jueves, 12 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres

EL MEGANTHROPUS Con posterioridad a todos estos hallazgos, y ya con fecha muy próxima a la nuestra, nuevos — e igualmente extraordinarios— hallazgos se han verificado en Java, isla que parece predestinada a ser escenario de cosas inusitadas en el terreno de la arqueología prehistórica. En efecto, en 1941, el doctor Ralph f. van Koenigswald, paleontólogo holandés, encontró el maxilar inferior y varias piezas dentarias de un ser durante excavaciones que realizó en el curso del año 1941. Sus investigaciones fueron interrumpidas por la ocupación japonesa de la isla. Ello no obstante, pudo hacer llegar sus hallazgos al doctor Franz Weidenreich, del Museo de Historia Natural de Nueva York, juntamente con algunos vaciados en yeso que había conseguido preparar y una breve descripción teórica del ser al que pertenecieron. Esto es cuanto posee el especialista norteamericano, quien, sin embargo, no se ha detenido en punto a hipótesis alucinantes. Según él, aquel ser es aun más antiguo que el Pithecanthropus. Más, todavía, aunque de aspecto humano fue su precursor. Lo que saltaría más a la vista sería su gigantismo. De ahí su nombre de Meganthropus (hombre gigante). Anatómicamente se separa netamente del grupo de los simios fósiles y se aproxima más al Pithecanthropus que cualquiera de los monos primitivos del grupo de Siwalik, que estudiamos en otras páginas. Para Weidenreich este gigante javanés era "tan grande que el Pitecantropo, el hombre de Pekín y el hombre de Heidelberg resultan, comparativamente, haber sido meros enanos". Habría sido, pues, "un ente claramente humano" y, sin duda alguna, más adelantado que cualquiera de los simios que vivieron en la misma época que él. Los datos que poseemos son aún muy vagos. Los hallazgos parecen no provenir de excavaciones, propiamente dichas. El doctor van Koenigswald habría encontrado, en el curso de un viaje, un extenso banco de piedras suaves y desgastadas del que afloraban algunos fósiles. Los recogió y destacó luego grupos de nativos para que recogieran, después de cada lluvia. los materiales óseos que iban apareciendo. fue entonces cuando comenzaron a surgir huesos humanos, cada vez de mayor tamaño. Los del nivel inferior eran ya tan desmesurados, que debieron pertenecer a seres que tuvieran una talla de cerca de tres metros y pesaran casi trescientos kilos. El doctor Koenigswald supone que ese enorme peso hizo que el hombre se viera obligado a abandonar su vida arborícola y se instalara sobre tierra firme, dejando los árboles, que ya no podían sostenerle. Y que ello le obligó, asimismo, a elaborar sus primeros instrumentos de piedra para la defensa. Es innecesario agregar que —dado el carácter inusitado de estas revelaciones y su poca base probatoria—, lo más cuerdo será esperar nuevas investigaciones que nos hagan saber si el Meganthropus es un ser real o una creación de la fantasía paleontológica (que suele ser bastante despierta).

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