miércoles, 4 de septiembre de 2013

ANATOMIA Y FISIOLOGIA - Circulación de la sangre

PRESION DE LA SANGRE EN LAS ARTERIAS La descarga de sangre por el corazón y la resistencia opuesta por el pequeño calibre de las arteriolas al flujo de sangre, dan origen a una elevada presión en el sistema arterial. Es fácil apreciar aproximadamente la magnitud de dicha presión si cortamos una arteria: la sangre escapa de su interior con fuerza, en forma de chorro. El primero que midió la presión arterial fue el pastor inglés reverendo Stephen Hales. Conectó con la arteria carótida de una yegua un tubo de vidrio de 3 metros, colocado verticalmente, y observó que la sangre subió por el tubo hasta una altura de unos 2,70 m. Al llegar a esa altura la columna de sangre subía un poco con cada sístole y volvía a bajar durante la diástole. El máximo de presión alcanzado con cada sístole se denomina presión sistólica, y el mínimo, durante la diástole, presión diastólica. La diferencia entre ambos valores es la llamada presión del pulso o presión diferencial. En el experimento de Hales la presión arterial equivalía al peso de una columna de sangre de 2,70 m de altura, lo que podemos expresar diciendo que la presión era de 2,70 m. de sangre. Poiseuille, para evitar el uso de tubos tan largos, empleó un manómetro de mercurio y expresó la presión arterial con la altura de la columna de mercurio (13,6 veces más pesado que el agua o la sangre) que dicha presión soporta. El manómetro de mercurio consiste en un tubo en forma de U, de ramas largas y con una cierta cantidad de mercurio en su interior.
Manómetro de mercurio y registro de la presión arterial.
Se conecta una de las ramas del tubo en U, previamente llenada con algún líquido que impida la coagulación de la sangre, con el interior de la arteria cuya presión se quiere explorar. La sangre contenida en la arteria ejercerá presión sobre el mercurio y lo empujará, haciendo subir el nivel del mercurio de la otra rama del manómetro. Se pueden registrar los movimientos del nivel superior del mercurio si colocamos sobre él un flotador que los transmita a una palanca inscriptora. En la actualidad existen métodos que permiten medir y registrar la presión intraarterial con mucha mayor precisión. Estos métodos de medición directa pueden aplicarse al hombre, para lo cual basta introducir en alguna arteria periférica una aguja fina unida por su otro extremo con un manómetro registrador. Para los fines de la exploración clínica se emplean métodos indirectos que no exigen la punción arterial, y que consisten simplemente en medir la presión necesaria para interrumpir el paso de sangre por una arteria. Se aplica esta presión inflando un manguito de goma colocado en la mitad de uno de los brazos, y se mide la presión desarrollada en un manómetro bien calibrado.
Medición de la presión arterial en el hombre.
Se da al manguito una presión mayor a la máxima que se supone debe existir en la arteria, y mediante un estetoscopio se ausculta la arteria humeral en el pliegue del codo, por debajo de la zona comprimida. Mientras la presión en el manguito es superior a la máxima reinante en la arteria no se percibe ruido alguno, pues la arteria está aplastada y no deja pasar sangre. Se comienza a desinflar el manguito lentamente, y entonces llega un momento en que, durante la sístole, habrá una presión máxima, pasará cierta cantidad de sangre venciendo la resistencia del manguito y se percibirá entonces, con cada latido, una débil pulsación si se palpa la arteria radial, y un ruido débil, pero neto, si se ausculta la arteria humeral. La cifra que se lee entonces en el manómetro corresponde a la presión máxima o sistólica, que normalmente es en el hombre de unos 120 milímetros de mercurio. Luego, se continúa desinflando el manguito y se observa que los ruidos se intensifican hasta que bruscamente disminuyen de intensidad. La presión marcada en el manómetro en ese momento de disminución brusca de la intensidad corresponde a la presión mínima o diastólica, que normalmente es cercana a los 80 milímetros de mercurio. Las cifras de 120 y 80 para las presiones sistólica y diastólica, no son más que términos medios de innumerables determinaciones hechas en sujetos sanos. Existen dentro de un estado de perfecta salud, amplias variaciones individuales.

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