sábado, 21 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles de América del Sur

EL HOMBRE DE LAGOA SANTA Un naturalista danés, Pieter Wilhelm Lund, fue el autor de uno de los más importantes hallazgos antropológicos de la América del Sur. Este hallazgo es el de una serie de esqueletos humanos encontrados en las márgenes del lago Somidouro, cerca de la población de Lagoa Santa (Brasil) . Hay allí seis cavernas, tan cercanas al borde del lago, que las crecientes periódicas penetran en su interior. Estas producen, desgraciadamente, traslaciones y alteraciones de los restos de las capas, en el material de residuos que constituyen el relleno de aquellas cavidades naturales, lo cual, naturalmente, dificulta la determinación del valor positivo de ciertas asociaciones de fauna y hombres fósiles. Lund revisó esas cavernas (entre muchas otras), en busca de restos de fauna fósil e inopinadamente encontró, junto a éstos, los de seres humanos. Tales restos fueron recogidos por él de 1834 a 1844. Al comienzo no les concedió mayor importancia, sospechando se tratase de entena torios modernos. Pero, en 1844, escribió a su amigo Rafn, secretario de la Sociedad de Anticuarios del Norte, en Suecia, afirmando que la presencia del hombre en esta parte de América "remonta probablemente a los tiempos geológicos". Esos restos (a excepción de un cráneo que quedó en Río de Janeiro, en el Instituto de Historia y Geografía) , fueron depositados en el Museo de Copenhague, donde fueron estudiados por diversos antropólogos. De Quatrefages los bautizó con el nombre de "raza de Lagoa Santa". Sóren Hansen los describió minuciosamente. Lacerda y Peixoto estudiaron el cráneo que quedó en Brasil y Rivet nos ha dado su diagnosis. Según ella sabernos que se trata de un hombre de cráneo pequeño, dolicocéfalo, sobreelevado; cara corta, frente ancha, nariz y órbitas medianas y gran desarrollo de la bóveda palatina. La gran separación de las arcadas zigomáticas le da un aspecto piramidal característico, visto de frente. En opinión de estos autores se trata de restos antiguos, de gran valor tipo lógico. Por su parte Hrdlicka ha insistido en la remoción continua del terreno por las aguas, en la similitud morfológica de estos cráneos con las poblaciones modernas americanas y en la diferente coloración que presentan algunos de ellos, lo que probaría, en su opinión, que pertenecen a diversas épocas y no pueden, por tanto, ser considerados como totalmente antiguos. Sin embargo, ha prevalecido la opinión de la mayor parte de los estudiosos que les asigna una gran antigüedad. Ella se aumenta en importancia por la comprobación, que estudios modernos han logrado, de la enorme área de difusión alcanzada por este tipo humano en nuestro continente. En efecto, los antropólogos brasileños mencionados, así como de Quatrefages, han mostrado que este tipo hypsidolicocéfalo constituye no sólo el substractum de poblaciones del Brasil (como los botokudos y los "hombres de los sambaquis") sino que, también, se le encuentra mezclado en las poblaciones primitivas andoperuanas; Rivet lo ha demostrado así para las del Ecuador; Ten Kate lo ha hallado en las sepulturas antiguas de la baja California, territorio que por su condición peninsular fue el refugio de poblaciones primitivas ante avances de otros grupos humanos más evolucionados; y, por último, Verneau lo encuentra entre los pobladores primitivos de la Patagonia. Tenemos, pues, que un tipo de hombre hypsidolicocéfalo ha poblado América desde California a la Patagonia, y desde el Ecuador a la costa atlántica del Brasil, en épocas remotas. Este hecho es suficiente como para concederle la importancia que se merece como factor poblativo originario.
EL HOMBRE DE LAGOA SANTA. He aquí dos vistas de uno de los cráneos correspondientes a este tipo humano.

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