miércoles, 9 de abril de 2014

BIOLOGÍA - Los insectos sociales

La gran ventaja de la vida en sociedad es la división del trabajo. Si cada socio ejecuta una tarea única puede hacerlo con mayor perfección y rapidez, lo que redunda en beneficio general. El hombre puede dominar la Naturaleza y transformar el aspecto de la Tierra por ser un animal social. Las hormigas, comejenes y abejas también son animales sociales, pero la sociedad humana es de naturaleza totalmente distinta. En el hormiguero hay algunas funciones diferentes — reproducción, búsqueda del alimento, cuidados domésticos, defensa—, cada una de las cuales es desempeñada por individuos distintos en instintos y estructura orgánica. Dentro de la misma especie hay castas de individuos que nacen adaptados morfológica y fisiológicamente para ejercer cierta función. En la especie humana hay predeterminación orgánica sólo para las funciones de macho y hembra. En cuanto a todas las otras funciones sociales, cualquier individuo nace potencialmente capaz de ejercerla, aunque puede tener inclinación más manifiesta para alguna de ellas. Pero lo que confiere al hombre enorme superioridad es su capacidad durante a vida, por medio del aprendizaje, de especializarse hasta tal punto que lo que realiza llega a diferenciarlo enormemente de los hombres no especializados en la misma función, y esto sin perder los atributos físicos y mentales comunes a todos los miembros de la especie. La división del trabajo, en consecuencia, tiene lugar de modo totalmente distinto en la sociedad humana y en la de los insectos. Éstos ya nacen especializados, pero no aprenden ni se perfeccionan durante la vida, como hacen los hombres. Es que mientras la acción de los insectos es dirigida por los instintos, la del hombre se basa en la inteligencia.

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