sábado, 14 de diciembre de 2013

ASTRONOMIA - Las grandes leyes del universo

SISTEMA DE PTOLOMEO Dejando aparte las raras concepciones del mundo, propugnadas por los antiguos a causa de su desconocimiento sobre la verdadera forma de la Tierra, el primer sistema serio del mundo, profesado por la antigüedad, es el de la Escuela de Alejandría, el cual se basa en las apariencias. PTOLOMEO, en el siglo primero de nuestra era fue quien lo concretó en una forma que perduró por espacio de 1.500 años. En este sistema se supone la Tierra esférica, situada en el centro del universo y envuelta por una esfera de aire o atmósfera, rodeada a su vez por la esfera del éter, del fuego, o de los meteoros, en la que se formaban las estrellas fugaces, los bólidos y los cometas. Seguía luego el cielo de la Luna, que daba vueltas alrededor de la Tierra en 27 días y 8 horas; después el cielo de Mercurio, el de Venus, el del Sol, que daba vueltas en 365 días y 6 horas; el de Marte, el de Júpiter y el de Saturno. Encima de todos estos cielos estaba el cielo de las estrellas fijas. En fin, seguía una última esfera, llamada el primer móvil, que no sólo daba una vuelta alrededor de la Tierra en 24 horas, o sea en un día, sino que por frotamiento obligaba a todos los cielos inferiores a participar más o menos de su movimiento, dando lugar a que todos, con no grandes diferencias, dieran también, lo mismo que las estrellas, un giro completo alrededor de la Tierra en un día. A primera vista este sistema parece sencillo; pero una observación atenta de los movimientos celestes ya demostró a los astrónomos antiguos que, para explicarlos, precisaban complicaciones inauditas. Las trayectorias, aparentemente tan caprichosas de los planetas. con formas de lazos y bucles, obligaron a suponer que esos astros describían curvas del género de las epicicloides, dentro del espesor de cada cielo. Por otra parte, estas curvas tampoco eran iguales unas a otras, lo que además obligó a suponer que la Tierra no se encontraba en el centro del universo, dando lugar así a la teoría de la excéntrica. En fin, en este inmenso mecanismo, no podía saberse cuál era el "motor" que imprimía el movimiento general de los astros, venciendo los frotamientos, y había que suponer, además, que esas diferentes esferas sólidas y encajadas, eran de una substancia absolutamente diáfana, por lo menos, como el más puro cristal. En los primeros siglos de la era cristiana y en la casi totalidad de la Edad Media, poco preocuparon a los hombres tales complicaciones, que hacían sospechar verosímilmente la falsedad de todo ese mecanismo. Lo único que se hizo fue acumular nuevas esferas y nuevos rodajes a tan extravagante máquina. Entonces [lié cuando Alfonso X, el Sabio, rey de Castilla y de León en España, exclamó en plena asamblea de astrónomos cristianos y árabes de Toledo, que si Dios le hubiese consultado su opinión cuando creó el mundo, le hubiera aconsejado hacerlo bastante más sencillo.
SISTEMA DE PTOLOMEO. Representación de dicho sistema con los símbolos de los astros del Sistema Solar entonces conocidos.

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