miércoles, 4 de septiembre de 2013

ARQUEOLOGIA - Trabajos fuera de Europa

SINTESIS DE LOS RESULTADOS AFRICANOS Los intentos de sintetizar estos resultados arqueológicos dispersos han tenido lugar en diversas oportunidades y con varia fortuna. El primero corresponde a Cartailhac, quien, en 1892, publicó su estudio sobre la Edad de Piedra en Africa, rápidamente superado por los nuevos hallazgos. El segundo pertenece a un modesto preceptor, interesado por vocación en estos estudios, Pallary, quien los hizo al tratar de sintetizar las instrucciones necesarias para la continuación de las búsquedas prehistóricas en el noroeste africano. Este autor, tomando como base la habitual mezcla en Africa de los períodos paleolíticos que en Europa se presentan con divisiones netas, ha designado a ese complejo con el nombre de "getuliano". Viene a significar lo mismo que la denominación "capsiense", que empleaba J. de Morgan. El getuliense, o capsiense, se extiende por Marruecos, Túnez y el desierto líbico. A veces se lo encuentra sobre la superficie; otras en las cavernas o en abrigos bajo roca. En el primer caso suele hallársele en las llamadas escargotiéres, que no son otra cosa que los depósitos de conchillas y valvas de moluscos, restos de comida del hombre prehistórico, amontonados a lo largo de la ribera del Mediterráneo, y en cuyo interior yacen, revueltamente, sílex trabajados y huesos de animales fósiles, complementarios del festín. La identidad absoluta de formas entre esta industria y la auriñaciense europea induciría a pensar que ésta es de origen africano. El mismo Pallary ha denominado ibero mauritano otro nuevo período africano, que él cree propio de España y de Berbería. En él, junto a manifestaciones industriales del período anterior, aparecen pequeñísimos objetos de piedra tallada, verdaderos microlitos, así como morteros y manos de morteros, que denotan el empleo de materias colorantes. La fauna que acompaña a ese instrumental humano es más pobre de formas, aunque todavía conserva muchas de las especies que en edad más cercana emigraron hacia el Sur. Todo parece indicar que el clima del norte de Africa era húmedo y menos árido que en la actualidad. Pallary señala, finalmente, la existencia de un nuevo período de la industria, al que él denomina mauritano. Allí aparecen sílex geometrizantes y pequeños muy similares al tardenoisiense europeo. Al final de ese período comienzan a aparecer objetos de piedra pulida y de cerámica que anuncian, sin lugar a dudas, el advenimiento del Neolítico.
SILEX CAPSIENSES. Tres tipos del nutrido instrumental de la industria que J. de Morgan llamó "capsiense". Provienen de la localidad de El Metka (Túnez). Según de Morgan.
También el sur de Africa ha sido objeto de algunas tentativas de ordenamiento y clasificación de sus industrias. Johnson ha intentado esta clasificación, partiendo de los objetos más rudimentarios —tales como los "eolitos" de Leifontein— en una época en que el clima era más húmedo que el actual, para seguir luego por los instrumentos de edad "achelense", dotados de una profunda pátina, y llegar así a una fase más reciente, "solutrense", a la que corresponderían los yacimientos superficiales, dotados de un instrumental bien trabajado y de formas variadas: láminas alargadas, raspadores, puntas y microlitos. Por su parte Péringuey señala la existencia de tres épocas principales. En la primera agrupa a los objetos correspondientes a los períodos europeos chelense, achelense y musteriense (que ya sabemos que en el Africa aparecen como contemporáneos o, al menos en revuelta confusión, en los yacimientos estudiados). Su antigüedad no debe ser menor, según Péringuey, a la de los citados períodos europeos y, por el contrario, el primero de ellos debe haber nacido, según sus ideas, en Africa, desde donde se ha expandido sobre Europa y Asia. En la segunda época concentra las formas que los prehistoriadores europeos denominarían auriñacienses, solutrenses, magdalenenses, y tardenoisienses, que —como en el caso precedente— han perdido su valor cronológico. A ellas corresponden los morteros, manos de morteros, el instrumental de hueso, los collares de piedras agujereadas y las cáscaras de huevos de avestruz, que se encuentran en algunos yacimientos y que quizá hayan servido como objetos de adorno. A ellos agrega la cerámica más rudimentaria. Esto permite hablar de una "industria neolítica sudafricana". El último grupo está constituí-do, netamente, por objetos neolíticos. Esta diversidad de criterios, demostrada por autores que poseen todos ellos un conocimiento amplio de los materiales y de los problemas, prueba que la interpretación de los mismos no ha podido lograrse todavía con las condiciones de exactitud y seguridad requeridas para una obra definitiva. Sólo cabe esperar que nuevos hallazgos y, especialmente, investigaciones metódicas en regiones total o parcialmente inexploradas, arrojen nuevas luces que permitan contemplar el panorama de la arqueología africana en forma más completa. Sólo así será posible superar las interpretaciones actuales, más llenas de buena voluntad que de sabiduría.

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