoca, injertada debajo del ectodermo, la formación de esbozos de ojos.

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