lunes, 9 de diciembre de 2013

ASTRONOMIA - Expansión del universo

OPINIONES CONTRARIAS No se crea, sin embargo, que todos los autores comparten estas atrevidas lucubraciones de Eddington y Lemaitre; y así Sir Jeans, aludiendo a la tentativa de evaluar la constante cósmica para obtener como consecuencia la velocidad de dilatación del universo, observa que este resultado, aun cuando interesante por abrazar los objetos de observación más grandes y más pequeños que se conocen, es todavía materia de controversia y no puede ser aceptado como seguro. Todas las dificultades pueden reducirse a las cinco siguientes: 1- De ser cierta la teoría de la expansión, no se ve cómo puede asignarse a las estrellas edades de billones de años, según parecen exigirlo consideraciones de orden astronómico. Pues, en efecto, la teoría de la expansión implicaría que todas las estrellas hubiesen estado al principio amontonadas unas contra otras o que, en otros tiempos, concurrieran en una región limitada del espacio para estar reunidas allí millones de años y que hasta época relativamente reciente, al entrar en la última parte del total de su existencia actual, no comenzaron a dispersarse. Si los movimientos con que parece se alejan de las nebulosas resultan confirmados como reales, no se puede atribuir al universo una edad superior a unos pocos millones de años. 2- La única razón en que se apoya la teoría de la expansión del universo es que la luz proveniente de las nebulosas nos parece más roja de lo que normalmente debiera ser. Ahora bien: además del movimiento, se conciben otras causas capaces de hacer que la luz sea más roja: así, la luz solar se enrojece por la presencia de la propia atmósfera del Sol y, luego, por su paso a través de nuestra atmósfera, como puede comprobarse a la salida y a la puesta del Sol. 3- Según la teoría del universo de De Sitter, la distancia, por sí sola, produce un enrojecimiento de la luz, de suerte que, aun cuando las nebulosas espirales se hallasen fijas en el espacio, la luz aparecería más roja de lo que en realidad debiera ser, lo cual nos puede llevar a la consecuencia de que dichos objetos astronómicos se aparten de nosotros no siendo ello verdad. 4- Recientemente el doctor ZWICKY, del Instituto Tecnológico de California, ha apuntado una interesante explicación del corrimiento de las líneas espectrales hacia el rojo, que conviene tener en consideración. El autor dice que dicho corrimiento pudiera ser producido por la atracción gravitatoria de las estrellas y las nebulosas sobre la luz que pasa por sus cercanías, atracción de naturaleza idéntica a la desviación de la luz de las estrellas al pasar por las inmediaciones del Sol y que puede ser observada durante los eclipses totales. La explicación de este movimiento parece debe buscarse en las experiencias de Compton, las cuales ponen de manifiesto que toda radiación se desvía y se hace más roja cuando encuentra electrones en el espacio, como también se desvía y se hace más roja cuando sufre la acción gravitatoria de una gran masa. Para comprobar esta sugestión, TEN BRUNGGENCATE analizó la luz procedente de algunos cúmulos estelares, situados a igual distancia de nosotros, pero elegidos de suerte que la cantidad de materia capaz de ejercer su atracción gravitatoria variase considerablemente de un cúmulo a otro. Si el corrimiento hacia el rojo fuese debido a la dilatación del espacio o expansión del universo, debiera tener el mismo valor para todos los cúmulos; pero la observación demuestra que, lejos de ser uniforme, varía proporcionalmente a la cantidad de materia que interviene, de acuerdo con la teoría de Zwicky. Ahora bien, como nada nos obliga a suponer que los cúmulos globulares dé nuestra propia galaxia se alejan sistemáticamente de nosotros, de aquí que la hipótesis del rápido alejamiento de las nebulosas espirales pierde mucha solidez, dado que la teoría de Zwicky proporciona una explicación plausible del corrimiento hacia el rojo. 5- Todavía existen otras razones que nos inducen a sospechar que el aparente alejamiento de las nebulosas no es real. Por de pronto, la luz procedente de las nebulosas más próximas a nosotros no es roja, sino más azul que la normal, y como para que la luz se haga azul es menester que la fuente emisora se acerque realmente, de aquí que debe admitirse que esas nebulosas se acercan a nosotros. Además, las velocidades aparentes de las nebulosas no son absolutamente proporcionales a sus distancias. Así, por ejemplo: en los movimientos de algunas nebulosas cuyas distancias se calculan en 7 millones de años de luz, se observan diferencias de hasta 387 kilómetros por segundo para velocidades totales de 1.030 kilómetros por segundo.

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