sábado, 25 de enero de 2014

ASTRONOMIA - Meteoros cósmicos

ORIGEN DE LAS ESTRELLAS FUGACES Las estrellas fugaces se deben a pequeños fragmentos de materia cósmica, de muy pocos gramos de masa (como avellanas), que vagan por los espacios siderales, si bien siguiendo órbitas precisas y determinadas, como la de los planetas y cometas. La Tierra, en su marcha anual alrededor del Sol, se sumerge a veces en las nubes de materia cósmica, muchas de las cuales gravitan en torno del astro central, formando inmensos anillos o collares elípticos, uno de cuyos focos está ocupado por el Sol. Al entrar la Tierra en los enjambres, que de suyo se mueven a razón de 42 kilómetros por segundo, si es en sentido contrario a su movimiento, se suman las velocidad del enjambre (42 kilómetros) y de la Tierra (30 kilómetros) y entonces entran a 72 kilómetros por segundo, y si es en el mismo sentido se restan, y entonces la velocidad de entrada es de sólo 12 kilómetros por segundo. Ahora bien, el roce con el aire da por resultado una elevación considerable de temperatura, de hasta 4.000°. El reguero luminoso de las estrellas está formado por partículas incandescentes desprendidas del corpúsculo y que quedan detenidas detrás del mismo, como la llama de una antorcha en movimiento; la persistencia de las estrellas luminosas durante varios segundos se atribuye a la fosforescencia del aire por haberse éste ionizado con el contacto del cuerpo incandescente. Según demostró Schiaparelli, algunos enjambres meteóricos se relacionan con determinados planetas; así, las Leónidas siguen la misma órbita que el cometa Tempel IV (1866 I), cuyo período es de 33,18 años, casi idéntico al de las lluvias de estrellas de los años 1833, 1866 y 1899; y si después no se ha presentado la correspondiente lluvia de estrellas, se cree haber sido porque fue desviado de su ruta por Júpiter el enjambre procedente de aquel cometa. El enjambre de las Perseidas sigue la misma órbita que el gran cometa 1862 III, cuyo período es de 120 años. El enjambre de los días 17-23 de noviembre, llamado también de las Andromédidas o Biélidas, corresponde a la órbita del desaparecido cometa Biela, que produjo la vistosa lluvia de estrellas de los años 1872 y 1885, pero que, en la actualidad, no se ha vuelto a presentar, por efecto de las perturbaciones de Júpiter. La lluvia de estrellas del año 1933 se atribuye al cometa Giacobini-Zimmer.

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