jueves, 17 de abril de 2014

BIOLOGÍA - Instinto e inteligencia

LA PRUEBA MENTAL En el tipo de acto inteligente que empleamos comúnmente, entra un elemento nuevo de valor extraordinario: la realización mental de la prueba. Un hombre que nunca haya visto una traba, en lugar de ensayar en todas las formas, puede, sin moverse, hacer varios ensayos mentales: Si empujo la puerta, no se abre, porque el picaporte lo impide (ensayo ineficaz); si hago girar éste hacia arriba, tal vez la puerta se abra (ensayo eficaz basado en la experiencia de la prueba mental anterior). Sólo ahora pasa a los ensayos físicos. Intenta hacer girar el picaporte hacia arriba; si hay un clavo que impide dicho movimiento, intenta inmediatamente la acción simétrica, haciendo girar el picaporte hacia abajo. Esta actitud difiere de la que describimos en el caso del perro en tres puntos fundamentales: 1) el hombre realiza mentalmente los ensayos, mientras ello sea posible; 2) los ensayos, sean mentales o físicos, no son casuales sino encadenados, sugiriendo el resultado de cada uno el siguiente, con mayor probabilidad de ser eficaz; 3) la asociación de ideas consigue reconocer en hechos aun muy diferentes en sus detalles lo que tienen de común, utilizando así muchísimo más la experiencia adquirida, hasta en situaciones muy diferentes. Además el ensayo mental exige la comprensión de la situación. El perro no sabe ni procura saber por qué razón sus primeros ensayos fueron ineficaces; sólo comprobó, al ejecutarlos, que lo eran. En la prueba mental, en cambio, sólo podemos juzgar la eficacia comprendiendo la situación, es decir, tomando conocimiento de sus diversos elementos y de sus interrelaciones; razonando, entonces, llegamos a la conclusión de si el ensayo es o no eficaz. Todo indica que los monos, y en menor escala los perros y otros mamíferos, son capaces de pruebas mentales. Para alcanzar un plátano colgado fuera de su alcance, un chimpancé toma una vara del suelo y lo derriba con ella. Este acto no puede ser casual; tiene que haber sido precedido de una prueba mental. Los chimpancés llegan a combinar varios instrumentos: apilan dos o tres cajones para trepar en ellos y llegan hasta a encajar dos varas una en la otra para alcanzar el plátano. Debe hacerse notar que estas soluciones las encuentra el animal sin que nunca haya visto a nadie hacer tales cosas. Por imitación es capaz de proezas mucho más complicadas, como lo saben los que frecuentan el circo. Los razonamientos humanos son del mismo tipo de estos actos inteligentes adelantados, pero extraordinariamente más complejos, aunque claros y eficientes. Hay un abismo entre la intelectualidad de un chimpancé y la del hombre más estúpido, pero la diferencia es de grado, no de calidad.

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