domingo, 22 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - Los hombres Fósiles de Australia

Al examinar las características arqueológicas de Australia, señalaremos las especiales condiciones de gran primitividad y rudeza en que se debatía su vida a la llegada de los primeros navegantes europeos, condiciones que persistieron hasta la época de los viajeros y etnógrafos modernos y constituyeron para sociólogos como Spencer y otros un campo de investigación fascinador y absolutamente inigualable. Por otra parte, sin embargo, el problema planteado por tales poblaciones no era simple sino excesivamente complejo, pues no podía ser resuelto con el único apoyo de la Arqueología, ya que el material presuntivamente arqueológico no difiere esencialmente del usado por los aborígenes australianos hasta el momento de su ya moderna extinción. En tales circunstancias, pues, no es posible establecer épocas, diferenciar lo más antiguo de lo realmente moderno y todo ensayo de cronología se esfuma ante ese panorama cultural sin cambios ni relieves. De esta manera, parecía harto difícil arrojar luces sobre la antigüedad del hombre en Australia ni acerca de su historia primitiva.
EL CRANEO DE TALGAI. Vista de frente de ese resto óseo. Puede advertirse su primitividad y su pésimo estado de conservación. El canino superior muestra características igualmente primitivas.
DESCUBRIMIENTOS ANTROPOLOGICOS EN AUSTRALIA Y MUNDO INSULAR PACIFICO Felizmente, quedaba otro camino, el de la Antropología. El problema pareció resuelto, en 1898, con el descubrimiento de huellas de pasos humanos sobre placas de arenisca, de origen marino, en Varnambool (Victoria) , que fueron encontradas en una vieja playa, removida, a una profundidad de veinte a sesenta metros. El paso de los canguros y de otros animales habían dejado huellas muy patentes sobre la arenisca húmeda. Pero, entre ellas, aparecían otras que parecían de pies y glúteos humanos. Desgraciadamente para los que creyeron demasiado pronto en esa pretendida prueba de la gran antigüedad del hombre australiano, Neotling, durante el transcurso de una exploración por Tasmania, localizó huellas exactamente similares a las de Varnambool, que eran, sin embargo, de canguros. Algunos huesos de ciertos marsupiales fósiles gigantes del período pleistoceno, suelen presentarse, de tarde en tarde, con raspaduras o hendiduras que parecen haber sido verificadas por la acción de algún hombre contemporáneo de aquellas especies antiguas. Sin embargo, este hecho —señalado por De Vis— no es muy concluyente. Primero, por la escasa cantidad de observaciones anotadas; segundo, por la absoluta imposibilidad de hallar, hasta el presente, ni un solo objeto de piedra asociado a tales restos. No obstante, Etheridger, en 1916, ha hecho notar el encuentro de un diente humano en una caverna de Wellington. Un solo documento osteológico humano tiene posibilidades de ser considerado como una prueba formal de la existencia del hombre fósil en Australia. Es el cráneo de Talgai (en Queensland) . Su hallazgo fue verificado por un obrero, en 1884, a una profundidad de alrededor de 2.50 mts. en un depósito aluvional formado por un arroyuelo. Este depósito se componía de una capa inferior de arcilla marrónrojiza y de una superior de tierra vegetal. En el nivel intermedio entre ambos yacía el cráneo. Se encontraba en un avanzado estado de fosilización y cubierto, tanto en el interior como en el exterior, de incrustaciones calcáreas ferruginosas, del mismo tipo que los nódulos calcáreos que constituían parte de la segunda capa del terreno. La extracción, realizada sin mayores recaudos, contribuyó a la fractura reiterada de la calota craneana que, por ello, conserva después de restaurada un aspecto particular. El conjunto de estos restos —que han pertenecido a un adolescente de unos 14 a 16 arios— es de semejanza absoluta con un cráneo de australiano moderno, especialmente en lo que se refiere a la forma y disposición de su calota, en tanto que el rostro manifiesta caracteres aun más primitivos que los de éste. Tales manifestaciones se muestran por la presencia de una frente muy fuyente, un prognatismo enorme, grandes órbitas cuadrangulares, forma palatal muy primitiva y caninos de dimensión extraordinaria, sobresaliendo en forma inusual de la línea coronaria del resto de la dentadura. Esta particular disposición del canino ha provocado superficies de desgaste especiales, que no se observan en la dentadura de los hombres normales pero que, en cambio, se advierten en la de los orangutanes y gorilas. Todo este conjunto de características primitivas —y especialmente la dentaria, que es ya pitecoide— muestran que este cráneo es demostrativo de la existencia de un tipo humano protoaustraliano, que —como dice Boule— ha "adquirido desde antiguo un cerebro humano, pero que ha conservado, en su rostro, un recuerdo más brutal de sus orígenes". El autor citado acepta la edad pleistocena de este hallazgo, basado en su estado de profunda mineralización, aunque reconoce que las condiciones de extracción ya señaladas hacen difícil precisar exactamente su edad geológica. En cuanto a hallazgos en. el mundo insular pacífico, sólo cabe recordar aquí los que Dubois hiciera, en 1890, en Wadjak, en la isla de Java, y de los cuales hablamos al referirnos al hombre paleolítico asiático. Es de esperar que nuevas y sistemáticas investigaciones que se hagan, en el futuro, en Australia y las grandes islas más o menos vecinas, permitan lograr documentos osteológicos ratificatorios, reveladores de las características de los primeros pasos del hombre en esas regiones de la tierra.
EL PRIMER CRANEO DE WADJAK. 1, visto de frente; 2, visto de lo alto. Ambos diseños muestran la primitividad de ciertos rasgos que este resto óseo denota.

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