viernes, 20 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles de América del Sur

LOS HALLAZGOS EN LA ARGENTINA Y SU TEORIZACION POR AMEGHINO También la República Argentina ha dado a la Antropología una contribución esencial con una serie de hallazgos curiosos cuya teorización y ensamblamiento estuvieron a cargo del notable paleontólogo Florentino Ameghino. Desde su juventud, éste realizó investigaciones copiosas destinadas a dilucidar la difusión de los mamíferos fósiles y (como un caso particular de ellos) del hombre. Evolucionista convencido, discípulo de Lyell, de Lamarck y de Darwin, Ameghino estableció una cadena filogenética hipotética, con respecto a los antepasados del Homo Sapiens, cuya cuna creía encontrar en las llanuras bonaerenses y el norte de la Patagonia argentina. Esta cadena filogenética comprende cuatro eslabones: el tetraprothomo, el triprotHomo, el diprothomo y el prothomo, a cuya búsqueda y atribución de los restos encontrados se dedicó ardorosa. mente. Para fundar la existencia del te. traprothomo, apeló a un fémur y un atlas encontrados en la localidad de Monte Hermoso, situada al este de la ciudad marítima de Bahía Blanca. Allí, en unas barrancas de gran altura que miran al mar, y que ya habían mostrado con anterioridad su riqueza en fauna fósil, fueron aquellos restos encontrados. Ameghino los describe con detalle en 1908. El fémur mediría apenas 0,18 mts.; la pérdida de una de las apófisis reducía esa dimensión a 0,16. Según ello, la talla de su poseedor no alcanzaría a un metro. Ameghino estimó q ue el resto era humano. Tal atribución fue negada por Lehmann Nistche, quien supuso pertenecía a un gran felino. Bordas, en nuestros días, lo cree atribuible a un oso de las cavernas. En cuanto al atlas, su pequeñez y otros detalles morfológicos hicieron que Lehmann Nistche lo aceptara como humano, creando con él lo que denominó el Homo neogeus, nombre que ha parecido demasiado ambicioso a los demás antropólogos, ya que el hueso, en sí mismo, no revela la gran antigüedad que Ameghino le atribuye. No hay ni' un solo vestigio óseo que pueda ser representativo del triprothomo. De manera que es necesario renunciar a la posesión de elementos comprobatorios de su existencia, al menos hasta la fecha. En cuanto al diprothomo, toda su existencia se basa en un trozo de calota hallado al realizarse la construcción del dique de carena del actual puerto viejo de Buenos Aires. Allí, a unos 40 mts. de profundidad, en un terreno perteneciente, según Ameghino, al plioceno inferior, es decir, a la base del pampeano, apareció ese fragmentario vestigio. Todo el problema se reduce a aceptar, o no, por una parte la determinación estratigráfica del terreno, por otra la orientación que Ameghino da a ese resto. Acerca de lo primero, debemos decir que todo el sistema estratigráfico que creó Ameghino debe ser rejuvenecido, de acuerdo con las investigaciones modernas. En cuanto a lo segundo, como la calota presenta adherido un trozo de frontal, la orientación es fundamental para determinar la posición más o menos fuyente de la frente (que, como ya sabemos, es signo de gran primitividad). Actualmente se entiende que Ameghino orientó equivocadamente aquel resto. Esta es, por lo menos, la opinión de la mayoría de los autores. En cuanto al prothomo, es posible quizá vincular a ese antecesor hipotético el cráneo del arroyo La Tigra (cerca de Miramar) y los tres de Necochea. Ameghino los consideraba como pliocenos; pero las condiciones del hallazgo, en cuanto al primero, no son claras ni bien establecidas, y en cuanto a los de Necochea fueron encontrados a una profundidad tan pequeña, que se está tentado de negarles tan grande antigüedad. De cualquier manera, ninguno de ellos —como la propia calota del supuesto diprothomo— difiere de los indígenas bonaerenses de la época de la colonización de esa parte del país. Además de los restos citados hay un vasto conjunto en materiales antropológicos que han sido estudiados y que, de una manera u otra, demuestran la existencia de numerosos vestigios correspondientes a un piso bonaerense, es decir, mucho más moderno que la antigüedad generalmente atribuida a los restos anteriores. Así, los cuatro esqueletos encontrados a orillas del río Carcarañá (1864); los que Ameghino descubrió, asociados a fauna fósil, en el arroyo Frías, cerca de la población de Mercedes (1870 73) ; el esqueleto de Saladero, cerca de Pergamino (1876) ; el de Arrecifes (o Fontezuelas o Pontimelo, según los diferentes autores) que, como el anterior fue encontrado por Roth (1881) ; los cráneos o esqueletos que Ameghino halló o describió, encontrados en Arrecifes y en las márgenes del arroyo Samborombón (1889) ; el esqueleto de Chocorí, descrito por LehmannNistche (1907) ; el que Carlos Ameghino encontró en una barranca del arroyo Siasgo (1910) ; los dos esqueletos encontrados al oeste de Miramar, cerca del arroyo del Moro (1910), etc. Muchos de ellos, como los hallazgos de 187073, 1881, 1889 y 1910 estaban asociados a fauna fósil. También lo estaban —según se cree— los que Roth encontró en 1887, en las proximidades de Baradero, y que actualmente están depositados en la Escuela Politécnica Federal de Zurich. Todo ello, pues, permite advertir, por una parte, la amplitud del panorama antropológico, asociado al problema del hombre fósil, en la Argentina; por otra, la reiteración e insistencia con que aparecen testimonios óseos destinados a probar una existencia de poblaciones primitivas bastante antiguas en esta parte de América. Sobre los últimos hallazgos mencionados, Ameghino fundamentó la existencia de dos supuestos nuevos tipos humanos: el Homo caput inclinatus y el Homo sine mento. El primero, de acuerdo con los restos del arroyo Siasgo, era denominado así porque suponía Ameghino que este ser no había logrado la posición totalmente erecta de su cabeza y debía de llevarla perpetuamente inclinada hacia abajo. En cuanto al Homo sine mento, su nombre respondía a la ausencia de mentón que Ameghino creía observar. Ambas determinaciones han sido discutidas. La del caput inclinatus por Mochi y Hrdlicka, que no ven en este cráneo sino una de las tantas deformaciones artificiales frecuentes en América. El sine mento lo fue por Hrdlicka y otros antropólogos, que han entendido se trata de un cráneo femenino, con mentón poco pronunciado pero existente.
FEMUR DE MONTE HERMOSO. Este fémur, que motivó muchas interpretaciones, es un hallazgo capital para la doctrina sustentada por Ameghino.
CRANEO DE LA TIGRA. Este cráneo ilustra uno de los ejemplares de lo que Ameghino llamó el Homo pampaeus. El lo describió en 1898, pero hasta 1906 no le concedió gran importancia. Finalmente, en 1909 volvió a ocuparse por extenso de él. En torno del mismo y de otros hallazgos similares se han hecho extensas discusiones.

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